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La izquierda europea, entre la ilusión de reformar la Europa del capital y el retorno al “soberanismo”

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Mural del artista británico Banksy en Dover. EFE

La izquierda europea, entre la ilusión de reformar la Europa del capital y el retorno al “soberanismo”

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Ante las elecciones europeas del próximo 26 de mayo, los grupos pertenecientes a la Fracción Trotskista-Cuarta Internacional y grupos simpatizantes en Europa publicamos esta declaración común. Para enfrentar las políticas de la Europa del capital y la xenofobia de la extrema derecha, es necesario luchar por un programa internacionalista, anticapitalista y de clase.

Las elecciones europeas del próximo 26 de mayo no solo definirán la composición del Parlamento comunitario, sino que servirán como termómetro de las tendencias políticas de los distintos países.

El crecimiento de la extrema derecha y la profundización de la crisis de muchos de los partidos de gobierno en Europa, aunque de manera desigual, son los principales resultados que se esperan de las próximas elecciones europeas.

En Francia, después de más de seis meses de lucha persistente de los “chalecos amarillos” y jornadas cargadas de una represión brutal contra los manifestantes, que han dejado miles de heridos y procesados, la popularidad de Macron sigue a la baja. En ese marco, según algunas encuestas, el partido de extrema derecha Agrupación Nacional de Marine Le Pen podría superar al partido de gobierno en estas elecciones, mientras Francia Insumisa de Melenchon podría obtener un 10% de los votos.

Merkel también se enfrenta a una prueba en estas elecciones, después de haber anunciado su retirada como jefa del partido conservador CDU en Alemania. Según las últimas encuestas, que muestran un elevado índice de abstención, la “Gran Coalición” de la CDU y el SPD sólo conseguiría el 48% de la intención de voto frente al 62% que sumaban en 2014.

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En Italia, la Liga de Salvini crece en detrimento del Movimiento 5 Estrellas, con fuertes tensiones al interior de la coalición de gobierno. En Reino Unido, sumido en el trauma del ‘brexit’, se vivirá la absurda situación de tener que participar de unas elecciones al Europarlamento. Todo indica que el nuevo partido nacionalista y xenófobo de Nigel Farage (El Partido del Brexit) superará a laboristas y conservadores, expresión del gran descontento con los partidos tradicionales y con el estancamiento de las negociaciones por el ‘brexit’.

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En el Estado español, la partida electoral más importante se jugó el 28A, con el triunfo de Pedro Sánchez. La campaña hacia el 26M aparece como una continuación de la anterior, en el marco de la espera por los pactos para la formación de gobierno. Se pronostica que el PSOE va a afianzar su posición, mientras que Vox logrará entrar por primera vez al organismo europeo para sumarse al bloque de la extrema derecha y los partidos populistas xenófobos.

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Estas elecciones volverán a poner en evidencia la persistencia de las crisis orgánicas que recorren a los regímenes de diversos países de Europa, ante las cuales las clases dominantes buscan salidas a favor de sus intereses. Pero también los explotados aprovechan las brechas “por arriba” para expresar sus propias demandas “por abajo”.

La lucha de los “chalecos amarillos” en Francia como expresión de un profundo descontento social; las manifestaciones de empleados públicos, docentes y transportistas contra el gobierno de Costa en Portugal; las masivas manifestaciones del movimiento de mujeres el pasado 8 de marzo; las protestas en Hungría contra el régimen ultraderechista de Viktor Orbán y su llamada “ley de esclavitud”; así como la lucha masiva de las masas en Argelia y Sudán contra regímenes autoritarios sostenidos históricamente por el imperialismo europeo -especialmente el francés-, muestran la perspectiva de reemergencia de la lucha de clases. Y junto con ello, la necesidad de desarrollar el frente único combativo para la lucha, enfrentando el divisionismo y las capitulaciones de las direcciones sindicales burocráticas.

La extrema derecha y la Europa del capital

Los partidos de la extrema derecha podrían obtener un 20% de los escaños del Europarlamento, que sumados a los ultraconservadores significaría cerca del 30% de los eurodiputados. Actualmente, grupos de extrema derecha ya integran los Parlamentos nacionales en todos los países de la Unión Europea, con la excepción de Portugal, Irlanda, Luxemburgo, Malta y Reino Unido. El Estado español ha sido el último en sumarse al club, con el ingreso de Vox al Congreso tras las pasadas elecciones del 28A.

Aunque con desigualdades, el euroescepticismo es común a la mayoría de estos grupos, aunque la cuestión monetaria ya no se plantea como eje de sus programas, que en muchos casos se inclinan por renegociar tratados europeos para fortalecer las reaccionarias fronteras nacionales y recuperar atribuciones delegadas en Bruselas. Combinan una ideología nacionalista, populismo y xenofobia, apelando a los “olvidados” por el establishment de la UE. Los inmigrantes son el blanco principal de sus ataques reaccionarios.

Pero el crecimiento de la xenofobia contra los inmigrantes y refugiados no es un programa exclusivo de la extrema derecha. Es una realidad cada vez más consolidada en la Europa fortaleza, donde todos los gobiernos, ya sean de la extrema derecha, conservadores o social liberales, han endurecido las políticas migratorias en los últimos años, después del verano del 2015, en plena crisis migratoria. Para muestra basta un ejemplo trágico: mientras miles de inmigrantes siguen muriendo en el Mediterráneo, ni el gobierno de extrema derecha de Salvini, ni el gobierno “progresista” del PSOE español autorizan a los barcos de las ONG que rescatan inmigrantes para atracar en sus puertos. Todos los gobiernos mantienen Centros de internamiento para extranjeros, Leyes de extranjería y aceleran las deportaciones, mientras la UE mantiene pactos reaccionarios con Turquía, Marruecos o Libia para que actúen como gendarmes de las fronteras europeas.

Las migraciones aumentan producto de la situación de miseria, crisis, y conflictos militares en los países de origen, que en muchos casos son provocados por las intervenciones imperialistas. Mientras cientos de miles de personas se ven obligadas a migrar escapando del hambre y la guerra, los capitalistas y sus Estados promueven el racismo y la xenofobia, para imponer condiciones de mayor precariedad y explotación a los trabajadores de origen migrante en Europa, aumentando sus ganancias y dividiendo las fuerzas de la clase trabajadora. Las mujeres migrantes enfrentan múltiples opresiones y ocupan gran parte de los trabajados más precarios.

Las potencias imperialistas Europas, ya sea a través de su participación en la OTAN o desde las instituciones de la UE mantienen alianzas estratégicas con monarquías autocráticas como Arabia Saudí (responsable de la masacre del pueblo yemení) y con el Estado sionista de Israel. También han apoyado las intentonas golpistas del imperialismo norteamericano y la derecha en Venezuela, dando su reconocimiento a Guaidó.

En este escenario, es urgente desarrollar una política internacionalista y de clase, en apoyo a los pueblos oprimidos por el imperialismo europeo que defienda el fin de las intervenciones imperialistas, la derogación de las deudas a los países expoliados por el imperialismo, la libre autodeterminación de los pueblos, el libre movimiento de las personas, plenos derechos políticos y sociales para los migrantes, el cierre de los Centros de internamiento para extranjeros y la derogación de las reaccionarias Leyes de extranjería, entre otras medidas.

La izquierda neorreformista no es alternativa

La izquierda europea se dirime entre alternativas “soberanistas de izquierda” como en el caso de la France Insumise de Mélenchon en Francia, o utópicas propuestas para reformar la Unión Europea del capital, como en el caso de la candidatura Unidas Podemos.

Mélenchon declaraba en una entrevista reciente que para “iniciar una nueva era de civilización humana", sólo hay una solución: “abandonar los tratados que organizan la Unión Europea”. Con un discurso populista de izquierda, Mélenchon busca capitalizar el descontento con las desacreditadas instituciones de la UE, proponiendo restituir la “soberanía nacional francesa”. Una posición nacionalista de izquierda que flirtea con la agenda xenófoba de la extrema derecha. Pero la precariedad laboral, la explotación, la miseria en los barrios pobres de las banlieues, la degradación de los servicios públicos o el encarecimiento de la vida, no son consecuencia únicamente de los “tratados europeos” y las políticas de Bruselas. Son, sobre todo, el resultado de las políticas de los distintos gobiernos que han defendido los intereses de la burguesía francesa imperialista a costa de la miseria de los trabajadores y el pueblo pobre, en Francia y en el exterior. Eso Mélenchon no lo pone en cuestión, porque pretende restituir la “soberanía nacional” francesa de la mano de su propia burguesía.

En el Estado español, la candidatura de Unidas Podemos se presenta como una alternativa "al neoliberalismo y al neofascismo" en Europa y denuncia los acuerdos -que son algo permanente- entre el grupo socialista y el grupo popular en el Europarlamento, que han permitido aplicar las principales políticas neoliberales durante las últimas décadas. Pero al mismo tiempo que denuncian al PSOE en el Europarlamento, promueven un gobierno común con ellos social-liberales del PSOE en el Estado español.

Algo similar ocurre con el Bloco de Esquerda y el PC en Portugal, que vienen sosteniendo desde hace cuatro años al gobierno socialista de Costa, campeón en mantener las reformas laborales y las privatizaciones. Podemos, el Bloco o Die Linke, se proponen la utópica y reaccionaria tarea de “reformar” la Unión Europea y presionar desde las instituciones de la Europa del capital para obtener algunas migajas. Proponen presionar por una “Europa democrática”, como si la UE no fuera desde sus orígenes un bloque imperialista bajo la hegemonía alemana para defender los intereses de los capitalistas, lo que explica toda su arquitectura burocrática y reaccionaria.

El trágico ejemplo de Grecia en 2015, donde Syriza pasó en pocos meses de presentarse como la “nueva” izquierda antineoliberal, a ser los mayores aplicadores de todas las privatizaciones, recortes y ajustes de la Troika, dejó al desnudo la impotencia de los proyectos neorreformistas y demuestra que no es posible una superación pacífica y gradual de la Europa imperialista en los marcos capitalistas.

Ni europeísmo ni soberanismo, internacionalismo revolucionario

Estas dos grandes posiciones que atraviesan a la izquierda europea -europeístas y soberanistas- son igualmente reformistas y llevan a un callejón sin salida. Para enfrentar las políticas de la Europa del capital y la xenofobia de la extrema derecha, es necesario luchar por un programa internacionalista, anticapitalista y de clase. Un programa que permita superar la fragmentación de las filas obreras, combatir la xenofobia y ganar para esta lucha a los sectores de las clases medias arruinadas por la crisis, que, de lo contrario, se transforman en base social de la demagogia de la extrema derecha.

Un programa con medidas de emergencia como el reparto de las horas de trabajo entre todas las manos disponibles sin rebaja salarial, el fin de la precariedad laboral y la derogación de las reformas laborales, el aumento del salario mínimo al nivel del coste de vida, la nacionalización de la banca y sectores estratégicos de la economía bajo control de los trabajadores.

Frente a los recortes y las medidas austeritarias impuestas por Bruselas, planteamos el aumento presupuestario para salud, educación y servicios sociales en base al no pago de la deuda (y la lucha por la condonación de las deudas desde los países acreedores), así como la ruptura de todos los pactos y tratados de la Unión Europea.

Contra el racismo y la xenofobia luchamos por libertad de circulación para todas las personas, plenos derechos políticos y sociales para refugiados e inmigrantes y derogación de las Leyes de Extranjería.

Frente a las políticas conservadoras “antigénero” promovidas por el Vaticano y la extrema derecha, apoyamos la lucha del movimiento de mujeres y LGTB contra la violencia de género y la homofobia, contra todo intento de recortar conquistas como el derecho al aborto o el matrimonio igualitario y por la ampliación de derechos, al mismo tiempo que planteamos que no es posible terminar con las opresiones de género, raza o sexualidad en el marco del sistema capitalista, basado en la explotación y la miseria de millones para sostener las ganancias de una minoría.

Frente a las tendencias bonapartistas y represivas en los Estados, defendemos la libertad de los presos políticos y la derogación de leyes liberticidas como la Ley Mordaza que atacan la libertad de expresión y manifestación. Estamos por la defensa de la libre autodeterminación de los pueblos, y apoyamos la lucha del pueblo catalán por su derecho a decidir, contra la represión del Estado español.

Frente a la catástrofe del cambio climático, planteamos un programa que apunte contra el poder de las multinacionales, que son las principales responsables de la contaminación ambiental y la degradación del ambiente en todo el planeta. El objetivo de reorganizar radicalmente el sector de la industria energética se vuelve urgente, expropiando a las grandes corporaciones para poner las empresas bajo la gestión democrática de las trabajadoras y los trabajadores, bajo supervisión de comités de usuarios. La nacionalización sin indemnización y bajo control obrero todas las empresas de transporte, así como las grandes empresas automovilísticas, es fundamental para lograr una reducción masiva de la producción automotriz y del transporte privado, mientras se desarrolla el desarrollo de transporte público en todos sus niveles. La nacionalización bajo gestión directa de las y los trabajadores de sectores como estos, sería solo el primer paso hacia la nacionalización del conjunto de los sectores económicos estratégicos de las ciudades y el campo, con el objetivo de establecer un plan general verdaderamente sustentable.

Un programa de este tipo solo puede llevarse adelante por medio de la lucha de clases en toda Europa, recuperando el método de las huelgas generales y superando la pasividad impuesta por las direcciones sindicales y las ilusiones “parlamentaristas” del nuevo reformismo.

En las elecciones europeas del próximo 26M, desde la CRT del Estado español no hemos presentado una candidatura y llamamos a votar a la del Movimiento Corriente Roja. A pesar de las importantes diferencias tanto programáticas como estratégicas que tenemos con esta corriente a nivel nacional e internacional, en esta ocasión se presenta con un programa de independencia de clase. En Francia, nuestros compañeros de Révolution Permanente, impulsado por la CCR en el NPA, llaman a votar por los candidatos de Lutte Ouvrière.

Frente a la Europa del capital, que no puede ofrecer más que miseria y tragedias sociales para los trabajadores y el pueblo, reivindicamos la lucha por gobiernos obreros, en la perspectiva de los Estados Unidos Socialistas de Europa.

◆ Corriente Comunista Revolucionaria (CCR) en el NPA, Francia
◆ Corriente Revolucionaria de Trabajadores y Trabajadoras (CRT), Estado español
◆ Organización Revolucionaria Internacionalista (RIO), Alemania
◆ Fracción Internacionalista Revolucionaria (FIR), Italia


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