La Capital y dos entrevistas a dos imputados liberados por el juez Marcelo Bailaque en una misma semana, el mismo día que los familiares de Escobar se movilizan para exigir justicia. ¿Una operación mediática?
Miércoles 17 de agosto de 2016 15:31
Hace algunas semanas en La Izquierda Diario Julio Blanck decía que Clarín se había dedicado a hacer periodismo de guerra durante los años de gobiernso kirchneristas, y que eso era mal periodismo. A través de dos entrevistas, parecería que La Capital hace lo suyo contra la causa de Escobar.
A una semana de que el juez federal Marcelo Bailaque liberara a los imputados por la desaparición forzada y asesinato de Gerardo “Pichón” Escobar, el diario La Capital se hace eco de los ataques de la justicia contra la causa y presta sus servicios.
Las entrevistas a Cristian Vivas y Luis Alberto Noya, patovica y policía respectivamente involucrados en el caso , se publican los mismos días donde los familiares de víctimas por gatillo fácil se movilizan exigiendo justicia. Nada es casual.
Muy difícil que una elección tan consciente no conduzca a pensar que se trata de una operación mediática para hacer de las víctimas victimarios y de los victimarios víctimas. Pareciera tratarse de una operación que asigna roles claros y divide las tareas entre la justicia y los grandes medios de comunicación detrás de un mismo objetivo: la impunidad.
Se cumplía un año de la desaparición de Gerardo. Familiares de víctimas de la violencia institucional de todo el país y organizaciones políticas y sociales se reunían frente a los Tribunales Provinciales llevando a cabo un festival. La Capital decidió no cubrir a “la orgullosa madre de un negro villero que se negó a robar para la policía” como lo enrostró Mónica Alegre, la mamá de Luciano Arruga, en representación de todas aquellos familiares que se movilizan una y otra vez para exigir justicia por sus hijos.
Por el contrario La Capital publicó una extensa entrevista a Vivas. “Mi familia y yo somos tan víctimas como la familia de Pichón Escobar”, fue el titular. “Se ve en sus ojos el terror con que recuerda sus siguientes cuatro meses en esa cárcel”, “la gente lo conoce a Cristian y saben cómo es”, “fue una pesadilla de la que no sé cómo voy a salir”, “ellos no saben qué pasó con el chico y yo estuve preso un año por algo que no hice” y frases del estilo intentan retratar al imputado con un halo de humanidad e inocencia que no se corresponde con las acusaciones que la querella y la defensa recogieron basadas en evidencias y pruebas concretas. Este mismo entrevistado fue quien en las indagatorias aseguró, sin pelos en la lengua: "A lo sumo le pegué unas patadas", refiriéndose a la golpiza que recibió Pichon, antes de morir.
A horas de movilizarse contra el fallo de Bailaque que sobreseyó a los detenidos de la causa, La Capital publicó una segunda nota, esta vez a Luis Alberto Noya. Esta vez el titular fue: “No vi a Escobar ni dentro ni fuera del bar, estuve preso un año sin prueba”. Previsiblemente la estrategia es la misma: “mientras lágrimas pesadas le ruedan por la cara”, descripción textual del periodista, Noya sería víctima de una venganza y de una causa armada.
La Capital legitima lo que la justicia dicta. El paralelismo con los editoriales del diario La Nación, implorando que se terminen los juicios de lesa humanidad contra los genocidas, presentándolos como pobres ancianos que sufren en la cárcel y que ni siquiera prisión domiciliaria se le concede, es más que llamativo.
Lo que sucede es que esta tradición no es nueva en el diario La Capital. Estudios de historia reciente, como los de Laura Luciani, mostraron la manera en que La Capital acompañó el discurso militar en torno a la “erradicación de la subversión” en sus editoriales.
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La desinformación y la tergiversación en los principales medios de la ciudad incurrieron con cada caso de gatillo fácil por lo cual tampoco es novedad esta linea editorial. Los familiares de las víctimas de violencia institucional también tuvieron que pelear contra esta nefasta reedición clasista del “algo habrán hecho” de diarios como La Capital.
“Enfrentamientos entre bandas” para no indagar en las causas de la realidad a la que están expuestos los jóvenes en los barrios, miradas acusatorias contra las víctimas, como sucedió con Franco Casco cuando se salió a afirmar que se encontraba borracho la última vez que había sido visto, el cuestionamiento permanente del relato de las víctimas y no así de los acusados de las fuerzas de seguridad, no son más que servicios que el periodismo presta y que los gobiernos de turno y a la justicia aprovechan para sus propios fines: garantizar la impunidad de sus fuerzas policiales.
Rodrigo López
Nació en Rosario en 1989. Es licenciado en Historia de la Facultad de Humanidades y Artes de la Universidad Nacional de Rosario.