El período previos a los "azos" argentinos, estuvo marcado por grandes conflictos a nivel mundial y por golpes, proscripciones y democracias restringidas.
Domingo 14 de mayo de 2017
«Cielito cielo que sí
cielo del sesenta y nueve
con el arriba nervioso
y el abajo que se mueve
Párrafo de “Cielo del 69” de Mario Benedetti»
Un mundo convulsionado
Los conflictos a nivel mundial crecieron en los años 60 y 70, afectando a los países capitalistas, con manifestaciones veladas en los socialistas, como la Unión Soviética, o más claras en Checoslovaquia y Polonia.
En esos años se vivieron la Revolución Cubana, el Mayo francés, el asesinato del Che Guevara, el otoño combativo del 69 en Italia, la Guerra de Vietnam, las luchas por los derechos civiles en EEUU, y el surgimiento de la nueva izquierda en varios países. Nació una contracultura en las artes, las letras, la música, la vida cotidiana, la sexualidad, la vestimenta, las costumbres.
Golpes, proscripciones y democracia restringida
En Argentina, la etapa entre 1955 y 1966, se abrió y cerró con un golpe militar, donde se dieron restauraciones “democráticas” con proscripciones, momentos de violencia y otros de consenso pasivo. Fue un período de crisis del sistema, de la democracia parlamentaria, de la representación política y un estado deliberativo en las Fuerzas Armadas. Se evidenció una mayor presencia de las inversiones extranjeras, progresivo control de la economía por los monopolios internacionales, polarización de las fuerzas sociales y se intensificó la conflictividad social.
Así se sucedieron el golpe militar del 55, la Revolución Fusiladora, proscripción y persecución del peronismo, resistencia del pueblo, pacto Perón-Frondizi, gobierno desarrollista, Plan Conintes de represión al movimiento obrero, nuevo golpe militar, democracia restringida, gobierno de Illia, y otro golpe cívico-militar en 1966.
Un nuevo golpe de militares y civiles
Desde 1963, las relaciones entre el ejército, el sindicalismo, los medios de prensa y el gobierno radical fueron cada vez más distantes. Entre los militares se hicieron fuertes las opiniones de conformar un gobierno que excluyendo a los partidos políticos, integrara a las Fuerzas Armadas con poderosos empresarios y jerarcas sindicalistas. A su vez una campaña periodística minó el prestigio del gobierno, acusándolo de lento e ineficiente.
La prédica dio sus frutos el 28 de junio de 1966, cuando un movimiento encabezado por el gral. Juan C. Onganía destituyó al presidente Arturo Illia. El proyecto llamado pomposamente “Revolución Argentina”, se sustentó en el desprestigio del sistema parlamentario ante los ojos de la clase obrera y de los sectores medios, que hicieron suyas las consignas lanzadas desde el gobierno “Abajo el Parlamento”, “Abajo los partidos políticos que nada solucionan”, “Adelante con la Revolución Argentina”.
A medida que el gobierno dictatorial fue avanzando en su gestión esa “revolución prometida” mostró su verdadero rostro al irse profundizando la crisis, la creciente acción represiva ante las luchas en ascenso, y se fue deteriorando más y más ese ensayo que al decir de sus impulsores “no tenía tiempos ni plazos, sino objetivos”, y esquematizaron sus metas en los llamados “tiempo económico”, “tiempo social” y “tiempo político”. En lo económico, el plan de Krieger Vasena, se proponía una transición hacia el desarrollo de la industria pesada y la infraestructura necesaria. El proyecto recibió el apoyo del FMI (stand by por 125 millones de dólares en marzo de 1967) y del gobierno de Estados Unidos.
La crisis comenzó cuando no se pudieron mantener la estabilidad de los precios internos de los productos agropecuarios, que fueron en progresivo aumento. Los signos fueron inflación creciente, recesión y las economías regionales en crisis y estado terminal.
"La cueva bolchevique"
La Universidad, que había sobresalido por la excelencia académica y las investigaciones, fue acusada por la politización de los claustros de profesores y estudiantes, el excesivo presupuesto, y fue bautizada como “la cueva bolchevique”.
El viernes 29 de julio de 1966, a través del decreto ley 16.912, se anulaba el gobierno tripartito y subordinaba a las autoridades de las Universidades al Ministerio de Educación. Luego vendría la “Noche de los bastones largos” con la represión para docentes y estudiantes en la Universidad de Buenos Aires. Renunciaron 1.400 docentes.
El interventor, Luis Botet, declaró “Hay algo que es superior a la enseñanza, a la ciencia, a la investigación, a la renuncia de 1.000 profesores, ese algo es el principio de autoridad”.
En los claustros universitarios, la lucha se inició desde el mismo día de la asonada militar, y estuvo centrada en las luchas contra la intervención, el limitacionismo, la autonomía universitaria y por el gobierno tripartito. El Secretario de Prensa del gobierno nacional declaró: “Se habla de un avasallamiento de la universidad, cuando lo que se quiere es salvarla del comunismo, el gobierno dispone de instrumentos legales y de fuerza para proceder y comienza a hacerlo con toda decisión, de lo que no dispone más es de paciencia. La resolución del gobierno de obrar con la energía que requiere el deber de contener el desorden que se ha provocado, lamenta las víctimas en la policía y las víctimas de los provocadores y lamenta las víctimas que vendrán, porque a partir de ahora no se admitirá ese desorden”.
Buenos muchachos: Vandor, Coria, Alonso
No llamó la atención en el acto de asunción del gral. Onganía, la asistencia de empresarios y sindicalistas. Se confirmaba así el acuerdo entre las Fuerzas Armadas, el poder económico y la delegación de dirigentes sindicales que estuvo integrada por Vandor, Izzeta, Taccone, Niembro y Coria, por las “62 Vandoristas”; Alonso y Cristófoli lo hicieron por las “62 de pie junto a Perón”, mientras por los llamados sindicatos independientes lo hizo Armando March.
Cuando a escasos días de su asunción, el gobierno decidió la disolución de los partidos políticos, clausurando sus locales e incautando sus bienes e intervino las Universidades. Muchos se preguntaron ¿por qué no la CGT? Se estaba cumpliendo un compromiso, y en virtud de ello, la central obrera se negó a tomar partido en el problema universitario y apoyó sin reservas la disolución de las agrupaciones políticas.
La posterior firma del convenio de los metalúrgicos en la Casa de Gobierno fue otro símbolo de la buena relación de Vandor y algunos sindicalistas con los militares.
A pesar de ello, entre las primeras medidas tomadas por la dictadura estuvo la sanción de la ley 16.936 de “Arbitraje Obligatorio”, medida duramente criticada por los sindicalistas, ya que la misma limitaba el derecho de huelga. En febrero de 1967, la CGT intentó presionar al gobierno anunciando un plan de lucha. Los militares contraatacaron con rapidez: se denunció la existencia de un plan terrorista, se interrumpió el diálogo con la central obrera y se suspendió la personería gremial de la FOTIA, Unión Ferroviaria, UOM, FOETRA y otros sindicatos.
Los anunciados reordenamientos portuarios y ferroviarios provocaron huelgas. Se agregaron paros en General Motors, empleados de farmacia, lecheros, papeleros, textiles, metalúrgicos, transporte, portuarios, maestros, construcción. En Tucumán, los enfrentamientos de los obreros de los Ingenios azucareros, con las patronales y la política impulsada desde el gobierno llevaron a la ocupación de varias empresas, manifestaciones, y hasta choques armados, lo que originó una fuerte represión, con el asesinato de la militante Hilda Guerrero de Molinas.
La agresión hacia las conquistas históricas de la clase obrera continuó en los años venideros. Agustín Tosco las sintetizó: “retiro de personería a sindicatos, desconocimiento de las representaciones laborales en organismos del Estado, imposición del arbitraje obligatorio, anulación del salario mínimo, vital y móvil, legislación contra el derecho de huelga, anulación de la ley 1.884 de indemnización reduciendo sus montos a la mitad, cesantías, suspensiones, rebajas de categorías, pérdidas de salario, suspensión de la estabilidad en varias convenciones colectivas de trabajo: aumento de la edad para jubilarse y régimen de alquileres de libre contratación”.