En un nuevo aniversario de la Revolución Rusa reseñamos brevemente el texto “Lecciones de Octubre” de Leon Trotsky
Martes 9 de noviembre de 2021 01:27
@rompts.comic
El 7 de noviembre se cumplen 104 años de la Insurrección de Octubre que llevó a los trabajadores y campesinos rusos bajo la dirección bolchevique al poder y resultó en la primera revolución obrera y socialista triunfante de la historia. Y también, por alguna casualidad del destino, el aniversario del nacimiento de Trotsky. En el marco de esta sección donde venimos recomendando distintos textos, en esta ocasión traemos “Lecciones de Octubre”, escrito en 1924 por León Trotsky al calor de los cercanos procesos revolucionarios en Bulgaria, y sobre todo en Alemania. A partir de la premisa de “no desperdiciar la oportunidad” de la toma del poder para sacar lecciones estratégicas, es que Trotsky hará un repaso de las luchas políticas que se sucedieron desde febrero a octubre de 1917: desde el derrocamiento del zarismo y la instalación del gobierno provisional hasta la insurrección dirigida por los bolcheviques.
Empecemos con un poco de contexto: Para 1924, los bolcheviques ya ejercían el control de la URSS habiendo derrotado a los ejércitos de los blancos y de otros 14 países imperialistas. El nuevo gobierno revolucionario estaba empeñado en la reconstrucción del país, devastado por 6 años de guerra civil a la vez que se esforzaba por establecer y mantener lo que serían los pilares básicos de una sociedad en transición, a la espera del triunfo de la revolución en el resto del mundo. La situación interna no lucía bien: la tendencia a la burocratización de la URSS se había acentuado fuertemente tras la reciente muerte de Lenin y el ascenso al poder de Stalin. El proletariado se encontraba diezmado y exhausto por los años de Guerra.
1924 terminó siendo un punto de inflexión para el futuro de la revolución y de la URSS, donde se establecieron las bases del poder de la burocracia estalinista y la orientación contrarrevolucionaria de esta con la teoría del “socialismo en un solo país”. Uno de los principales factores que influyó en este proceso fue el contexto internacional: la derrota de la revolución alemana y del levantamiento búlgaro en 1923. Los bolcheviques y sus aliados nucleados en la Tercera Internacional trataban de expandir la Revolución al resto de Europa y el mundo como elemento central para sostener la revolución soviética.
Trotsky, preocupado por estos hechos, decidió poner en papel este breve racconto de todo el proceso de la toma del poder por los soviets, con dos objetivos vinculados entre sí. Primero plantea la necesidad de repensar el balance de la Revolución Alemana al calor de la toma del poder soviética. Por lo tanto el análisis que realiza está profundamente vinculado a la lucha política en contra del estalinismo, aliado a Kamenev y Zinoviev, que en esos momentos estaban haciéndose de la dirección del partido bolchevique y de la Tercera Internacional.
Particularmente desarrolla que cuando un partido se prepara para llevar adelante una insurrección, todas las fuerzas de clase hostiles de la sociedad actúan sobre él con una fuerza implacable. Sin duda en este momento crucial, debido a esta presión, el partido se convierte en un instrumento, no del proletario sino de clases ajenas. Esto fue exactamente lo que sucedió en Alemania y Bulgaria. La dirección de los PC de ambos países dudó en el momento clave lo que fue fatal para lograr una insurrección exitosa lo que derivó al fracaso de estos intentos revolucionarios, a la desmoralización de la clase trabajadora y al fortalecimiento del régimen capitalista.
Esto también había sucedido en Rusia: Kamenev y Zinoniev (y también Stalin) se habían opuesto a la insurrección dado que consideraban que las condiciones en Rusia no eran propicias para un levantamiento. Su postura en un primer momento había convencido al comité central bolchevique; sólo la fuerte pelea dada por Lenin y por Trotsky contra esta posición netamente conservadora (que se adaptaba a las tendencias expresadas por los mencheviques y los socialistas revolucionarios) revirtió esta decisión y pavimentó el camino para el futuro éxito de la revolución. El recuerdo de estas viejas posiciones no solo tenía el objetivo de señalar que las posturas en 1924 de Stalin, Kamenev y Zinoviev eran una continuación de las de 1917 y que por ende esta era la razón por la que no podían hacer un verdadero balance de las revoluciones fallidas de 1923, dado que es aquí donde cobra importancia crucial el partido revolucionario como instrumento para organizar la toma del poder, que no solo agrupe a lo más dinámico de la clase trabajadora, sino que además sepa apreciar el ritmo de los acontecimientos, los avances y retrocesos de las masas en el camino de ganarse la confianza de estas, así como los avances y retrocesos en su conciencia.
Y aquí Trotsky aprovecha para continuar su lucha política contra Stalin, Kamenev y Zinoviev. Lucha política que tampoco dio en soledad, al menos en un primer momento: En 1923 había sido publicada una declaración firmada por 46 dirigentes bolcheviques que criticaba la inacción económica y la creciente burocratización del partido. Luego de la publicación de la carta, el aparato del partido se dedicó a perseguir a sus firmantes y la mayoría terminaron siendo expulsados del partido y posteriormente fueron encarcelados o ejecutados por el estalinismo.
Traemos este texto a colación por tres razones: Primero, y retomando lo que dijimos al principio, la Revolución rusa fue la primera revolución obrera y socialista triunfante de la historia. Estudiar como un partido revolucionario pudo pasar, en muy poco tiempo, de ser una organización pequeña y perseguida a empalmar con lo mejor de la vanguardia obrera que se iba radicalizando con el curso de la revolución así como sus particularidades es una obligación para aquellos quienes apostamos a derrotar a este sistema de explotación y opresión que es el capitalismo: ignorarla sería comenzar “de nuevo” y desperdiciar las lecciones extraídas por los bolcheviques durante todo el proceso.
En segundo lugar, estando en una época en donde pasaron más de 40 años sin revoluciones triunfantes, es crucial mantener el imaginario de la revolución rusa vivo. ¿Por qué no se habría de reivindicar el éxito de Octubre, el triunfo de la clase trabajadora oprimida frente a sus explotadores? Un triunfo, además, que sacó del atraso a un país mayoritariamente rural y lo llevó a convertirse en una gran potencia a través de la planificación económica, inicialmente impulsada por el poder de los trabajadores.
Los que hoy en día siguen difamando a la revolución rusa es porque quieren ocultar que en momentos de crisis catastróficas para toda la humanidad (sanitarias, económicas, sociales e incluso bélicas) hay una alternativa al capitalismo, como mostró la propia revolución rusa. Y en esta época donde nos encontramos en medio de una pandemia que aún no parece tener fin y una crisis económica severa, se vuelve a plantear la vieja dicotomía de “socialismo o barbarie’’, que tan conocida hizo Rosa Luxemburgo.
Finalmente, las lecciones de la revolución nos muestran el rol crucial que juega el partido no solo a la hora de agrupar la vanguardia sino también de dirigir y coordinar todo el proceso revolucionario. Citando a Matias Maiello que escribió sobre este tema recientemente en el suplemento de IDZ: “podríamos resumir nuestra respuesta al por qué seguir discutiendo la Revolución de Octubre 104 años después en pocas palabras: porque nos permite pensar el fin del capitalismo en lugar del fin del mundo.”
Para quienes queremos transformar a esta sociedad de raíz es indispensable poder conocer los procesos revolucionarios que nos precedieron, para desde sus aciertos y errores poder pensar los grandes desafíos que tenemos por delante para construir otro tipo de sociedad, en donde al decir de Trotsky se de la irrupción violenta de las masas en el gobierno de sus propios destinos.