La Corte Suprema de Justicia rechazó una apelación que había presentado la Autoridad Federal de Servicios de Comunicación Audiovisual (AFSCA), contra una medida cautelar que suspendió el "procedimiento de transferencia de oficio”, para que Clarín se adecue a la nueva Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual sancionada en 2009.
Martin Espinoza @martinespi05
Viernes 13 de noviembre de 2015
Foto: Télam
Los dos recursos extraordinarios presentados por el Estado, buscaban que el máximo tribunal revisara la medida cautelar dictada hace un año por el juez Horacio Alfonso, titular del Juzgado Civil y Comercial Federal nº1.
A pocos días del balotaje, el Poder Judicial se mete en la disputa política intraburguesa, con otro fallo que favorece claramente a Clarín. Inmediatamente el gobierno acusó recibo y el titular de la AFSCA, Martín Sabatella, dijo que el fallo tiene "un tinte electoral" y destacó que "demuestra que el Poder Judicial está colonizado por los intereses concentrados".
Cabe aclarar, que aquí no estaba en discusión la constitucionalidad o vigencia de la nueva Ley de Medios, cuestión que ya fue resuelta por otro fallo de la Corte de octubre de 2012. Esa cautelar había suspendido la “transferencia de oficio” decidida por la AFSCA para adecuar al grupo Clarín a la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual. Tal decisión del Estado, fue tomada luego de aceptar y posteriormente rechazar el plan voluntario de adecuación a la norma, que había presentado el multimedios de Noble-Magnetto. Como explica en su blog el investigador y docente universitario, Martin Becerra, “el plan de Clarín buscaba sacar provecho del principio de que los multimedios pueden desafectar unidades de negocios siempre que éstas no crucen accionistas y que operen de modo separado. Este aprovechamiento está presente en las propuestas de otros grupos de medios, algunas ya aprobadas y en curso de adecuación. Si se concretaba ese plan, el grupo Clarín hubiese cambiado radicalmente su composición y su fisonomía, pues debía separar al menos su actividad periodística y de contenidos (Canal 13, radios Mitre, FM100, señal TN) de su actividad como cableoperador y proveedor de acceso a Internet (Cablevisión y Fibertel) donde está asociado a David Martínez (Fintech, que tiene el 40% de esta unidad de negocios), además de vender señales (Metro, Volver) y licencias de tv cable.” Más adelante, Becerra aclara “que la metodología para que los grandes conglomerados mediáticos se adecuen a la norma legal no está prevista en la ley sino en su reglamentación posterior. El método consiste en que los grupos pueden adecuarse ‘voluntariamente’ o, en su defecto, el Estado los adecuará ‘de oficio’. En este caso, no es el propio grupo el que propone qué licencias transferir y a quién se las vende, sino que es el propio Estado el que tasa el conjunto de activos del multimedios, les pone precio y ejecuta la venta, eligiendo además a quién y en qué condiciones realiza esa operación. Desde el cuartel general de Constitución, la conducción del grupo Clarín interpretó la ‘transferencia de oficio’ como un intento manifiesto de desguace”.
En síntesis, con este fallo de la Corte, se posterga la definición de fondo de la cuestión, ya que la cautelar vence en febrero de 2016. Es decir, será bajo un futuro gobierno de Scioli o Macri, donde el máximo tribunal deberá definir si el mecanismo de transferir compulsivamente activos del grupo Clarín a la ley vigente es válido o no.
Giro a la derecha
La dinámica que vino tomando la “batalla” intraburguesa entre el Gobierno Nacional y Clarín, ya anticipaban que el último acto quedaría para los tiempos del próximo gobierno. El desenlace de lo que alguna vez fue “la madre de todas las batallas” bajo la presidencia de CFK, parece dar por tierra la “épica” que adornó parte del “el relato K” y sus promesas democratizadoras de la palabra. En pos de defender sus posiciones dominantes conquistadas en décadas, bajo gobiernos militantes y constitucionales, que lo convirtieron en el principal multimedio; a Clarín le salió bien su “estrategia de patear la pelota para adelante” y pasar “la tormenta”. Ahora lo espera una superestructura política derechizada, como vienen anhelando y alentando el mismo Grupo Clarín y el establishment, en perspectiva ajustadora. No solo con un eventual gobierno de Macri (con el que volvió a ilusionarse tras los buenos resultados de Cambiemos), sino también en un futuro gobierno de Scioli. Recordemos el excelente trato que venía teniendo Clarín con el candidato del Frente para la Victoria, desde antes de las presidenciales del 25 de octubre. Por su parte, los gestos de acercamiento de Scioli hacia “La Corpo” no son nuevos, lo que en su momento no le costó pocas críticas por parte del “kirchnerismo puro”, antes de ser elegido como el candidato del oficialismo.
Pero si hacemos un balance de los años más difíciles para “La Corpo”, podemos constatar que tan difíciles no fueron, más allá del fuerte cuestionamiento que recibió su credibilidad (“Clarín miente”). Para hacer ayuda memoria, recordemos que hasta 2008 Clarín y kirchnerismo fueron socios. El periodista e investigador, Martin Sivak, señala: “Durante la presidencia de Néstor Kirchner, el Gobierno y el multimedios alcanzaron un buen nivel de entendimiento. El Grupo acompañó el trazo grueso de las principales políticas del Ejecutivo y recibió favores importantes, como la fusión de Cablevisión y Multicanal (el cable representa el 60% de sus ingresos), la extensión de las licencias de televisión, una generosa pauta publicitaria estatal, el bloqueo del negocio del cable para que no creciera la competencia y un privilegiado acceso periodístico a la Casa Rosada. La cobertura del diario y otros medios del Grupo destacaba aciertos, minimizaba errores y relegaba temas incómodos” (“Clarín. El Gran Diario Argentino. Una historia”, Martín Sivak, Planeta).
Sin embargo, rotas las relaciones luego de 2008, las cosas en materia de rentabilidad, no fueron tan malas para “La Corpo”, como parte del poder económico y financiero, que “se la llevaron el pala”. Como aseguró la presidenta CFK en diciembre del año pasado durante un discurso en la 20° Conferencia de la UIA, “Clarín está entre las empresas que más rentabilidad tuvieron en el último año”. Las cuentas de Clarín gozan de buena salud como lo afirmó en su momento en La Izquierda Diario Carlos Liascovich, delegado de prensa de los trabajadores de AGEA-Clarín que siguen luchando por sus reclamos, para quien el Grupo “tuvo un aumento de sus ganancias en 2014 respecto de 2013 de 68%. Y vos miras solamente el último trimestre de 2014 respecto del último trimestre de 2013, y ves que las ganancias del Grupo Clarín aumentaron en un 84%”.
¿Qué queda de la madre de todas las batallas?
La “batalla cultural” que levantó el gobierno contra Clarín por la democratización, materializada en la nueva Ley de Medios, abrió una discusión inédita sobre el rol de los medios y la interpretación de la realidad en clave crítica, en importante sector de masas. Sin embargo, esa “batalla”, al estar subordinada a una mera disputa política intraburguesa y por la re-distribución del mercado capitalista de medios, no arrojó ningún resultado democratizador verdadero; y menos que menos, un cambio profundo en la visión de amplios sectores de la sociedad, que cuestione profundamente la producción y el consumo de la información y los bienes culturales en general. Por el contrario, en cuanto a los contenidos desarrollados en los medios de comunicación de masas, si bien se instalaron ciertas discusiones inéditas, como por ejemplo alrededor del machismo o la violencia de género a partir de la ola de femicidios; la crítica siguió siendo marginal frente a la reproducción de valores ligados al éxito individual o la cosificación de la mujer, tan noventistas, que no solo priman en programas de altísimo rating como el de Tinelli en Canal 13, sino también en programas “filokirchneristas” como “Duro de domar” en Canal 9 , donde hasta se han llegado a emitir informes humorísticos (¿?) de fuerte contenido transfóbico. Tal como señala Fernando Rosso en un artículo en este diario, ‘las batallas culturales’ de los llamados gobiernos progresistas no modificaron su esencia, porque se redujeron a minorías intensas de las clases medias más o menos ilustradas (que en nuestro país tomaron el curioso hábito urbano de amontonarse en Palermo). En amplias franjas de las grandes mayorías, estas concepciones se mantuvieron bajo los gobiernos posneoliberales. Pueden haber pasado a un estado latente, envueltas y amortiguadas por los beneficios de la expansión económica, pero resurgen en el momento de agotamiento de los esquemas que permitieron el crecimiento. Cuando se deterioran las condiciones económicas y se buscan los responsables de la situación de declive. Es decir, cuando comienza a percibirse el instante de peligro.”
En cuánto a la tan mentada democratización de la palabra, hay que agregar que la pluralidad de voces no fue precisamente una de características que distinguen a los medios cercanos al gobierno, especialmente los llamados “medios públicos”. A la persecución gremial y política que sufren los trabajadores de Radio Nacional y Télam, que luchan contra la precarización laboral y por la libertad sindical, se suman los cuestionamientos que ha surgido desde los propios trabajadores de prensa de Canal 7, que luchan porque verdaderamente todas las voces tengan cabida en el noticiero, y que toda la diversidad política y cultural sea una realidad.
Una vez más, ¿y la Ley de Medios?
Una de las definiciones que resultó en su momento más atractiva de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, fue la creación del llamado “tercer sector” sin fines de lucro, al cual le correspondería el 33 por ciento de los medios audiovisuales. Según Martín Becerra a ese sector, en estos años, se le “otorgaron doce (12) licencias por concursos realizados, ocho (8) autorizaciones a emisoras de tv de baja potencia, 107 adjudicaciones directas (sin concurso) de las cuales 71 fueron a cableoperadores de cooperativas y el resto a emisoras de radio AM y FM de muy baja potencia. Esta escasa cantidad de licencias y autorizaciones es un indicador de la falta de prioridad que tuvo este sector en las políticas ejecutadas por el gobierno. Esta conclusión sería una mera ponderación valorativa si no estuviera directamente vinculada a las condiciones materiales de funcionamiento de más de centenares de medios de organizaciones comunitarias y alternativas, algunas de las cuales padecen la falta de avances en la materia, como lo manifiesta el allanamiento y secuestro de equipos de Antena Negra TV”. En el muy interesante relevamiento que da a conocer en su artículo publicado en su blog y a modo de balance, Becerra agrega que en “resumen, a seis años de la sanción de la ley audiovisual, el sector de radio y televisión está, al menos, tan concentrado como en 2009. Cambiaron, sí, algunos nombres. Por ejemplo, Daniel Hadad fue sustituido por Cristóbal López (quien, además, ensanchó el multimedios con Radio 10 y C5N como cabeceras, al comprar Ámbito Financiero, Ideas del Sur y La Corte). El grupo Clarín crece en el mercado del cable, donde ostenta posición dominante e incrementa año tras año su facturación y en el sector arancelado del audiovisual, potente en la Argentina, comparte el liderazgo junto a DirecTV. Telefónica fue indultada de la incompatibilidad legal múltiple en la que incurre al gestionar, a través de la marca Telefe, una gran cantidad de canales de tv en el país. Al real dueño de la licencia de Canal 9, Ángel (a) El Fantasma González, se le admitió la operación de la emisora a través de una figura fronteriza con el testaferrismo”.
Por lo tanto, como hemos afirmado en este diario, la democratización de los medios de comunicación de masas, sigue siendo una tarea pendiente ante las expectativas frustradas que ha dejado este gobierno en su “batalla”. Menos que menos creemos que tal demanda pendiente sea resuelta por un futuro gobierno de Scioli o Macri, que se preparan para un nuevo ajuste sobre el pueblo trabajador, que en ambos candidatos solo presenta matices de tiempo y forma.
Las futuras batallas de la clase trabajadora y los sectores en lucha, pondrán también a la orden del día la discusión y la lucha por la interpretación de la realidad, y por lo tanto, por quién controlará la producción y distribución del sistema infocomunicacional en su conjunto. Para eso nos preparamos.