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La historia del 1º de Mayo en el Estado Español

Jorge Remacha

La historia del 1º de Mayo en el Estado Español

Jorge Remacha

Ideas de Izquierda

Este año en el Estado Español sólo habrá manifestaciones en coche el 1 de Mayo. ¿Cuántas veces se ha prohibido? ¿Cuándo empezó a celebrarse? La historia de este día está plagada de agitación, represión y lucha. Conócela en este artículo.

Este año el 1º de Mayo tiene lugar en plena pandemia del coronavirus, con la población confinada en medio de una crisis galopante. Las manifestaciones, convocadas por la izquierda sindical, tienen lugar en coche y amenazaban ser ilegalizadas por el Gobierno a pesar de ser seguras. También a las 20h hora española (19h en Canarias) puedes seguir en Izquierda Diario un acto simultáneo internacional. Pero, ¿cómo empezó a implantarse el 1º de Mayo?

Con la consigna “8 hs de trabajo, 8 hs de descanso y 8 hs para la recreación”, el 1º de Mayo de 1886 en ciudades de Estados Unidos se organizó una gran huelga que juntó a 350.000 trabajadores. En Chicago, tras la represión policial se condenó a muerte a 8 trabajadores, 5 de los cuales fueron ejecutados.

Historia: ¿Por qué el 1ro de Mayo es el Día Internacional de los Trabajadores?

En 1889, en homenaje a los que ya serían conocidos como Mártires de Chicago, la Segunda Internacional declaró el 1 de mayo como el Día Internacional de los Trabajadores. Pero, como esta nota trata de su origen en el Estado Español, para conocer más aquella historia te recomendamos ver el siguiente vídeo:

En multitud de países comenzó a celebrarse en 1890, siguiendo las resoluciones del Congreso de la II Internacional en París, y su implantación en el Estado Español estaría plagada de obstáculos para las organizaciones obreras.

A las dificultades para organizar a un proletariado con jornadas que podían superar fácilmente las 13 y 14 horas sin días libres y elevadas tasas de analfabetismo, se sumaba la cruenta represión estatal, que dejaba un amplio número de muertos, heridos y detenidos.

En 1890 el gobierno de Cánovas del Castillo aún ilegalizaba la huelga y la asociación obrera, acababa de legislar a favor del trabajo infantil y había abolido la esclavitud en las colonias sólo cuatro años antes. En Europa, las burguesías de todo el continente aún tenían pesadillas con el reciente fantasma de la Comuna de París en 1871.

Ruta Virtual: lecciones históricas de otras grandes crisis

Pese a todo ello, el primer 1º de Mayo fue un éxito. En Madrid se movilizarán más de 40.000 trabajadores, finalizando el día con la entrega de un petitorio a la presidencia, una estrategia socialista que quedaría rebasada por el descontento obrero en ciudades como Barcelona.

En la capital catalana, tras una gran movilización de más de 100.000 obreros, muchos decidieron mantenerse en huelga hasta conquistar la jornada de 8 horas, a lo que el gobierno respondería con el Estado de guerra en una situación que se prolongaría hasta el 12 de mayo, lo que sucederá también en ciudades como Zaragoza y reportará mejoras laborales para varios sectores de la clase trabajadora.

En Bilbao sería necesaria una nueva huelga desde el 12 al 21 de la que los mineros fueron vanguardia, para revertir los despidos a los participantes en el 1º de Mayo, manteniéndose a pesar del Estado de Guerra declarado por el Gobierno en la zona, logrando la reducción de la jornada laboral. Ciudades como Valencia, Córdoba y Sevilla también acogieron importantes movilizaciones.

El Estado de Guerra fue una forma habitual de proceder por parte del Gobierno ante los problemas sociales, entendidos como de “desorden público”. Esta respuesta se mantiene con pocos cambios hasta los años 20 por parte de unas clases de orden con una tradición de mediación social casi nula.

La respuesta a la agitación social con la suspensión de garantías constitucionales suponía el control del orden público mediante un modelo militarizado. Era habitual que en Estado de Guerra se utilizase la jurisdicción militar, la persecución a organizaciones obreras, la disolución violenta de protestas, la ilegalización o detención de la dirección de agrupaciones, el pistolerismo patronal o la aplicación de la Ley de Fugas, con la cual era posible que la policía dispare a un detenido, asegurando que trataba de fugarse.

Con el paso de los años, la clase trabajadora iría imponiendo el 1º de Mayo en el calendario de la lucha obrera, siendo el pistoletazo de salida para numerosas huelgas y manifestaciones, así como una forma de blindar los congresos de organizaciones obreras de la persecución policial.

Tradicionalmente, los sectores en torno a la UGT y al PSOE optaban por el envío de peticiones, mítines y manifestaciones pacíficas y por el enfoque de las demandas desde el intervencionismo y la regulación estatal, con exigencias como la “prohibición del trabajo a los niños menores de catorce años” o la “vigilancia de los establecimientos industriales por medio de inspectores del Estado”.

En cambio, los sectores anarquistas abogaban por la convocatoria de huelgas indefinidas generales los 1º de Mayo bajo la consigna de “no trabajar más si no es con la condición de trabajar sólo ocho horas”, lo cual era frecuentemente respondido con despidos masivos, revocados con potentes huelgas.

Aunque tras el asesinato de Cánovas del Castillo, el 1º de Mayo fue “legalizado” por el Gobierno Central, las autoridades provinciales siempre contaron con la potestad y la costumbre de prohibirlo, tal y como sucede en Madrid en 1903.

En 1906 el gobierno autorizaría los actos de celebración del 1º de mayo que se limitaran a una manifestación pacífica y a la entrega de petitorios obreros a las autoridades, siendo éstas las tácticas que defendían los socialistas y que el Gobierno denominaba “fiesta del trabajo”.

Sin embargo, los primeros días de mayo seguirían siendo fechas de
grandes movilizaciones, como en el caso de los años 1911 y 1912 y especialmente en el ciclo de 1917-1920 conocido como Trienio Bolchevique, donde la elevada conflictividad social tumba varios gobiernos y arranca importantes conquistas laborales y de regulación de precios.

A partir de 1923, la dictadura de Primo de Rivera prohibiría el 1º de Mayo, únicamente permitido en locales cerrados y al PSOE-UGT, siendo el único partido legal en el gobierno de la dictadura por la colaboración de sus dirigentes con la misma.

Con la llegada de la II República en 1931, el gobierno de Azaña legalizaría la “fiesta del trabajo”, que se incluiría por primera vez como fiesta oficial en el calendario. Sin embargo, en 1932 este mismo gobierno lo prohibirá alegando razones de orden público y reprimirá duramente huelgas celebradas en 1º de Mayo, como la de las “Seis semanas” en 1934.

El 1º de Mayo sería elegido en 1936 por la CNT para celebrar en Zaragoza su XI Congreso, en el que votaría la alianza con la UGT de cara a enfrentar un golpe de estado reaccionario, así como la negativa a organizar un ejército con el gobierno republicano, lo que meses después acabaría sucediendo.

Durante la Guerra y la Revolución Española, el 1º de Mayo sería una oportunidad para la convocatoria de actos de masas y precedente inmediato a los Hechos de Mayo de 1937, en los que el gobierno republicano enfrentaría a los trabajadores en Barcelona y asesinaría a buena parte de los militantes de las organizaciones revolucionarias.

En 1937 en la zona franquista se aboliría el 1º de Mayo. Desde 1938, con la aplicación del Fuero del Trabajo, la “Fiesta de Exaltación del Trabajo” se desplazaría al 18 de julio, aniversario del golpe de estado franquista. Esta fecha sería durante la dictadura un día clave en el calendario para los sectores más cercanos al “Nacional-Sindicalismo” de Falange, especialmente fuerte en el Sindicato Vertical, el oficial del franquismo.

Sin embargo, las organizaciones obreras clandestinas seguían teniendo esa fecha en mente, como se demostraría en mayo de 1947 con las protestas en Bizkaia contra los míseros salarios de la posguerra. También en otras ciudades europeas donde residían refugiados y emigrados españoles, organizaciones como el PSOE, el PCE o la UGT celebraron protestas contra el franquismo en 1º de Mayo durante los años 50 y 60, especialmente en París y Marsella.

Desde 1956 el franquismo instrumentalizaría el 1º de Mayo como día de San José Obrero o San José Artesano. A partir de entonces el 1º de Mayo sería escenario de actos de masas del sindicalismo vertical franquista en estadios y plazas, como exhibiciones folklóricas y ejercicios gimnásticos. Sin embargo, desde finales de los 60 otro tipo de 1º de Mayo comenzaba a imponerse entre la ilegalidad.

El aumento de la protestas obrera al final del franquismo se expresaba entre declaraciones de Estado de Excepción (que coincidían con la revisión de grandes convenios) y organización clandestina. La “huelgona” de Asturias en 1962 había sido un gran aviso del auge obrero que estaba por venir. Los 30 de abril se extendieron los minutos de silencio en las fábricas o los boicots al transporte (como la Huelga de Tranvías de 1951 en Barcelona) y los 1º de Mayo concentraciones rápida ante las sedes del Sindicato Vertical.

Era habitual que los días anteriores al día 1 se tirase de ficha policial para detener en las casas o centros de trabajo a sindicalistas y militantes fichados, una práctica que sobrevivió al franquismo y se aplicó especialmente antes del 1º de Mayo de 1976. La dictadura había agonizado entre movilizaciones obreras, populares y juveniles y el régimen de la Transición endureció la represión respecto a los últimos años del franquismo, al ser 1976 el año con mayor número de huelgas de la década.

La primera gran celebración del 1º de Mayo desde la década de 1930 fue el de 1977, tras la legalización de algunos partidos políticos, como el PCE o el PSOE, con masivas manifestaciones en todas las ciudades. En octubre del mismo año el régimen decretaría la Amnistía de una parte de la izquierda que seguía encarcelada a cambio de la imposibilidad de juzgar los crímenes franquistas.

El mismo año tendría lugar la firma de los Pactos de la Moncloa, un acuerdo entre el aparato proveniente del franquismo en UCD y AP y de la antigua oposición del PSOE, PCE, UGT, CCOO y los autonomismos catalán y vasco, sobre el cual se edificarían el Régimen del 78, la vuelta de la monarquía aprobada por Franco y el neoliberalismo español. En 1978 sería la primera vez tras la II República que el 1º de Mayo volvería a ser feriado oficial.

En las décadas posteriores el 1º de Mayo se mantuvo, pero sería un termómetro de la bajada de afiliación del sindicalismo causada por los pactos con la ofensiva antiobrera de los 80 y 90, con la reconversión industrial, el aumento del paro, la caída del salario real o la generalización de las ETTs.

Con el ciclo de movilizaciones tras la crisis de 2008 esta fecha volvió a aumentar su asistencia, mientras en 2020 vemos precipitarse una nueva crisis económica en tiempo récord que los capitalistas de todo el mundo quieren descargar sobre una clase obrera que mandan confinarse o exponerse a riesgos al ritmo de sus ganancias.

En la “primera línea” para que los capitalistas paguen la crisis pandémica y sus brutales consecuencias

Frente a esta realidad, está surgiendo en diversos países otra “primera línea” de luchas obreras y populares, anticipando lo que vendrá cuando pasen los picos de la pandemia y emerjan sus consecuencias sociales, políticas y económicas. Los escribas de la burguesía alertan sobre “insurrecciones” y “revoluciones” de la clase trabajadora y el pueblo.

Este 1º de Mayo, Día de la clase trabajadora, a las 20h hora española (19h en Canarias), no te pierdas en Izquierda Diario el acto simultáneo internacional: 14 países, 6 idiomas, un acto internacionalista. En todo el mundo levantemos un programa y una estrategia de lucha para que esta crisis la paguen los capitalistas.

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Jorge Remacha

Nació en Zaragoza en 1996. Graduado en Historia en la Universidad de Zaragoza. Milita en la Corriente Revolucionaria de Trabajadores y Trabajadoras (CRT) del Estado Español y en la agrupación juvenil Contracorriente.