Sus dueños tienen una cadena de pizzerías y restoranes en todo el AMBA, además de negocios inmobiliarios, pero dicen que no tienen plata. El local cerró y quienes estaban en blanco apenas cobraron el ATP y los en negro nada.
José Muralla @murayeando
Sábado 23 de mayo de 2020 17:12
Las puertas del local de la calle Perú de La Farola, empapelada con el reclamo de sus trabajadores
"Hay compañeros que no tienen ingresos desde Marzo. Uno tiene tres hijos que alimentar. Otro no come hace dos días" nos cuenta uno de los trabajadores que quedó en la calle. "Y otros comemos una vez por día para estirar la plata" porque $11.00 es todo lo que recibieron desde Marzo y es obvio que no alcanza.
El jueves la Junta Interna de ATE Indec publicó que la canasta básica familiar para abril había ascendido a $67.371,60. Es decir más de 6 veces de lo que recibieron por única vez desde abril. Y para colmo esos pocos pesos que recibieron los que estaban en blanco - porque los que estaban en negro no recibieron ni la IFE - los puso el Estado mediante la ATP.
La Farola de la calle Perú cerró sus puertas al decretarse la cuarentena, y ni siquiera se comunicó con sus empleados para informarle su situación. Este viernes 22 amaneció empapelada por sus trabajadores reclamando el pago de lo que se les debe. Y saben que los dueños tienen con qué pagar, porque mientras estaba abierta con lo recaudado un sólo día les alcanzaba para pagar los sueldos. Todo lo demás era ganancia que acumularon, y la tienen bien guardada. Porque los trabajadores no vieron un peso cuando cerró: los que estaban en blanco sólo cobraron la ATP, los en negro, nada.
El dueño es Silvio Ezequiel Laceiras, la cabeza de un grupo empresario que posee más de 20 locales en toda el área metropolitana de Buenos Aires. A su vez son socios de Benjamin Cuadra y Francisco Galicchio quienes poseen reconocidos restaurantes y pizzerías de la zona oeste Tokio, La Intendencia, La Vaca Lechera, La Farola, Camorón.
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La Izquierda Diario ya ha recibido varias denuncias sobre la codicia de estos dueños, como se ve en esta nota sobre La Farola de Merlo. En algunas de ellas, como es el caso de Camorón, producto de que los trabajadores se plantaron consiguieron que se les pague lo que se les debía y conservar los puestos trabajo.
Porque si depende de las conducciones sindicales o de los diferentes gobiernos van a seguir en la calle. Uno lo puede comprobar parándose en la puerta de La Farola: desde ahí verá sobre la calle Arieta las grandes colas de gente que gasta sus horas para ver si puede cobrar los $10.000 del IFE luego de interminables trámites y esperas en los remolques del Anses. Pero los empresarios no tienen que demostrar nada. Pueden cerrar y no pasa nada. Pueden despedir aunque haya un decreto presidencial que lo prohíba. Y con sólo decir que ganaron un poco menos que el año pasado, reciben subsidios hasta para sus CEOs y gerentes, como lo hicieron las multinacionales con Techint, Clarín o la mismísima Sociedad Rural.
Desde La Izquierda Diario estamos a disposición de los trabajadores que reclaman lo que les corresponde, dando una mano para difundir sus denuncias y ayudar a organizarse. Porque a diferencia de los empresarios, las cúpulas sindicales y los gobiernos, no queremos que esta crisis la paguen los trabajadores.
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José Muralla
Nació en Arenales (BA) en 1984. Es licenciado y profesor en Ciencia Política (UBA). Trabaja como docente de nivel medio en CABA y La Matanza. Desde 2007 milita en el PTS. Vive en Lomas del mirador y es parte del staff de La Izquierda Diario de la Zona Oeste del GBA.