El Festival Invicines celebra su segunda edición con la participación de más de 130 producciones audiovisuales.
Lunes 18 de julio de 2016
Un grupo de realizadores y comunicadores cordobeses crearon en 2015 el Festival Invicines (el cine de los invisibles), donde se congregan un gran abanico de producciones, desde lo más amateur a lo ultra profesional, todos unidos por un propósito común: dar pantalla a un cine invisibilizado. La Izquierda Diario dialogó con los organizadores.
LID ¿Cómo nace Invicines?
Rodrigo Del Canto - Esto comenzó el año pasado, nació de una inquietud, porque veíamos que un cine, una producción de videos si se quiere, no tenía visibilidad. Así que nos propusimos crear este festival, como una manera de sacar a la luz ese espectro que estaba invisibilizado, receptando material vinculado a lo social y de espacios no formales de educación como el CAJ (Centros de Actividades Juveniles), centros de jubilados, algunos relacionados al Neuro (Hospital Neuropsiquiátrico) o realizados en un contexto de encierro, cine comunitario, etc. O sea, lugares donde hay producción audiovisual propia, pero que no tiene proyección, sólo la de su entorno y familia. Decidimos entonces darle pantalla a estos sectores a través de un festival que concentrara en una semana producciones varias, incluidos largometrajes. También hay talleres de capacitación y debates con la presencia de los realizadores y el público.
LID ¿Cómo fue la experiencia de la primera edición?
Noelia Carrizo - Fue muy agotadora, por eso este año incorporamos otros compañeros que se habían acercado a participar, porque la idea era hacerlo como se pueda, aunque no hubiera apoyo económico de ningún sector, financiado a pulmón. La difusión se hizo a través de las redes sociales, donde se popularizó rápidamente y este año llegamos a receptar más de 130 trabajos.
LID ¿Quiénes tienen hoy la posibilidad de filmar?
Matías Deón - En este momento el cuello de botella, ese embudo se ha ensanchado un poco, los formatos digitales han abaratado la producción y todo el mundo tiene un celular para filmar un video minuto. La cuestión es la exhibición y distribución con los espacios de proyección. Eso está cerrado a un grupo pequeño de realizadores. Tal es así que de las películas que financia el INCAA (y ya eso significa un selecto grupo que puede llegar a esa instancia), solo el 25% llega a las salas, se gasta plata del estado para subsidiar películas que nunca van a llegar a una sala. Entonces, hay algo en la manera en la que se organiza la distribución que no está siendo funcional en términos culturales, en la circulación de discursos populares.
LID - ¿Cómo definir un cine social para el Festival?
Matías Deón - Qué es un cine social… es una pregunta que aún nos hacemos. El espíritu siempre fue dar a luz a esos trabajos audiovisuales que surgen como expresión de los espacios populares, y también hay trabajos de cineastas que quieren vivir de hacer cine y que manejan los recursos cinematográficos (técnicos y materiales) como los que estamos acostumbrados a ver en sala, pero que no tienen exhibición.
De alguna manera lo que pone la vara para estar o no en el festival, es si la película en cuestión tiene posibilidades de distribución o no las tiene. Seguro que estas películas no las vamos a ver ni en los hoyts ni en los canales que pasan cine independiente. Lo primero es eso, darle visibilidad a lo que no se puede ver.
Nos planteamos tres posibilidades para la participación en este festival, que la película aborde temáticas sociales en su contenido (derechos humanos, violencia de género, problemáticas instaladas en la sociedad), que esté hecha por grupos que estén invisibilizados o en estado de vulnerabilidad y la tercera es que la película en su modo de producción (roles, lineamientos estéticos, etc.) tenga un sesgo social. Películas como las de Celestino Campusano, un tipo que ha ganado en el festival de Mar del Plata, pero a la hora de organizar sus filmes hace una reunión en la casa de un vecino para ver como producen la película. Esto tiene un sesgo colectivo que habilita otros discursos y que es bueno legitimarlos, porque abre la posibilidad a que se comience a hacer cine de otra manera.
Caro Rojo -Algo importante en este festival es el hecho de que el tema sea libre, que la base sea esa, quiénes los hacen y cómo, más allá de las temáticas
Noelia Carrizo -Y que no hay jerarquías, todos tienen la misma importancia.
Caro Rojo- Al ser de tema libre, las mismas producciones funcionan como un termómetro de cuáles son las problemáticas que van preocupando o saliendo de estos lugares. Las temáticas que sobresalen son: violencia de género, el bullyng, los derechos humanos, el rap contestatario, el hip hop, el género de terror, etc.
Noelia Carrizo- El festival va adquiriendo su propia identidad ya que es diferente de las otras propuestas.
Matías Deón- Existen películas documentales y sociales que son para un mercado, para ciertos festivales y si lo pensamos en términos de disputas políticas, está bueno entender que si hay dinero público para hacer películas, no tiene que ser solamente para ese mercado comercial, que hay cosas que no retribuyen dinero, pero que necesitan ser financiadas por el estado.