La corrupción de los funcionarios tiene a los empresarios de la obra pública detrás del telón. Sean amigos del kirchnerismo o de Cambiemos, todos se la llevan con pala.
Miércoles 22 de junio de 2016
El escándalo del “caso López” que abrió una profunda grieta en el kirchnerismo, puso en cuestionamiento, una vez más, a los empresarios ligados a la obra pública. Pero no fue el mensaje en las redes de Cristina, “cuando alguien recibe dinero en la función pública, otro se lo dio desde la parte privada”; sino la inevitable permanencia de un elenco de empresarios que viven del Estado, “la Patria Contratista”, o como les gusta decir a los amigos de la Nación, “el capitalismo de amigos” de los Kirchner (y de todos los gobiernos) que desde la dictadura acumulan negocios bajo el paraguas estatal.
Semanas atrás veíamos los bolsos y fajos de dólares que contaba el hijo de Lázaro Báez junto a sus secretarios, y los pocos días el empresario íntimo de Néstor Kirchner desfilaba acompañado de las fuerzas policiales frente a la cámaras de TV. El grupo comandado por Baez fue uno de los principales beneficiarios de la obra pública, y así construyó su “década ganada”. Pero no fue el único.
En la medida que la Justicia avanzó algunos pasos en la causa contra Báez, se topó con el primo de Mauricio Macri, Ángelo Calcaterra, el titular de IECSA, holding de la construcción que actuó en más de una licitación como socio de Báez. Y recordamos que el “primo” se hizo cargo de la empresa de su tío, Franco Macri, en 2007 antes que Mauricio ganara las elecciones a jefe de gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. No sea cosa que quedara pegado el mismo Mauricio a los negocios de su padre con la obra pública de la CABA, como durante tantos años era su uso y costumbre. Ahora la otra mejilla la debía poner el “primo”.
Pero Ángelo ya se iba curando de pecado, accediendo a la segunda y tercera etapa de la reparación de la Basílica de Luján, a través de Creaurban S.A, del grupo ODS, licitaciones que estuvieron bajo la atenta mirada de Néstor Kirchner, como afirma el portal La Voz Pública/Chequealo.
Uno de los primeros del ranking
Entre los “top ten” de las contrataciones del ex Ministerio de Planificación, que dirigía Julio De Vido, junto a IECSA, se encuentra el gran holding presidido por otra familia italiana, los Rocca de Techint, la número uno en el ranking.
Otro que supo escalar a los primeros puestos es el grupo Electroingeniería, creado por los ingenieros Acosta y Zamuner, y que tienen al accionista Gerardo Luis Ferreira (un amigo de Carlos Zannini, en tiempos de compartir la prisión durante la dictadura) como uno de los más influyentes en los destinos del grupo.
Se trata de una empresa que cuadruplicó su facturación con los gobiernos kirchneristas, pasando de ser una PYME en los años setenta, a un holding que combina negocios en la construcción, en la energía eléctrica, bodegas, entre otros suculentos negocios que llegan hasta medios de comunicación como Radio Del Plata o el canal 360 TV.
Algunas de las empresas y negocios del grupo son: Integración Eléctrica Sur Argentina S.A (Intesar S.A) dedicada a ingeniería, construcción, operación y mantenimiento de líneas eléctricas; Fruvex S.A que realiza explotación de vid, al igual que Don Oreste S.A.
Y además participa en desarrollo y proyectos conjuntos con otras sociedades como Yacylec S.A (ingeniería, construcción, operación y mantenimiento de la primera interconexión Yacyretá), Viñafru S.A (Planta procesadora de pasa de uva), y Litsa S.A (ingeniería, construcción, operación y mantenimiento de la segunda Interconexión Yacyretá).
Estar muy cerca del gobierno le trajo sus primeras sospechas por sobreprecios con el resonante caso Skanska, en donde se denunció a la empresa sueca de corrupción tras el pago de coimas en la construcción de los gasoductos Norte y Sur.
Electroingeniería nació en 1977 en la ciudad de Córdoba y tuvo sus primeros negocios en la obra pública a partir de la construcción de cien escuelas.
En ese entonces (2006) ganó la licitación del gobierno de la ciudad mediterránea en manos de José Manuel De la Sota, presentándose en Unión Temporal de Empresas, en sociedad con el grupo SOCMA perteneciente a la familia Macri.
Desde lo alto del Ministerio de Educación supervisaba la obra un “avezado” en licitaciones, Ricardo Jaime, hoy detenido por enriquecimiento ilícito. Sobre esta licitación hubo una denuncia de sobreprecios de los ex ARI, Adrián Pérez (hoy en el Ministerio del Interior) y Fabiana Ríos (ex gobernadora de Tierra del Fuego), entre otros.
Con la llegada de los Kirchner a la Casa Rosada, la suerte continuó para mejor y el grupo de Ferreyra y Acosta comenzó a jugar fuerte accediendo al control del 50 % de la transportadora de energía eléctrica Transener y se encargó también de la colocación de líneas de alta tensión en Pico Truncado y Puerto Madryn, entre otras ciudades del país.
Luego de varias idas y venidas, ingresó a la megaobra de las dos represas (“Néstor Kirchner” y “Jorge Cepernic”) a construirse en Santa Cruz, una decisión que periodistas de La Nación (Diego Cabot/Francisco Olivera, “Los Platos Rotos”), cuestionan por asociar a que fue una manera de evitar que las licitaciones queden en manos de Báez, quien había cedido una porción considerable de hectáreas patagónicas para ser inundadas por las obras, pero que cada vez más se intuía podía comprometer al gobierno que lo había favorecido todos estos años.
Los amigos del Estado son los amigos del capital
Según los autores Martín Schorr, Andrés Wainer y Alejandro Gaggero las incorporaciones al selecto grupo de las 200 empresas de la cúpula empresaria durante el kirchnerismo vino de actividades ligadas a la construcción y a la energía.
“El rol del Estado y las relaciones fluidas con el sistema político han tenido un papel central en el ascenso de este “nuevo poder económico”, afirman en su libro Restricción Eterna.
En la construcción destacan al grupo ODS (Calcaterra, Ángelo), Caputo (Nicolás, amigo y asesor de Mauricio Macri), IRSA, Electroingeniería, Indalo (Cristóbal López) y Cartellone.
Al grupo de nuevos ganadores se suman también los empresarios Carlos Bulgheroni, accionista de Repsol puesto por Néstor Kirchner en la “argentinización” de la petrolera previa a la nacionalización parcial de las acciones o el grupo de furioso crecimiento, Pampa Holding, de Marcelo Milding.
Estos grupos utilizaron los mismos mecanismos que sus predecesores aplicaron para beneficiarse de las obras y contrataciones del Estado (nacional, provincial y municipal) como por excelencia supo marcar la cancha la familia Macri que pasó de controlar 7 empresas a 47 empresas luego de la última dictadura militar. No es casual que todos los caminos desembocan en alguna sociedad con los Macri, si de obra pública se trata.
La promocionada “burguesía nacional” que el kirchnerismo se propuso reconstruir no llegó a ser más que un capitalismo de amigos para nada serios.
Las denuncias de sobreprecios, contrabando o corrupción, son la marca que llevan en su frente los empresarios que ahora van a ser beneficiados por un nuevo blanqueo, ahora en manos del presidente Macri.
Empresarios ligados a la obra pública o de los juegos de azar -que no estén procesados- pueden blanquear directamente, o sino hacerlo a través de algún familiar indirecto o testaferro, en vez de tirarlos por la medianera de un monasterio como hizo López. Así son las reglas del juego del sistema de los capitalistas y sus funcionarios amigos sean del kirchnerismo o del PRO.
Gastón Remy
Economista, docente en la Facultad de Cs. Económicas de la UNJu. Diputado provincial del PTS - FITU en Jujuy, Argentina.