Ronald Johnson, con una trayectoria en inteligencia militar y diplomacia de "mano firme", simboliza el endurecimiento de las políticas de Washington hacia México, la cual amenaza con subordinar la agenda nacional a los intereses de seguridad de Estados Unidos.
La Izquierda Diario México @LaIzqDiarioMX
Miércoles 11 de diciembre 01:34
Donald Trump, presidente electo de Estados Unidos, ha anunciado el nombramiento de Ronald Johnson como embajador en México. Johnson, veterano de la CIA con experiencia en operaciones antiterroristas y combate al narcotráfico, representa el giro hacia una política exterior estadunidense centrada en los intereses de seguridad de Estados Unidos.
Trump elogió la labor de Johnson como embajador en El Salvador durante su primera administración, destacando su papel en la reducción de la migración y delitos violentos. En ese período, Johnson trabajó estrechamente con el presidente salvadoreño Nayib Bukele, que impulsó políticas de mano dura contra las pandillas que derivaron en militarización y restricciones severas a las libertades civiles. Durante su gestión, Johnson respaldó iniciativas de seguridad alineadas con los intereses de Washington, ignorando en gran medida las denuncias internacionales sobre detenciones arbitrarias, abusos policiales y el debilitamiento de las instituciones democráticas en El Salvador.
Marco Rubio, próximo secretario de Estado del país vecino, ha defendido esta política como un pilar de la “prosperidad y seguridad” de su nación, sin reparar en los costos que estas medidas podrían acarrear para México. Johnson, con su historial en el Comando Sur del Pentágono, llega con la misión explícita de frenar los flujos migratorios y el tráfico de fentanilo, lo que refuerza un enfoque militarista que prioriza los intereses estadounidenses sobre los derechos humanos y la estabilidad regional.
La designación de Johnson ocurre en un contexto de renovadas tensiones entre México y Estados Unidos. La agenda de Trump apunta a presionar al gobierno mexicano para implementar estrategias alineadas con sus objetivos de seguridad ─así como la acentuación de su hegemonía comercial mediante medidas arancelarias-. Estas medidas, que históricamente han militarizado las fronteras y criminalizado la migración, plantean riesgos de aumentar la violencia y las violaciones a los derechos humanos en la región.
El gobierno de Claudia Sheinbaum podría enfrentar desafíos adicionales para resistir las presiones de Washington. La llegada de Johnson subraya el riesgo de que México sea obligado a adoptar políticas que no sólo contradicen su propia narrativa, sino que profundizan la dependencia del país frente a Estados Unidos. La nominación de un halcón como Johnson a la embajada en México es una advertencia clara: las prioridades estadounidenses dictarán nuevamente el rumbo de la relación bilateral, reforzando un esquema de subordinación que compromete la "soberanía" de México y amenaza con agudizar las crisis migratorias y de seguridad.