Cada vez son más los casos de abuso sexual de la Iglesia Católica que han salido a la luz pública, casos que se han abordado de manera inentendible incluso preguntando al afectado si “sintió placer” durante los hechos.
Jueves 16 de agosto de 2018
La Fundación para la Confianza apoyando al ex acólito Javier Molina, quien fue víctima de abuso sexual cuando tenía 13 años por el sacerdote Jorge Laplagne, este martes interpuso una querella por abuso sexual en contra del sacerdote y por encubrimiento a quienes indagaron el caso, entre ellos Raúl Hasbún, el cardenal Francisco Javier Errázuriz, Ricardo Ezzati y Oscar Muñoz, donde este último se encuentra detenido por cuatro acusaciones de abuso sexual.
Los hechos de violencia sexual comenzaron a transcurrir durante el año 2002 acrecentándose durante el 2004, luego de esto en el año 2010 el afectado denunció a Laplagne a la misma institución, dando a conocer los detalles a las autoridades del Arzobispado quienes desecharon la acusación.
La investigación al interior de la institución estuvo a cargo de Raúl Hasbún y Oscar Muñoz, quienes también han participado en otros casos como el de Precht y Karadima. Durante ese tiempo, el arzobispo de Santiago era Francisco Javier Errázuriz quien tenía el poder de decisión con respecto al caso y firmó para que este se archivara y no pasara a investigación. Ricardo Ezzati también es acusado de encubrimiento, ya que durante este año cuando se reabrió el tema no derivó a fiscalía el caso incluso manejando los antecedentes.
El arzobispado de Santiago, hasta el momento solo se ha limitado a mencionar que cuando ocurrió la denuncia en el año 2010 no se confirmó la verosimilitud de los hechos, y que ahora sí se está avanzando en las investigaciones, sin embargo no se refieren a cómo abordaron el caso en ese entonces, donde el afectado relata que “me llamó la atención algunas de las preguntas del padre Hasbún: si buscaba compensación económica y si sentí placer cuando (Jorge Laplagne) me metió el dedo en el ano. Al finalizar la declaración, me hicieron firmar un documento en el que renunciaba a hacer cualquier presentación ante tribunales”
La Iglesia Católica ha actuado como cómplice y encubridora ante este tipos de casos, no es la primera vez que lo vemos, siendo la solución para ellos mantener todo bajo la alfombra para así mantener su imagen limpia, en desmedro de los afectados que alguna vez confiaron en la institución.
Esta institución cada día se desmorona a pedazos, y no podemos permitir que siga siendo un pilar fundamental del régimen que interviene en cada uno de los aspectos de nuestras vidas, criticando y negándose a nuestras demandas como por ejemplo el derecho al aborto. Los mismos que abusan y encubren a abusadores, son lo que nos niegan el derecho a decidir sobre nuestros cuerpos a través de su moral conservadora y su santa alianza con el Estado, dejando que sean miles de mujeres las que mueran por abortos clandestinos haciendo oídos sordos a un problema de salud pública.
Es necesaria que salgamos a cuestionar y exigir la separación efectiva de la Iglesia y el Estado, como lo vienen impulsando los compañeros de Argentina del PTS-FIT, no podemos permitir que la principal institución sostenedora y reproductora del machismo en la sociedad siga gozando de impunidad y decidiendo por millones.