Inscritos para las municipales, la casta se aferra a sus cargos: 85% a la re-elección, 26 alcaldes que van por los 24 años; mientras la grieta social crece cuando en las calles retumba todavía el eco del rechazo masivo a las herencias de la dictadura, la educación y las pensiones de mercado, que ellos defienden.
Miércoles 27 de julio de 2016
Fragmentación, división, perpetuación
La más alta inscripción de candidatos de los últimos años, con más de 12 mil candidatos a concejal, con tres listas al interior de cada conglomerado mayoritario: en la Nueva Mayoría la lista del PC-PPD, la lista de la DC-PS, y la lista del MAS-IC- PR. En la derecha de Chile Vamos, la lista del PRI-Evopolis, la lista de la UDI, y la lista de RN. Más allá de la maniobra electoral para recolectar votos, refleja una fuerte fragmentación y división.
A la vez, un intento de perpetuación aferrándose a sus cargos: el 85% (251 de 292) de los alcaldes de la Nueva Mayoría y Chile Vamos busca la reelección. Además, 26 de ellos en ambos sectores, van por más de 24 años en sus puestos. Es expresión de las tensiones en estos partidos guardianes del régimen. En la UDI, la bajada de Lavín de la carrera edilicia por Santiago, y ahora su repentino paso a Las Condes, reavivó el malestar en la derecha.
Dos renunciados, Manuel José Ossandon a RN y José Antonio Kast a la UDI, repitieron la crítica a la elección a dedo de los candidatos, la falta de renovación. El ex senador y ex Comandante en Jefe de la Marina Jorge Arancibia, decidió también renunciar a la tienda gremialista por esta decisión. Y agudiza la tensión por la presidencial, con el anuncio del actual alcalde de Las Condes Francisco de la Maza como posible candidato, entorpeciendo los planes de Piñera. En la Nueva Mayoría, tras la marcha contra las AFP, el senador del MAS Alejandro Navarro volvió a repetir que no sabe qué hace dentro de la Nueva Mayoría. Las tensiones se dan en todas las instituciones del régimen: el torturador Krasnoff declaró que él se acuerda de todo (y reivindica) lo que hizo durante la dictadura, en alusión a las declaraciones del ex Comandante en Jefe Juan Emilio Cheyre intentado descartarse.
Son tensiones por puestos de una casta privilegiada que se aferra a sus cargos en defensa de sus privilegios y de las herencias de la dictadura. Pero expresan distorsionadamente la grieta social que no hace más que aumentar.
Crece la grieta social
Crece la distancia entre lo electoral y lo político. Sumando los nuevos pactos, podrá haber un re-barajar (parcial: de los 12.000 candidatos a concejales, más de 10.000 son de la Nueva Mayoría o de la derecha) la repartija de cargos y puestos públicos, pero todos son ajenos y distantes a las demandas populares.
Son movidas puramente electorales. El pacto de MEO se estaría centrando en tomar distancia de la corrupción, pero es tan ajeno como los dos pactos dominantes, Alianza por Chile y Nueva Mayoría, a las demandas populares. La Nueva Mayoría mostró orgullosa la inscripción de sus candidatos, pero el mismo día Ignacio Walker declaraba que el conglomerado oficialista es “una hipótesis”. La derecha puede aumentar sus posibilidades electorales con la debilidad del Gobierno, pero está tensionada, como la sucesión de renuncias, las recientes del senador Manuel José Ossandon a RN y de Arancibia a la UDI, lo demuestra, pero sobre todo, está opuesto por el vértice a toda demanda popular.
La política, en este momento, la lucha por, de un lado, la imposición de las demandas populares, o, de otro lado, impedirlo (la Nueva Mayoría con engañosas promesas y ahora el paso a medidas abiertamente anti-populares; la derecha con cerrada intransigencia; los otros pactos haciendo como si no existieran), no pasa por estos espacios y maniobras electorales.
Los “cabildos constituyentes” de cartón, recogieron, como en una encuesta presencial, como un focus group, dos demandas centrales: el derecho a la Salud y a la Educación. Es una derrota de la persistente campaña derechista contra la lucha del movimiento estudiantil. La masiva movilización contra las AFP en las calles, muestra la vitalidad de la lucha contra todas las herencias de la dictadura.
Pero si, estos espacios electorales, expresan, distorsionadamente, reconfiguraciones políticas en curso. Por un lado, la fragilidad de las grandes coaliciones históricas. Por otro lado, la fragmentación política. Hasta el momento, produce estas reorganizaciones electorales. Pero no responden a las contradicciones profundas de un régimen en crisis.
Las demandas populares y la lucha de clases
Vimos que el informe del Comité de Sistematización del proceso constituyente en la fase de los cabildos locales, a los que finalmente concurrió la ínfima cifra de 100.009 personas, constató dos demandas centrales, el derecho a la Salud y a la Educación, puestas por la lucha de clases de estudiantes y trabajadores en los últimos años.
La movilización estudiantil, está en este momento en un callejón sin salida, llevados a la tramposa discusión parlamentaria, sin encontrar el camino para romperlo, y con la complicidad de las dirigencias oficiales del CONFECH. Aún así, la vitalidad de sus demandas, la disposición a movilizarse, y sobre todo, el odio de la juventud, que desde estas páginas dimos cuenta que emergía activamente con las movilizaciones a propósito de la revuelta de Chiloé, no se cierran.
A las demandas estudiantiles, se suman otras. En las Regiones, siguen latentes las causas que llevaron, por ejemplo, a la revuelta de Chiloé: movilizaciones y huelgas de trabajadores del salmón en el Sur; concentraciones por incumplimientos tras la crisis de la marea roja, también en el Sur; huelgas obreras como los mineros de El Soldado en el Centro, como parte de profundos procesos de reagrupamientos en
los sindicatos mineros en todo el país.
La masividad de la marcha nacional contra las AFP, muestra a la vez que, las impugnaciones a las herencias de la dictadura mantienen su vitalidad, y que en la clase trabajadora, a pesar de la derrota legislativa de la reforma laboral, hay un mar de fondo que la sacude. ¿Convergerá con la movilización estudiantil, en un callejón sin salida pero no derrotada?, ¿la sucederá la irrupción de la clase trabajadora?
No es claro aún, pero son tendencias en curso. Uno de sus mayores límites, es que no encuentran expresión política: la conformación de estos espacios electorales, ajenos a sus demandas y luchas, lo muestra claramente. Pero llevados a un callejón sin salida los estudiantes, sin herramientas filosas de lucha los trabajadores con una dirigencia CUT como vocera del Gobierno, se desprenden sectores que sacan la conclusión de la necesidad de poner en pie un partido revolucionario de la clase trabajadora, y agrupaciones anti-capitalistas, como las que luchan por poner en pie el Partido de Trabajadores Revolucionarios (PTR) y la Agrupación Combativa y Revolucionaria (ACR).