La formación de organizaciones tan poderosas, capaces de producir y distribuir droga a todo el mundo no aparece de la nada, hace falta infraestructura y libertad para operar y transportar toneladas de mercancía. Para ello la corrupción y negocios con militares, policías, iglesia y políticos juega un papel fundamental.
Viernes 14 de julio de 2017
La estrategia de guerra contra el narco a nivel de seguridad significoó un gran pozo sin fondo, donde cientos de miles de víctimas mortales, de desplazados y de desaparecidos son el saldo más visible de una política que de nada ha resultado.
La cacería por parte del gobierno federal de las cabecillas de los carteles de la droga ha creado fisuras y fragmentaciones de los mismos carteles, la creación de células nuevas y alianzas; era natural de esperarse.
El hecho de que las drogas sean ilegales crea un mercado subterráneo que es liderado por figuras como “El Chapo” Guzmán, los Arellano Félix o los Carrillo, que al caer muertos o presos dejan sus negocios a sus más allegados.
Pero las transiciones de este tipo no pueden ser pacíficas. El control de plazas, pasos fronterizos y áreas de producción se disputan entre los nuevos herederos y carteles rivales o aliados, sin mencionar las figuras de los mismos cáteles que aprovechan para hacerse de sus propios territorios.
Los casos más emblemáticos son el Cartel del Golfo y los Zetas, así como el cartel de Sinaloa que recibía órdenes de Joaquín Guzmán Loera, que luego de su captura se originó una división que enfrentó a Dámaso López “El Licenciado” y a los hijos de “El Chapo” por el control del espacio, que además se disputa con el cártel de Juárez.
Quienes quedan en medio son los trabajadores, campesinos y gente sin recursos, quienes se ven forzados a vivir en medio del fuego cruzado de carteles, policías y militares. Viéndose obligados a desplazarse o unirse a los carteles, como producto del saqueo, violencia y falta de oportunidades que crea el conflicto y la ya de por si desoladora precarización laboral, volviéndose estas personas carne de cañón para estos grupos delictivos.
Aunque existen nueve carteles que se disputan la hegemonía del negocio de las drogas en México, las divisiones crean más y más carteles en formación: han creado cerca de veinte grupos que tienen la capacidad de borrar poblaciones enteras del mapa.
Resaltan casos como Guerrero, donde el enfrentamiento por la ruta de la amapola coloca a los carteles de Sinaloa, los Caballeros Templarios, los Beltrán Leyva, Jalisco Nueva Generación y la Familia Michoacana o el propio cártel Chihuahua. Los enfrentamientos que usan tácticas de terror como videos de ejecuciones, cuerpos colgados, narco mantas han evolucionado a características más violentas, como enfrentamientos cotidianos por el control ya en términos militares de las plazas, donde mueren muchos civiles, producto de la violencia.
Por ello es vital la legalización de las drogas, como una medida de fin de la violencia que pagamos los trabajadores y el pueblo pobre día con día.