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Red Internacional
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SALUD FEMENINA. La copa menstrual: prejuicios, tabúes e intereses capitalistas

Una muerte más por Shock Tóxico asociado a Tampones (SST) y la copa menstrual en el fondo del cajón junto al rosario. Los tabúes hacía la sexualidad femenina propician que se perpetúe el negocio de las grandes empresas por encima de la salud de las mujeres.

Jueves 15 de octubre de 2015

Foto: elcacomixtle.blogspot

El pasado 22 de Septiembre conocíamos la trágica noticia de la muerte de la británica Jemma-Louise Roberts de 13 años a causa de un Síndrome de Shock Tóxico asociado a tampones (SST). 

Este shock consiste en una infección originada por el Estafilococos Aureus que puede llegar a ser mortal. Al parecer, el material por el cual están formados los tampones produciría unas fibras que propiciarían un ambiente agradable para la proliferación de las bacterias. La absorción parece apuntar como principal culpable.

Las recomendaciones para evitarlo son, entre otras, evitar el uso de tampones altamente absorbentes y utilizarlos entre 4-6 horas. Sin embargo, ha nacido una alternativa: la copa menstrual.

La copa menstrual está formada por silicona y tiene forma de recipiente, de tal manera que colecciona el flujo menstrual sin absorber, cosa que hace que no se altere ni el pH ni la flora de la vagina evitando candidiasis vaginal, sequedad vaginal, alergias y lo más importante, el SST.

La sexualidad de las mujeres, un rentable negocio capitalista

Una mujer utiliza unos 240 tampones al año lo que supone un gasto de unos 50 euros anuales, o lo que es lo mismo, 500 en 10 años. La copa, en cambio, cuesta entre 15 y 30 euros y no es necesario renovarla a lo largo de 10-15 años. Como es evidente, esto es un problema para las grandes empresas, que en el caso de que su uso se popularizara, verían sus beneficios mermados. 

De nuevo, son las principales empresas y laboratorios farmacológicos convirtiendo la salud de las mujeres en un rentable negocio. La copa menstrual, no sólo es una alternativa más económica que los tampones y las compresas, sino que además es más segura y saludable, protegiendo de irritaciones, evitando numerosas incomodidades y así como también diversas enfermedades. 

Sin duda, el negocio de los tampones y compresas, así como toda la industria de la higiene íntima femenina forma parte de ese gran dispositivo de control sobre los cuerpos de las mujeres que es el patriarcado. Éste establece múltiples tabúes y prejuicios sobre dichos cuerpos impidiendo que nos relacionemos con ellos, los conozcamos y gestionemos nuestra sexualidad de forma consciente: desde la idea de que la vagina de las mujeres es algo sucio y que por tanto debemos evitar tocar, hasta la consideración de que la regla es algo de lo que hay que avergonzarse, ocultar y vivir en la intimidad.

Prejuicios fuertemente asentados en la mentalidad de las mujeres y que provoca el rechazo de muchas a la copa menstrual. Tenemos grabado tan a fondo que la menstruación es algo sucio, repugnante, que por ende también lo es el uso de la copa menstrual que nos permite un contacto más íntimo con la sangre que sale de nuestra vagina una semana al mes.

Esto pues es un ejemplo de la alienación impuesta hacia nuestro propio cuerpo, el sentirlo extraño, fuera de nuestro control y nuestros deseos. Algo que contrasta fuertemente con la sexualidad masculina.

De hecho, los hombres no tienen ningún problema en llevarse las manos hacia sus genitales, ya sea para rascarse cuando les pica o para masturbarse. Sin embargo, en el caso de la mujer, no es "propio de una señorita" llevarse la mano a la entrepierna bien sea para rascarse, masturbarse o colocarse un tampón o una copa menstrual.

Ya es hora de que las mujeres nos organicemos, alcemos nuestras voces y tomemos el control de nuestros cuerpos. Que sea nuestra la decisión de qué utilizar y que desmitifiquemos la regla como algo asqueroso y nuestros genitales como algo impuro e intocable. Pongamos por delante nuestra comodidad y nuestra salud por encima de los intereses de ninguna empresa para la que solo somos ganancias económicas.