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Red Internacional
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Derechos Humanos. Manini Ríos, nuevamente del lado de los criminales de lesa humanidad

El senador por Cabildo Abierto aprovechó su puesto parlamentario para defender al asesino de lesa humanidad Lawrie Rodríguez e incluso defendió a otros criminales relacionados al terrorismo de Estado.

Miércoles 15 de abril de 2020

Manini Ríos que ya en otras ocasiones había defendido a los criminales de lesa humanidad, uso su puesto en el Senado esta vez para defender a Lawrie Rodríguez asesino de Iván Morales Generalli (FAU-OPR33) y juzgado con prisión el pasado marzo.

Manini utilizó también la excusa de la pandemia del Covid 19 para intentar argumentar razones “humanitarias” y no olvidó recordar a otros criminales de lesa humanidad vivos y muertos como Dalmao, José Puigvert y otros. Repetidamente y hasta al cansancio vuelve a usar también el argumento “hechos de hace 50 años” como si los crímenes de lesa humanidad deban olvidarse o perdonarse, argumentos típico que no solo usa Manini si no que es característicos de los mismos que con un discurso punitivista y racista aúllan por endurecer penas contra “la delincuencia”. En paralelo y al mismo tiempo de realizar esta defensa de los criminales de lesa humanidad, creó un cargo al ex diputado e integrante de la JUP y también defensor de los milicos torturadores Daniel García Pintos.

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Manini no olvidó recordar la defensa que hizo en el pasado el Senador frenteamplista José Mujica (mientras era presidente de la República) a favor de Dalmao y los “viejitos presos”, he ahí el resultado de décadas de impunidad sostenida por todo el espectro político, las ayer palabras y acciones de Mujica y otros “habilitan” a usar los mismos argumentos al protector de los reos de lesa humanidad Manini Ríos.

Desde filas oficialistas el Ministro de Defensa Javier García se apuró a lavarse las manos diciendo que “no corresponde pedir explicaciones” con respecto a los dichos de Manini Ríos en el Senado, por su parte el senador del Partido Nacional Sergio Botana fue más lejos y dijo que al senador Manini Ríos “le asiste toda la razón”.

“El general” y su careta hipócrita

Manini hace gala de exhibir frente a todos (y con resultados de popularidad entre muchos ingenuos) una pseudo postura de “rectitud”, “honorabilidad” y “honestidad”. Pero no hay nada de recto, honorable y honesto, defender a criminales de lesa humanidad, que han secuestrado, torturado, violado y asesinado. Lo hayan hecho hoy o hace cincuenta años, defender a esa mugre lo hace parte de la misma.

Manini también se jacta de no venir de la política, de que no es un político tradicional, pero sin embargo su autoproclamado carácter de outsider es relativo, ya que él mismo surge de las entrañas mismas del propio Estado y es miembro de uno de los clanes políticos más importantes y tradicionales de los últimos 100 años en Uruguay.

Pero esta defensa no es ingenua, Manini representa y ejerce sin vergüenza el papel de vocero y líder de toda una concepción política y social que tiene al Ejército y las FFAA como núcleo. Defendiendo a los criminales de lesa humanidad se defienden a ellos mismos como lo que son y en el rol que esperan les vuelvan a asignar en el futuro como los “salvadores de la patria” cuando las clases dominantes y el imperialismo lo requieran, como ya lo hicieron en el pasado. Manini exculpando y minimizando a los criminales y los crímenes de ayer, prepara el terreno para los crímenes y criminales del futuro.

El mito Manini no nació de un repollo, es hijo directo de la impunidad del Club Naval, de la moderación y muchas veces protección de los gobiernos del Frente Amplio con respecto a estos criminales, del dejar hacer y promover a militares como Manini durante la administración frenteamplista, con Manini en sus casi cinco años como comandante en jefe del Ejército haciendo y deshaciendo, interviniendo en política, casi sin consecuencias hasta las tardías decisiones de la última etapa.

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Es finalmente el producto de una institución como las FFAA y el Ejército que permanecen no solo existiendo sino prácticamente impunes por el visto bueno unánime del sistema político. “Instituciones” que luego de las atrocidades cometidas en la dictadura merecían su disolución, fueron protegidas y hasta defendidas (con intentos de lavada de cara incluidos) hasta el día de hoy, para cumplir cuando sea necesario su tarea esencial que es la represión sobre el pueblo trabajador.