Diariamente miles de trabajadores y trabajadoras viven situaciones de acoso laboral o sexual en sus trabajos. Son los empleadores quienes hacen oídos sordos ante estas denuncias que pueden llevar en casos extremos como el suicidio, tal como sucedió con Karin Salgado.
Miércoles 24 de abril
Karin Salgado se desempeñaba como TENS en el Hospital Herminda Martin de Chillán y se quitó la vida el 12 de noviembre de 2019. Luego de testificar en contra de su superior en un sumario interno, sufrió represalias por parte de las enfermeras jefas quienes presionaron a otras para que no se relacionaran con Karin y testificaran en su contra en el sumario interno.
Situación que terminó con su suspensión, un cambio de lugar de trabajo y una rebaja del 50% en su sueldo. Luego de intentar acabar con su vida en el lugar de trabajo fue enviada a casa sin ser derivada a la ACH ni recibir la ayuda psiquiátrica requerida. Un mes después se quita la vida. Es por esto que la ley 21643 lleva su nombre.
El 1 de agosto de 2024 entrará en vigencia la ley 21643 que modifica la legislación respecto al acoso laboral y sexual en el trabajo.
A partir de esta fecha, las conductas de hostigamiento o agresión en el trabajo no necesitarán ser reiteradas para considerarse acoso y, por lo tanto, podrán ser denunciadas y sancionadas desde el primer evento. Esta legislación es aplicable tanto para trabajadores del sector privado como público.
Además, la legislación considerará como violencia en el trabajo acciones de terceros por fuera de la relación laboral tales como proveedores de servicios o clientes.
La ley obligará a las empresas a implementar protocolos para prevenir el acoso laboral, sexual y violencia en el trabajo, así como para identificar factores de riesgo. Y promete agilizar la investigación de estos eventos, protegiendo a las víctimas y asegurando las sanciones correspondientes.
La ley contemplará como acoso situaciones como prohibir a los compañeros que hablen con una determinada persona, dejar en ridículo a un trabajador o burlarse de sus discapacidades.
Sin duda la ley responde a los cuestionamientos de la realidad, pero ¿es suficiente para prevenir o reparar situaciones de acoso? Si Karin Salgado o Katherine Yoma hubiesen tenido acceso a esta legislación ¿algo habría cambiado? Considerando que son las mismas empresas o instituciones las encargadas de hacer cumplir los protocolos y que la mayoría de las veces tienen intereses involucrados, la pregunta se responde sola.
Algunos dirán que se trata de un problema de cultura laboral, pero la “cultura laboral” responde a una realidad material. El autoritarismo y las conductas de hostigamiento en el trabajo son abuso de poder, pero también son utilizadas para cumplir metas, para hacer más “productivos” a los equipos de trabajo, para cubrir largas jornadas laborales y bajos salarios.
Para enfrentar el Acoso laboral es necesaria la unidad de las y los trabajadores junto a la comunidad, en comités en lugares de trabajo que le hagan frente a los abusos de empleadores y jefes, como lo planteo la agrupación Abran Paso de trabajadores de la salud frente a la muerte de Jennifer Peña, son necesarias medidas contra la precarización laboral garantizando un salario mínimo acorde a la canasta familiar o la reducción de la jornada laboral sin trampas flexibilizadoras, terminando con el agobio para cumplir metas que solo benefician a los empresarios y nada le dejan a las y los trabajadores.