La reivindicación de Roca por parte del diario fundado por Mitre es una excusa para justificar, desde la historiografía liberal, cualquier campaña criminal de las clases dominantes.
Miércoles 31 de agosto de 2016 00:10
Cuando en la noche del 22 de noviembre del año pasado todavía se festejaba el triunfo electoral en el bunker macrista, los articulistas del diario de la familia Mitre inauguraban una serie de editoriales vindicativas de la última dictadura genocida.
El amplio repudio de esa primera editorial, que incluyó a gran parte de su propia redacción, produjo tan solo un pequeño impasse. Conocedores de su poder de antaño para influir en la agenda pública desde esas líneas, el diario oligárquico continúa siendo uno de los principales voceros en la campaña derechista por reinstaurar la teoría de los dos demonios y exigir la libertad de los milicos genocidas.
El domingo 21, el centenario matutino volvió a apelar a la “teoría de los dos demonios”, pero esta vez para defender la imagen del genocida Julio Argentino Roca. Tal como lo hacen para justificar el terrorismo de Estado cometido por la última dictadura cívico-militar, la editorial menciona, de manera descontextualizada, enfrentamientos militares protagonizados por los mapuches en su emigración forzada por las incursiones españolas en las tierras de la Araucanía.
Sin mencionar este origen esencial de la resistencia mapuche, el artículo justifica la brutal masacre sosteniendo que “ningún pueblo es realmente originario de ningún lugar, pues la evolución humana incluye desplazamientos, dominaciones, extinciones”.
Si los intereses de clase que llevaron a la burguesía a masacrar a la generación de luchadores que protagonizaron el auge revolucionario abierto por el Cordobazo, con el fin de asegurar la dominación capitalista, son ocultados sistemáticamente en cada lastimosa editorial del periódico patronal; en esta oportunidad, nada se dice del objetivo de apropiación por parte de la burguesía agroganadera de los millones de hectáreas que los pueblos originarios habitaban. Así como también se oculta la reducción a la servidumbre y el robo de niños que padecieron los sobrevivientes a ese genocidio.
Excusas
“La utilización populista de los pueblos originarios” es el título de la editorial en cuestión. La discusión con el gobierno anterior es simplemente la excusa, o el gancho, para atraer la lectura de quienes frecuentan esas páginas. El objetivo sin embargo es sostener nuevamente los tópicos de siempre de la historiografía liberal.
No parece casual que este alegato surja en el contexto actual. Dos días antes de la publicación de la editorial, el gobierno nacional había conseguido la orden judicial para clausurar el galpón de la ex ESMA en el cual un colectivo de artistas se encuentra finalizando la construcción del Monumento a la Mujer Originaria. Un proyecto autogestivo que ya lleva seis años y que logró la donación de diez toneladas de llaves de bronce con el fin de instalar la escultura en el cruce de Diagonal Sur y Perú, donde actualmente se encuentra el monumento a Roca.
“En aquella mañana fría del 25 de mayo de 1879, cuando se celebraba la misa de campaña en Choele Choel, frente al río Negro, el joven general Julio A. Roca, de 37 años, no hubiese podido imaginar que ese emocionante tedeum, muchos años después, iba a ser interpretado como la culminación de una campaña genocida para exterminar a los pueblos originarios de la Patagonia”. Así comienza la editorial.
Y ninguna de las palabras citadas son falsas. No sólo la Iglesia Católica bendijo cada genocidio perpetrado por la clase dominante, sino que cada genocida se sintió impune de sus crímenes cometidos. Afortunadamente existen miles de luchadoras y luchadores que pretenden condenar las masacres cometidas con fines espurios. Se hayan cometido hace 40 años, o hace 137.