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Red Internacional
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MIGRACION. La crítica situación que viven migrantes en el terminal de buses de Antofagasta

Cientos de viajeros se apuestan a las afueras de la entrada al terminal de buses de Antofagasta esperando poder tener un cupo en la residencia sanitaria mientras esperan resultados de antigenos para COVID19, algo que la autoridad sanitaria informa en lo formal pero que choca inmediatamente con la cruda imagen que ofrece la realidad. 

Domingo 29 de agosto de 2021

Durante la jornada de ayer a una familia de migrantes venezolanos que contaban con toda la documentación para poder viajar fueron descendidos del bus bajo la excusa de que no contaban con todo según la norma, cuando el bus se fue, se confirmó que sí podrían haber viajado, solo que para ese momento el bus se había ido y ellos no tenían más que a sí mismos, dos adultos y dos menores de 15 y 3 años, sus bolsos, un perro y una cita en Santiago para un puesto de trabajo. 

Keyli, relata que fueron amenazados repetidamente por el conductor de bajarlos del bus antes de llegar a destino, y que fue ese el motivo de que fueran fiscalizados. Pero, no son solo Keyli y su familia, son cientos de migrantes que ya alcanzan los 1,5 millones al 31 de diciembre de 2019 como residentes en Chile (INE) y que hoy día viven la política migratoria, criminalizadora, racista, segregadora que ha impulsado el Gobierno de Piñera con las deportaciones, a pesar de que migrar se considera un derecho humano. 

Si bien es verdad que el racismo y la xenofobia son valores arraigados en la cultura de las y los trabajadores y promovidos por los empresarios, es algo que no mejoran las políticas criminalizadora, que muestran como “ilegales” a las personas que migran irregularmente, del mismo modo como se hizo en su momento con la vanguardia de octubre: la primera línea, encarcelándolos “por ser criminales” a pesar que lucharon codo a codo para levantar la exigencia de terminar con los 30 años de saqueo de nuestro trabajo, nuestros derechos, la naturaleza, en suma de nuestras vidas. 

Pero no solo queda lamentarse y bajar la cabeza ante el hecho consumado, la organización y la coordinación deben ser centrales para combatir lo que se nos presenta como lo legal y absoluto. Sabemos que la migración, y no de forma abstracta sino con todo lo que se requiere para hacerlo (pasajes, estadía, alimentación, trámites, etc) deberían ser garantizados como un derecho humano, pues es de personas de quienes hablamos. Pero en los hechos, la realidad es que hay cientos de personas migrando esperando en el calor de un día soleado en Antofagasta, la perla no está brillando para ellos y ellas. 

Estas palabras son un llamado a la solidaridad para lo sindicatos, centros de estudiantes, organizaciones de pobladores, para levantar ayuda humanitaria que es urgente, alimentación, higiene, albergue, para quienes buscan mejores condiciones de trabajo y de vida. La solidaridad se ha levantado ya en ollas comunes y debe extenderse a otros organismos de trabajadores, jóvenes y pobladores, así daremos respuesta a una crítica situación migratoria.