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Red Internacional
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Solidaridad con Palestina. La lucha contra el genocidio: la posibilidad para rearticular el movimiento estudiantil y construir una juventud antiimperialista

El movimiento estudiantil en todo el mundo muestra la potencialidad para influir a otros sectores y contrarrestar las tendencias a la derecha y extrema derecha que imprime la situación ¿Podrá avanzar a convertirse en una generación de jóvenes antiimperialistas?

Lunes 20 de mayo

Esta generación ya se compara con la juventud que se levantó contra la guerra de Vietnam, dando paso a uno de los movimientos estudiantiles más emblemáticos y combativos: el movimiento estudiantil del mayo francés del 68’ que actuó como “vanguardia táctica” (Bensaid), contagiando a la clase trabajadora a organizarse y a luchar, rompiendo la resistencia conservadora de la burocracia sindical ligada al Partido Comunista y unificando las demandas educativas contra la universidad burguesa con demandas políticas nacionales (como principal opositor al gobierno de De Gaulle) e internacionales (contra la guerra de Vietnam). La represión contra el movimiento estudiantil y el autoritarismo universitario sólo extendió la lucha, sumando a las centrales sindicales y organizaciones obreras. La lucha de los estudiantes por Palestina recuerda también la lucha contra el Apartheid en Sudáfrica en los años setenta y ochenta.

“Lo que sucede ahora es muy parecido a lo que tuvimos entonces. En el 68 los estudiantes tomaron los campus y los edificios universitarios en oposición a la guerra de Vietnam y cuestionaron las inversiones de las autoridades administrativas en compañías con vínculos con el aparato militar”, señala Kenneth Walsh

El marco político de radicalización ideológica de los años ‘60 y ‘70, en donde se abrieron situaciones revolucionarias en diversos países (incluyendo Chile, especialmente en 1972-1973 antes del golpe) no es el mismo que hoy. Pero en un contexto donde en diversos países existen profundas crisis políticas (“crisis orgánicas” como diría Gramsci) y en donde la guerra vuelve a ser un factor geopolítico de primer orden, ya es un hecho que las movilizaciones estudiantiles actuales contra el genocidio en Gaza se referencian en el movimiento estudiantil que se levantó contra la guerra de Vietnam y la segregación racial en Sudáfrica. Es imposible no hacer un parangón entre los estudiantes de Columbia que se tomaron el Hamilton Hall al igual que en el 68 los manifestantes lo hicieron.

Esto es importante porque entrega un nuevo valor que también destacaba Bensaid en el balance que realizó del Mayo Francés relevando las principales lecciones: un movimiento estudiantil que cuando rompe su corporativismo y sindicalismo; cuando, en el marco de instituciones educativas que actúan como caja de resonancia de las contradicciones sociales (Trotsky), el movimiento estudiantil cumple un rol para amplificar los problemas sociales transversales y propios de la crisis capitalista; cuando logra impulsar la unidad y la coordinación con la clase trabajadora, puede ubicarse a la vanguardia de la situación y abrir escenarios de mayor radicalización y profundización de la lucha de clases. Es decir, cuando actúa como movimiento político de masas, son los momentos de mayor fortaleza del propio movimiento estudiantil.

Es por esto que nuestra apuesta y pelea política, es que la causa contra el genocidio en Palestina permita ser un impulso para rearticular al movimiento estudiantil lo que, a su vez, como ya ha quedado demostrado en todo el mundo donde se han desarrollado movilizaciones estudiantiles por Palestina, puede dar un nuevo impulso y fuerza al propio movimiento por la lucha palestina.

La lucha contra el genocidio y la ocupación por parte del Estado sionista de Israel no es una causa más. Y como hemos visto, no se resolverá apelando a la buena voluntad de los gobernantes ni tampoco esperando a los organismos internacionales que han demostrado su total impotencia a la hora que sus dichos y reclamos tengan algún resultado práctico. No es “desobediencia civil” en general lo que necesitamos; sino recuperar la fortaleza y combatividad de un movimiento estudiantil enraizado en universidades y liceos, auto organizado en asambleas, coordinadoras, federaciones y centros de estudiantes democráticos que permitan desplegar la fuerza social de la nueva generación que se levanta contra el genocidio y contagiar al conjunto del pueblo trabajador.

Y el movimiento estudiantil chileno, ¿cuándo?

Las protestas contra el genocidio se extendieron en Europa y Estados Unidos. Ahora, emerge el movimiento estudiantil desde los campus universitarios en acampadas, con asambleas y enfrentamientos con la policía. Latinoamérica y Chile en particular no han sido escenario privilegiado para el desarrollo de estos movimientos. ¿Por qué?

Uno de los elementos claves en Chile es el desvío, primero, y luego neutralización y desaparición de los movimientos estudiantiles de los años 2000 (un ciclo de lucha estudiantil que tuvo la revuelta de las y los pingüinos y la lucha por la educación gratuita como dos hitos fundamentales). Se trató de uno de los movimientos estudiantiles más avanzados de Latinoamérica y con amplio impacto internacional. Con métodos más clásicos de organización y autoorganización, impusieron la lucha contra la educación de mercado, la universidad empresa y cuestionaron el régimen político herencia de la dictadura de Pinochet. Después del 2011, se dio una oleada de huelgas y recomposición de sectores de la clase trabajadora como contratistas del cobre y portuarios. Y posterior, docentes, carteros, recolectores de la basura con métodos de autoorganización (delegados base) y cuestionamientos anti burocráticos.

Este movimiento de masas combinó la existencia de una amplia vanguardia estudiantil que se organizaba en asambleas, lo que permitió el avance de la politización y la emergencia de una serie de organizaciones de izquierda. Como también, la existencia de fuertes federaciones estudiantiles y la CONFECH, lugar preferido para el fortalecimiento de una burocracia estudiantil encabezada por el Partido Comunista y las organizaciones que luego darían pie al Frente Amplio. Este movimiento estudiantil permitió a su vez el desarrollo de la lucha contra la colonización israelí en Palestina, el Apartheid y sus sangrientos métodos de limpieza étnica, con organizaciones como UGEP Chile o el referéndum impulsado por la FECh por el cese de vínculos con universidades israelíes cuyo resultado fue de más del 75% de aprobación.

Luego de meses de paros y tomas, que enfrentaron la represión y la intransigencia del gobierno de Piñera, las dirigencias lograron bajar la movilización con la idea de que este gobierno y este régimen sería incapaz de entregar la educación gratuita. Fue bajo esa hipótesis política que el Partido Comunista forma la Nueva Mayoría y entra a conformar el gobierno de Michelle Bachelet. A su vez, las y los dirigentes estudiantiles como Gabriel Boric y Giorgio Jackson encabezan el surgimiento del Frente Amplio y conforman la bancada estudiantil en el parlamento. A partir de la creación de la beca de gratuidad y el continuo vaciamiento de las organizaciones estudiantiles (debilitadas por sus propias direcciones para fortalecer sus posiciones en el régimen), el movimiento estudiantil como tal desaparece de la escena.

En este proceso muchas federaciones estudiantiles desaparecieron, incluida la FECh, una de las federaciones estudiantiles más emblemáticas del país que se mantuvo sin elecciones durante cuatro años. El combativo movimiento estudiantil chileno se desarticuló producto de la política de las direcciones de confianza en el parlamento y de institucionalización de las demandas. Es por esto que como tal, no jugó un rol preponderante en la revuelta popular de octubre, aunque muchos de sus protagonistas hayan sido estudiantes, no encontraron en sus organismos estudiantiles el lugar donde organizarse.

Hoy la pelea por su recomposición es clave y será base para el reimpulso de un movimiento estudiantil como el que conocimos el 2006 en secundarios o el 2011 en universitarios.

Avanzar a la recomposición del movimiento estudiantil chileno

Hasta ahora las corrientes reformistas han apostado por “revitalizar” (en sus palabras) la organización estudiantil a través de programas gremiales y localistas cuya óptica es de exigencia clientelar a la universidad empresa, sin cuestionar la estructura capitalista que antecede la realidad educativa que viven cotidianamente los estudiantes. Esto fue muy expresivo en las últimas elecciones de federación. Tanto la lista del PS como las del PC tenían como eje estas demandas gremiales. Incluso la lista “Surgir Fech” que se declaraba independiente y de izquierda, se limitó totalmente a un programa de “gremialismo progre”.


Para los estudiantes de Vencer y quienes nos presentamos a la federación en la lista Por una izquierda anticapitalista y consecuente a la FECh, las movilizaciones en todo el mundo por Palestina son un ejemplo a seguir para la recomposición del movimiento estudiantil chileno ligando la pelea contra el genocidio, por la ruptura de las relaciones académicas de las universidades chilenas con las universidades israelíes, a un programa estudiantil que transforme la universidad empresa: contra el autoritarismo universitario, la gestión triestamental y la educación gratuita profundizando las tendencias a la autoorganización estudiantil y en unidad con la clase trabajadora.

Es decir, a un programa localista-gremialista, que separa las demandas del movimiento estudiantil de la lucha por palestina y donde las propias demandas internas siguen siendo “mínimas”, apostamos por un programa transicional que cuestione la estructura de la universidad en el capitalismo y retome lo mejor de la tradición antiimperialista del movimiento estudiantil.

Como es sabido, la apuesta por “reencantar” a las y los estudiantes con la política estudiantil a través de demandas corporativas y gremiales, fue un total fracaso. Hoy la Fech nuevamente está en las portadas de los diarios producto de la crisis de baja participación en las elecciones y por las zancadillas entre la Juventud Socialista y las Juventudes Comunistas.

Mientras los partidos de gobierno se peleaban por cargos, emergió el movimiento contra el genocidio en Palestina en la Universidad Católica y Universidad de Chile. Esta última hizo noticia nacional (con impacto internacional) por el acampe en la Casa Central de la Universidad de Chile en plena Alameda y a pocas cuadras de la casa de gobierno. La foto con la bandera palestina gigante se viralizó. Se trató de una acción propuesta por el Comité de Solidaridad con Palestina –instancia que desde la agrupación Vencer hemos buscado fortalecer y ampliar no sólo a todas y todes les estudiantes, sino también a las diversas organizaciones políticas– y votada a favor en asambleas triestamentales e instancias federativas.

Para el día del banderazo, hubo al menos cuatro facultades que votaron paro. En algunas de ellas, la votación de paro superó incluso la votación por las elecciones de federación. La apuesta por aumentar la participación vía corporativismo fracasó. La apuesta por hacerlo a través de la causa palestina, fue un acierto. Desde ahí, se ha abierto una nueva coyuntura en la universidad y hay facultades que ya planean votar paralizaciones (combinando la demanda de rupturas de convenios con universidades de Israel, con demandas locales).

La relación de las universidades chilenas con Israel. La lucha contra el autoritarismo universitario

La Universidad de Chile mantiene relaciones con universidades de Israel que tienen directa responsabilidad con el genocidio. Entre ellas: convenio de marco general entre la Universidad de Chile y la U. Ben Gurion de Neguev Beer Sheva (07.07.2005). Convenio entre la Facultad de Filosofía y Humanidades y el Instituto de Ciencias Judaicas de la Universidad Hebrea de Jerusalén (24.03.1999). Convenio entre el Centro de Estudios Judaicos de la Facultad de Filosofía y Humanidades y la Universidad de Tel Aviv (24.03.1982). (Fuente Fech_Oficial).

¿Quién decide seguir manteniendo estos convenios? El autoritarismo universitario y la organización de la universidad está puesta en función de resguardar una orientación curricular que asegure los intereses de la nación. ¿Cuáles son estos intereses hoy? El imperialismo en Chile tiene diferentes manifestaciones y las universidades, con desigualdades, reproducen esas ataduras a países coloniales, semicoloniales y dependientes. Concretamente, Chile le compra armas a Israel desde 1974, en los inicios de la dictadura militar de Pinochet, que han sido utilizadas para la represión del pueblo mapuche, las movilizaciones estudiantiles y en la rebelión ocasionando graves violaciones a los derechos humanos. Para el exjefe del Estado Mayor del Ejército y jefe de Estudios de Seguridad y Defensa Nacional de AthenaLab, John Griffiths, “la industria israelí tiene con Chile una relación estratégica, porque es uno de nuestros proveedores históricos” (La Tercera).

Así como las diferentes universidades tienen convenios con Israel, también los tienen con la Policía y Fuerzas Armadas, con programas gratuitos y becas para que puedan estudiar y poner a disposición esos conocimientos, por ejemplo, de la represión a los movimientos sociales.

Las declaraciones de Rosa Devés han dejado de manifiesto el rol del autoritarismo universitario: resguardar una universidad servil a los intereses de un sector social para el cual un genocidio es sólo una consecuencia indeseada del crecimiento económico o de la fortaleza militar de las FFAA y Carabineros. Por eso la rectora afirma rechazar “toda forma de violencia” poniendo en un mismo saco a opresores y oprimidos, a Israel y al pueblo palestino que sufren un verdadero exterminio y una operación de limpieza étnica comparable al que vivió el pueblo judío en manos del régimen Nazi. Cuando todo es igual, no hay nada que enfrentar, ni cuestionar. Pero los estudiantes no están dispuestos a callar ante un genocidio, o a negociar una de las peores atrocidades que ha vivido la humanidad en nombre de la diplomacia. Las y los estudiantes recurren a la movilización para hacer escuchar su posición frente a los convenios de las universidad, haciendo efectivos los valores que el CRUCH dice tener: una democracia que integre el parecer de todos los estamentos y deje de ocuparse como retórica para el resguardo de las decisiones que toman un puñado de autoridades entre cuatro paredes.

Las autoridades de las universidades chilenas a través del CRUCh se han ocupado de golpear el acampe de los estudiantes de la Universidad de Chile, en una declaración pública afirman: “La reciente situación vivida en la Casa Central de la Universidad de Chile, donde una manifestación derivó en actos de violencia, subraya la necesidad de mantener nuestro compromiso con el respeto y la tolerancia”. Tachan el acampe como un acto de “violencia” y callan toda alusión que los emplaza a romper los lazos con las universidades isrelíes. Este silencio cómplice muestra, como plantea nuestra compañera francesa Ariane Anemoyannis en un muy buen artículo redactado para la red internacional de diarios de La Izquierda Diario: “el carácter profundamente ilusorio de la democracia universitaria, planteando el problema de quiénes son los actores responsables de decidir la oferta de cursos, la financiación y los programas de investigación en el seno de las universidades.”

Nuestra pelea para enfrentar este autoritario modelo de universidad - empresa es en base a la autoorganización, con métodos de democracia directa (delegados mandatados y revocables, asambleas base) y la total independencia de las autoridades que hoy muestran su verdadera cara. A los intentos de Rosa Devés, Simón Boric, Pilar Barbara y Alejandra Mizala por criminalizar el movimiento tildando a estudiantes que realizaron un banderazo y acampe con batucadas como “violentos”, hay que oponer la mayor unidad de estudiantes, funcionarios y académicos.

Juventud antiimperialista y anticapitalista

La lucha contra el genocidio debe transformarse en una lucha abiertamente anti imperialista. Por un movimiento estudiantil que pelee en común con las y los trabajadores, como ha empezado a ocurrir en algunos centros educativos de EEUU donde funcionarios y docentes se han solidarizado con los jóvenes reprimidos y los acampes. Si algo queda claro, es que las razones humanitarias y de solidaridad que mueven a miles de jóvenes en todo el mundo a impulsar acampes y movilizaciones, tienen como contrapartida un sistema capitalista mundial que reproduce las crisis, las guerras y las catástrofes ambientales a un ritmo que esta generación no había conocido. Las crisis humanitarias, el asesinato de decenas de miles de mujeres y niños no responde sólo a la crueldad y extremismo de los gobernantes. Sino a intereses geopolíticos, económicos y militares anclados en una estructura de dominación global gobernada por el capital.

Prueba clara de esto es la obscena hipocresía de los gobiernos de EE.UU y Europa. Supuestamente la cuna de la libertad, la fraternidad, la igualdad. Hoy censuran hasta los símbolos vitales del pueblo palestino. Reprimen la más mínima acción de solidaridad humanitaria. Mientras ondean la bandera de Ucrania, prohiben la bandera Palestina. Tratan a las y los estudiantes de violentistas, antisemitas e incluso cómplices de terrorismo, mientras cada hora son asesinados mujeres y niños. Al capitalismo democrático, liberal y pluralista se le cayó su máscara.

Esta bancarrota ideológica del liberalismo y la democracia capitalista debe llevarnos a sacar las conclusiones hasta el final. La lucha es contra el imperialismo. La lucha es contra el sistema capitalista. Por lo mismo, la pelea es que esta nueva generación que se moviliza horrorizada por un genocidio transmitido en vivo, se transforme en una juventud anti imperialista y anticapitalista.

Desarrollar tanto la lucha contra el genocidio como fortalecer orgánicamente al movimiento estudiantil como actor político, puede operar como vanguardia para que dinamice a la clase trabajadora. Esta es la pelea que damos desde el Partido de Trabajadores Revolucionarios y la agrupación de estudiantes Vencer.


Fabián Puelma

Abogado. Director de La Izquierda Diario Chile. Dirigente del Partido de Trabajadores Revolucionarios.

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