Hace dos semanas, Quinto Centenario, la empresa que concesiona a Sheraton en la provincia de Córdoba, anunció el cierre definitivo del lujoso hotel, argumentando la poca rentabilidad que significa mantenerlo en las actuales condiciones económicas y sanitarias. ¿Es realmente así?
Jueves 3 de diciembre de 2020 21:15
Ilustración: Rebe Relax
El hotel Sheraton, construido en 1997, es ícono en el mundo de la hotelería en la provincia de Córdoba. Ubicado sobre la calle Duarte Quiros, pertenece a la empresa local Quinto Centenario, la cual administra la conocida franquicia perteneciente a la multinacional norteamericana Marriott.
Una vaquita para el grupo Delta
Quinto Centenario planteó la inviabilidad de mantener los puestos de trabajo y de seguir operando como hotel ya que la pandemia los ha dejado sin margen económico, valiéndole en teoría 5 millones por mes por el mantenimiento del mismo.
Este grupo administra hace 24 años uno de los emprendimientos de lujo más pujantes del interior del país, el cual cuenta con 188 habitaciones “estándar”, 4 junior suite, una suite presidencial y 11 salones con capacidad para 800 personas. Es el epicentro de reuniones y congresos corporativos de grandes marcas y entidades nacionales e internacionales. Además, la misma firma es propietaria del Nuevo Centro Shopping, el segundo mall más importante de la capital y colindante a dicho hotel.
Es importante destacar, dicho esto, que el hotel Sheraton está lejos de ser una “empresa familiar” o una PyME. Se trata, más bien, de un grupo económico con un gran poder e historia en la región. La familia propietaria es la misma de Delta Construcciones, quienes se encargan de grandes obras privadas, como las oficinas centrales de ARCOR, y de obras públicas, como la construcción de importantes colegios en Córdoba entre ellos el Manuel Belgrano y el Deán Funes. Más cerca en el tiempo, también han participado en la realización de obras viales en la provincia. Como dato de color, la impunidad patronal con la que se maneja la empresa ha llevado que en el año 2018 ataquen abiertamente por las redes sociales oficiales el derecho a huelga de los trabajadores, en respuesta al paro general de junio de dicho año contra las medidas de ajuste del gobierno de Macri.
El anuncio de cierre de las operaciones de la empresa fue noticia en los medios locales y nacionales, donde se le ha dado un gran peso a las declaraciones de los propietarios, pero poco o nada han hecho eco de la voz de los trabajadores. Desde La Izquierda Diario y La Red de trabajadores precarizados nos hemos acercado a dialogar con sus trabajadores para que nos cuenten la realidad de la empresa.
Grandes negocios en base a la precarización laboral.
Dada la situación de cierre del lujoso hotel, una vez más vemos cómo las empresas privatizan las ganancias y socializan las pérdidas. El establecimiento cuenta con convenios de marcas e instituciones conocidas para alojar al personal entre las que se destaca River Plate, Aerolíneas Argentinas además de contar con el ya nombrado servicio de eventos que estaba pronto a celebrar los 10.000 servicios. Estas ganancias también están fuertemente sostenidas por una política de contratación fraudulenta basadas en la precarización de 146 trabajadores. Más de 40 de ellos se encuentran en la categoría de eventuales, que contaban con una renovación diaria de sus contratos, algunos con más de 5 años de experiencia, aunque los empleados indican que la mayoría ha pasado por esa forma de contratación en algunos casos estando casi 10 años bajo esa modalidad con jornadas que llegaban hasta las 10 horas.
La que faltaba…
Como hemos señalado la empresa ha llorado la parte en diversos medios de comunicación argumentando que les cuesta sostener la “estructura” lo que no dicen es que durante la pandemia, el sueldo de los empleados ha sido pagado en casi el 90% por los aportes del estado a través del ATP. Es mínimo lo que ha puesto la empresa. Como si no fuera poco las ofertas que ha hecho la empresa son escandalosas desde un principio además de ilegales. Ha ofrecido indemnizar a los trabajadores permanentes con el 65%, en cuotas que van entre las 12 y las 21. Como era de esperarse, para los trabajadores contratados no hay propuesta alguna, después de dejar la vida en el hotel no son reconocidos por la empresa.
La realidad de los trabajadores.
Las familias que dependen del hotel han realizado acciones en la puerta del mismo con el objetivo de visibilizar su lucha. Toman como demanda central mantener los puestos de trabajo e insisten en que se hable de trabajadores del Sheraton ya que la empresa no ha comunicado ninguna desvinculación de manera legal , sólo los ha llamado individualmente para apretarlos y ofrecerles miserias. Un aspecto a destacar es que levantan la unidad entre efectivos y contratados pidiendo el reconocimiento y derechos para los eventuales. En general han tenido que recurrir a changas y emprendimientos propios para poder salir adelante aunque en el caso de los eventuales la situación es desesperante ya que no cobran desde el mes de marzo.
La realidad de todo un sector.
Actualmente, hay 20 mil trabajadores, entre hoteleros y gastronómicos, que se han quedado sin sus fuentes de trabajo en la pandemia. Sin embargo, la entidad gremial de la cual dependen, la Unión de Trabajadores del Turismo, Hoteleros y Gastronómicos, sólo se ha limitado a hacer declaraciones al respecto. UTHGRA cuenta con más de 350 mil afiliados y un 60% de trabajo informal como así también otra del sector, la Federación de Trabajadores Pasteleros, Servicios Rápidos, Pizzeros, Heladeros, Alfajoreros, que cuenta con 70 mil afiliados aproximadamente. Como vemos la crisis se descarga contra las familias del sector con despidos, suspensiones y las rebajas salariales.
¿Se puede ganar esta pelea?
Quienes firmamos esta nota creemos que es urgente evitar que la crisis sanitaria profundice una crisis social que afecte aún más a la clase trabajadora y a los sectores populares. En primera instancia, consideramos que de cara este conflicto es necesario abrir los estados contables del hotel para ver realmente si hay pérdidas. Nos parece indispensable la unidad de los trabajadores, entre permanentes y contratados. Los gremios siempre han intentado dividirnos en esas categorías, como si se tratara de trabajadores de primera y de segunda, aunque realizan todos el mismo trabajo. Pensamos que la única forma de fortalecerse de cara a este conflicto es profundizar esa unidad, para exigir por sus fuentes de trabajo, tenemos que unir lo que las empresas dividen.
Sabemos que hay muchas necesidades que empujan a la familias a aceptar cosas que si estuvieran más fuertes no lo harían por eso es bueno impulsar fondos de lucha para que ningún compañero se retire de la lucha por necesidad. Esa solidaridad ayuda a solventar las necesidades y extender lazos de solidaridad con otros trabajadores, en el último tiempo la hemos puesto en práctica en sectores como limpieza o docentes.
La patronal tiene de su lado al Ministerio de Trabajo, por eso es imperioso que los trabajadores puedan unir fuerzas para exigirle al gremio del que dependen, que hasta este momento ha decidido no accionar, que acompañe y convoque a enfrentar la crítica situación que está atravesando el conjunto de los trabajadores del sector de la que además ningún gobierno se hace cargo. Nos parece que el gremio no pelea seriamente porque mientras pasan los días la empresa se endurece en su posición y de este lado, el de los trabajadores, no se está juntando más fuerza.
¿Como juntar más fuerza? Es uno de los gremio más extendidos en el sector privado y tiene la fuerza para enfrentar esta situación en la calle son 20 mil las familias afectadas este año y el sindicato representa a 350 mil personas, con un poco de esa fuerza en la calle cualquier perspectiva que sea buena para los trabajadores se fortalece. Hay que exigirle al gremio que acompañe las acciones y mediante asambleas democráticas se puede llamar a la solidaridad de muchos sectores como limpieza, ferias, repartidores, docentes entre tantos otros que están sufriendo la misma situación donde el Sheraton puede transformarse en un lucha testigo contra los despidos. Mientras la empresa se endurece los trabajadores tienen que juntar nuevas fuerzas.