¿Qué son las patentes? Rosario Escobar, columnista de ciencia en #AlertaSpoiler nos habla de la escasez de vacunas y la lucha por romper con un mecanismo irracional y macabro que ya se ha cobrado millones de vidas.
Lunes 10 de mayo de 2021
¿Qué son las patentes?
Las patentes son derechos exclusivos para la fabricación, comercialización, o uso sobre invenciones, procedimientos, métodos. Se sostienen bajo la idea de que protegen los derechos de los inventores y un incentivo para seguir creando. Pero lejos de tratarse de inventores solitarios, las patentes son herramientas de los capitalistas, o sea, de las empresas, para apropiarse de la producción científica, o sea, del trabajo de las y los científicos. Por medio de convenios con organismos e instituciones públicas, como las universidades y centros de investigación, se da lo que comúnmente se denomina transferencia tecnológica [1] en donde capitales privados se apropian del derecho de producir y comercializar los desarrollos científicos que son generados principalmente por instituciones públicas, lo cual les permite obtener ganancias multimillonarias con prácticamente nula inversión.
De esta manera, se viene dando de manera sostenida desde los años 70s la apropiación de prácticamente cualquier desarrollo científico, incluidas las vacunas. Y esto es tan así, que si uno busca en cualquier lado sobre quién produce la vacuna, es más probable que encontremos información sobre la empresa que la fabrica y muy poco sobre los equipos de investigación, su situacion laboral y las condiciones en que producen. De hecho, la alienación de gran parte de les científiques se expresa como el desconocimiento integral de la totalidad de este proceso de producción de conocimiento transformado en mercancías e incluso las implicancias éticas sobre el trabajo realizado, es decir: el para qué y el para quién. Casi el único espacio en donde podemos encontrar nombres de trabajadores de la ciencia es en las publicaciones científicas, los llamados “papers”. Muchas veces, también se citan publicaciones científicas en patentes de las cuales los autores no son partícipes, se trata de una forma ciega de transferencia que incluso llega a ser ignorada por los propios investigadores/as.
¿Cómo se relaciona esto con la escasez de vacunas?
Con las vacunas pasa lo mismo: las patentes permiten a las empresas hacer los negocios que más les convengan en tanto garanticen alzas en las tasas de ganancia. Entonces, por un lado tenemos un descubrimiento que fue producido gracias a años de investigación y mayormente inversión pública sostenida por las grandes mayorías de trabajadores, y el trabajo descomunal de científiques para ser aprovechado por la humanidad, y por otro, resulta que bajo la lógica de las patentes, ni siquiera en una pandemia que lleva más de un año y aun no se terminó, esas vacunas no llegan a la población, porque las ganancias de los laboratorios están por encima de la vida de las y los trabajadores. Aparece así por ejemplo lo que llamamos “nacionalismo de vacunas” de los países centrales, como Estados Unidos o Reino Unido en donde éstos pueden sobreabastecerse a partir de acuerdos con laboratorios privados (por ejemplo, con el grupo Insud Pharma de Hugo Sigman), dejando al resto de los países, como el nuestro, sin vacunas. En el caso particular de Argentina, encima las producimos acá. Algo totalmente irracional. Y cuando hablamos del Estado y de los gobiernos, tenemos nombres y apellidos concretos, empezando por la jefa de gabinete de salud, Sonia Tarragona hasta llegar al directorio de Conicet con Graciela Ciccia, quien a la vez es directora de innovación y desarrollo del grupo Insud de Hugo Sigman. La vacuna de Oxford representa un caso paradigmático: es producto del trabajo de investigadores de esta universidad financiados en un 97% con fondos públicos para proveer una vacuna a bajo costo o incluso gratuita. Sin embargo, Oxford firmó un acuerdo de exclusividad con AstraZeneca, presionada por la Fundación Bill y Melinda Gates (lo mencionaban la semana pasada en el segmento Geek, la cual invirtió durante años para el desarrollo de vacunas de ARN, sin garantías de precios bajos. En 2019, esta fundación invirtió 55 millones en Biontech, que junto a Pfizer ahora elabora vacunas. Con la pandemia, ya han obtenido ganancias por 550 millones, o sea 10 veces más. Es obvio el por qué se oponen a una liberación de patentes. A la vez, AstraZeneca, además, recibió protección contra futuras demandas de responsabilidad. Finalmente, una vacuna que podría haber alcanzado a todo el mundo, ahora solo es ganancia para AstraZeneca.
Ahora que Biden pidió por la liberación de patentes, ¿van a haber vacunas para todas y todos?
La semana pasada, la representante de comercio exterior de USA KatherineTai twitteó un comunicado en el que decía que la gestión de Biden iba a apoyar la liberación de las patentes de vacunas contra COVID-19. Después la presidenta de la Comisión Europea le contestó que sí, que están dispuestos a dialogar (dos semanas atrás había dicho que no era amiga de liberar las patentes). Después Putin, Macron y el presidente de la OMS se sumaron también a apoyar, en fin, todo muy lindo en lo formal, pero ¿qué significa eso en lo concreto? No mucho. Primero que llegan tarde, hace meses que organizaciones vienen pidiendo esto, el año pasado tanto USA como UE se habían opuesto, cuando había 1 millón de muertos. Ahora recién se empieza a discutir, cuando se estima que hay casi 7 millones de muertes y ellos ya se aprovisionaron de vacunas. En segundo lugar, la Federación Europea de la Industria Farmacéutica se expresó en contra con el argumento de que la liberación de patentes haría mucho más difícil la lucha contra el Covid-19. Si Estados Unidos realmente quisiera que se liberaran las patentes, entonces iría por el camino de la declaración de utilidad pública de los laboratorios e invertiría estratégicamente en su fabricación por ejemplo, aportando al fondo de Acceso Mancomunado a tecnología contra covid-19 de la OMS para que todos los países puedan acceder a ellas. Lo mismo acá, de hecho el FIT-U presentó un proyecto para ello que tenemos que apoyar, porque se enmarca en un programa de nacionalización de la producción de medicamentos bajo control de trabajadores y usuarios. Como podemos ver, es el Estado quien garantiza que la transferencia de tecnología a las empresas ocurra, pagando dos veces por el acceso a la salud y por tanto, haciendo que los trabajadores también lo hagan, restringiendo el acceso a los medicamentos que el mismo Estado no provee.
Para terminar y conectar un poco el tema de las patentes con la situación de los científicos en nuestro país...
De la misma manera que ocurre con la explotación capitalista en otros órdenes, el sector científico sufre la explotación en forma de precarización, bajos salarios, recorte de subsidios y becas, excesiva cantidad de horas de trabajo, violencia laboral, etc. En relación a esto y para cerrar, comento que la semana pasada se realizó la asamblea nacional de Conicet, donde salieron varias resoluciones en relación a esto, y en donde compañeros de La Marrón Conicet, también se expresaron por la liberación de las patentes y la declaración de utilidad público de los laboratorios capaces de producir los insumos para hacer frente a la pandemia.