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Red Internacional
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OPINIÓN. ¿Libertad? Mejor no: Vargas Llosa más derechista que nunca en la convención del PP

El célebre escritor en una convención del PP con Pablo Casado y otros dirigentes, ha hecho un llamamiento a que las elecciones sean decididas por el “bien” y no por el voto de los ciudadanos. En caso contrario, apunta, esos países “lo pagan caro”.

Viernes 1ro de octubre de 2021

Vargas Llosa: “Lo más importante no es que haya libertad en unas elecciones, sino votar bien”

La derecha, más radicalizada que nunca, ya no se oculta. En plena convención del PP en Sevilla Vargas Llosa no ha tenido tapujos en hacer una apología de la manipulación electoral y del golpe de estado militar, aplaudida por toda la cúpula del Partido Popular. La cortina de “libertad” que tantos eslóganes de campaña han defendido todos los partidos neoliberales parece que ya no les sirve tras el auge de Vox y el triunfo de los discursos filo fascistas. El escritor ha hablado claramente de un voto correcto frente al voto popular, que en caso de no cumplirlo trae “severas consecuencias”.

Esa amenaza ya se ha visto materializada en múltiples ocasiones en Latinoamérica, como en Chile con el golpe de estado de Pinochet promovido por las fuerzas de inteligencia estadounidenses; o sin ir más lejos, el reciente golpe cívico-militar de 2019 contra el gobierno de Evo Morales en Bolivia. Parece que el literato es más participe de que países extranjeros mantengan a millones de trabajadores en condiciones de semiesclavitud y pobreza extrema antes de que sean soberanos de sus propios recursos y su propio destino. Para la derecha imperialista, la autodeterminación y el sufragio universal de los pueblos latinoamericanos causa risa. Con cierta nostalgia, añoran aquellos tiempos donde la Madre Patria dirigía con “cariño y bondad” a los pueblos colonizados de América, África y el Pacífico.

Recordemos las palabras de Ayuso hace escasos días en Nueva York: “El indigenismo es el nuevo comunismo”. Palabras que en este mismo congreso del PP español han sido repetidas por el expresidente del gobierno José María Aznar, el cual añade que “eso lo tienen que saber los españoles si queremos hacer algo al respecto”, debido a que “solo puede ir contra España”.

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Dicho en otras palabras: que los pueblos latinoamericanos sean conscientes de su situación material y quieran gobernarse a sí mismos es una amenaza tanto para la expansión ideológica del nacionalismo reaccionario español, así como para las decenas de multinacionales españolas que están lucrándose de los recursos petrolíferos y minerales de dichos países a costa de los propios trabajadores locales.

Su tan mentada libertad económica es tan solo un intento de abrir más las puertas al neocolonialismo y seguir robando ingentes recursos, sin que aquellos países perciban la más mínima migaja de esa riqueza. Y en caso de que esta estrategia no les funcione, pretenden ponerse del lado intervencionista que EEUU ha promovido durante los últimos 70 años, organizando golpes de estado y guerras en Nicaragua, en Cuba, en Chile, en Brasil o en Argentina, por nombrar solo algunos ejemplos. Porque sin la hegemonía económica y política de las grandes potencias capitalistas en el continente americano, no podrían mantener el permanente saqueo que hacen de las arcas públicas o los sueldos inflados de sus exrepresentantes políticos en los comités asesores de las empresas energéticas.

Afortunadamente, millones de trabajadores, trabajadoras y pueblos originarios van a seguir luchando por su soberanía y por sus derechos, como lo han demostrado hacer durante toda la segunda mitad del siglo XX y a comienzos del siglo XXI protagonizando decenas de revoluciones y protestas en todo el continente. Y esa llama sigue activa. Solo hay que ver las movilizaciones de Chile del pasado año contra la represión del gobierno de Piñera y sus medidas neoliberales; o el enorme apoyo social de la huelga y la lucha que protagonizó Colombia este último año contra la actuación de las fuerzas represoras estatales de Ivan Duque; o el inicio de una resistencia popular a Bolsonaro en Brasil.

Así que, si me permitís el atrevimiento, escuchemos más a los trabajadores y los pueblos de América y menos a nuestros buitres.