Las elecciones del 155 marcan la agenda de la política catalana. Los movimientos de los diferentes partidos políticos de cara a la cita electoral copan la escena frente al retroceso del movimiento en Cataluña producto de la desbandada de su dirección.
Ivan Vela @Ivan_Borvba
Jueves 30 de noviembre de 2017
Foto: EFE / Horst Wagner
Después de la tormenta siempre llega la calma, aunque esta no significa que sea positiva, ni siquiera que esta sea mejor que la tormenta. Y es en este punto donde parece encontrarse la política catalana, que en menos de dos meses ha visto como dos millones de personas se exponían a los golpes de las fuerzas represivas del Estado español para poder votar en el referéndum declarado ilegal por el Estado, incluso a la declaración de independencia, a que su dirección sin dar pelea aceptara el 155 y volviera al viejo horizonte del imposible referéndum pactado.
En este contexto, a 21 días de las elecciones, con la mayoría del Govern preso y Puigdemont aun en el exilio donde permanece en libertad vigilada , las novedades se centran en los movimientos que se suceden entre Bruselas, Madrid y Barcelona. Y es precisamente la capital del Estado español donde la judicatura, a través del juez Pablo Llarena, parece aportar la noticia más relevante de las últimas horas.
El magistrado del Tribunal Supremo, el citado Pablo Llarena, ha llamado a declarar el próximo viernes 1 de diciembre a partir de las 9:30 de la mañana, a los diez encarcelados por el “procés”: Oriol Junqueras, siete Consellers, y los presidentes de ANC y Omnium.
De este modo, y después de que el pasado viernes el alto tribunal asumiera la causa (juzgada en primera instancia por la jueza Lamela en la Audiencia Nacional), los encarcelados han solicitado comparecer frente al magistrado Llarena para revisar las medidas cautelares impuestas en primera instancia por Lamela. Entre ellas, obviamente, la puesta en libertad sin fianza o con una fianza asumible.
La calma de estos días no esconde el paso implacable del Estado en seguir avanzando en su represión. Si bien la medida pudiera parecer en primera instancia un síntoma de “rebaja” de presión por parte del Estado, la puesta en libertad de los encarcelados se hará tan solo bajo el juramento de estos de acatar y no vulnerar en el futuro la “sagrada” Constitución. Nada más y nada menos.
Sirva esta falta de lucha por la libertad de los presos políticos como ejemplo de la actitud de rendición de la dirección del “procés”, pues ni tan siquiera se propuso poner en pie un movimiento en las calles por este objetivo.
Comuns y PSC responden a sus hermanos mayores
En Barcelona las novedades pasan por las cábalas de los partidos políticos para formar gobierno y coaliciones. Los últimos en quererse mutuamente en las ondas radiofónicas han sido Xavier Domènech y Miquel Iceta.
El líder del “comuns” ha asegurado en una entrevista en la Cadena SER, que se sentiría más cómodo apoyando a Miquel Iceta, líder del PSC, antes que a cualquier candidato. Sí bien le ha afeado su apoyo al 155 “a cambio de nada” (como si hubiera moneda de cambio para tal nivel de represión), le ha designado como su “aliado natural”.
Mezclando en justa medida cal y arena, el líder de los socialistas catalanes le ha devuelto el guiño en Ondacero. Por un lado aseguró que le gustaría contar con Domènech, al que considera “un hombre sólido”, pero recela de poder llegar a pactos, haciendo referencia a la ambigüedad que los “comunes” muestran frente al derecho a decidir.
Los reproches cruzados entre ambas formaciones, que alcanzaron su punto más alto tras la disolución del pacto en el ayuntamiento de Barcelona parecen disminuir. Algo que sin duda pondrá nerviosa a ERC, que desde hace varias semanas lanzaba guiños constantes a los “comunes”, buscando gobernar con ellos a ambos lados de la Plaza Sant Jaume, es decir, el Ajuntament de Barcelona y la Generalitat de Cataluña.
Pero PSC y Catalunya en Comú responden a sus hermanos mayores. Podemos busca incesantemente un pacto con el “renacido” PSOE de Pedro Sánchez y su 155. Reeditar el pacto que ya consiguieron en Castilla y la Mancha esta vez Catalunya, sería un verdadero salto cualitativo en la comunión de ambas formaciones y en sus aspiraciones de “asaltar” la Moncloa. Además presentaría, por si quedara alguna duda, la responsabilidad de cara al Régimen del 78 de la formación de Pablo Iglesias, gestionando una situación tan delicada para el Régimen, como es la política catalana.
Un movimiento más avanzado que sus direcciones
Ahora que los juegos de palacio vuelven a ocupar las primeras portadas, el movimiento ha sido desplazado de las calles y las urnas se presentan como medio y fin último de todo cambio posible, no hay que olvidar que en los últimos dos meses, amplios sectores de masas sobrepasaron en aspiraciones y voluntad a los políticos que hoy la dejan de lado.
Ni la izquierda del Estado, con su política de ambigüedad para la negación del derecho de autodeterminación bajo el subterfugio del “referéndum pactado”, ni la izquierda independentista y su subordinación a la dirección de la extinta “Junts pel si” han podido ofrecer una salida a favor de los trabajadores y el pueblo y sus legítimas aspiraciones.
Cada uno a su manera y escala, ha fortalecido y servido de cobertura por izquierda a las “castas” y fuerzas políticas que han descargado la crisis capitalista sobre las mayorías, tanto en Catalunya como en el resto del Estado.
La república independiente de Catalunya no fue defendida por quienes la declararon. Una verdadera derrota autoinflingida por la retirada más deshonrosa, ha mostrado los límites de una dirección burguesa y pequeño burguesa del movimiento por la independencia de Catalunya.
A día de hoy el 21D es la próxima estación, pero ni mucho menos la última, de la pelea del pueblo de Catalunya por ejercer el derecho a la autodeterminación y la independencia.
La necesidad de una organización anticapitalista y revolucionaria, en un sentido socialista, que se proponga como alternativa a la dirección del procès, así como a la política de ponerse al lado del Estado, el Régimen y la Constitución que con locuacidad esconde Podemos tras sus discursos.
Que levante un programa que ponga resolución a los problemas sociales más acuciantes, no como demagogia electoral, sino como parte de un plan que afecte los milmillonarios negocios capitalistas, de los cuales solo se beneficia una minoría, a la vez que plantee otras demandas como la propia libertad de los presos políticos sin que tengan que pasar por “el lavado” del Tribunal Supremo de Justicia.
Un programa que interpele a esos sectores populares, mujeres, jóvenes e inmigrantes, que no se han sentido reflejados en un “procés” dirigido por la burguesía y pequeña burguesía, pero que tampoco le deben nada al reaccionario Régimen del 78 que descarga sobre sus espaldas con políticas austericidas la crisis económica que ya se alarga una década.
Solo así se puede resolver de forma real el problema del paro, la precariedad laboral, el derecho a la vivienda, la sanidad o la educación, así como las demandas democráticas.