Se dio a conocer que México es el cuarto país con más muertos por la pandemia, rebasó a Italia. AMLO se defiende con estadísticas: que la comparación de cantidad de muertos sin tener en cuenta las diferencias en número de habitantes entre los distintos países no vale. Pero en medio de la intensa transmisión del virus siguen faltando pruebas masivas y equipo de protección personal.
Lunes 13 de julio de 2020 22:52
EFE/Daniel Ricardez
En la guerra de cifras desatadas ante la pandemia, lo único verdadero es que no hay certezas. Las estadísticas de ningún país son fiables. Entre telarañas de estadísticas, hay subrregistro de contagios y de muertes por doquier.
Según datos de la OMS -que construye a partir de los reportes que envían los gobiernos- México es el cuarto con más muertes a nivel global por covid-19. Hasta el domingo 12 de julio, había 48,822 casos activos y 299,750 casos confirmados.
Espanta la comparación con la cifra de muertos en Italia, uno de los países europeos donde más golpeó la pandemia, que va por 34,954 personas fallecidas.
Las fallas del Modelo Centinela
Pero es imposible olvidar que, en abril, tras una entrevista con The Economist, un medio británico, el subsecretario López-Gatell había afirmado con total soltura que las cifras oficiales de personas enfermas de covid-19 debían multiplicarse por 8 o 12 para dar una idea más próxima a la realidad.
Esto porque el Modelo Centinela, el sistema de vigilancia epidemiológica aplicada en México, sólo da cuenta de una muestra del universo de casos que hay, no del conjunto de los casos. El argumento oficial es que desde el inicio de la fase 3 era imposible llevar un seguimiento y control pormenorizado de los casos.
Según el director general de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus, en las Américas estamos en una fase de transmisión intensa del virus. En esta fase, gran parte de los gobiernos presionan en forma criminal para abrir la economía, como es el caso de López Obrador, quien arriesga la vida de millones para obedecer los dictados de Washington.
Pero mientras la pandemia se extiende y cobra cada vez más víctimas, la realidad es que el gobierno mexicano se ha negado sistemáticamente a invertir en pruebas masivas, una cuestión indispensable en los sectores esenciales, y una herramienta que, al detectar casos antes de que se agraven o incluso cuando son asintomático, prevendría una mayor expansión del virus e incluso realizar cuarentenas por zonas geográficas más delimitadas.
Las pruebas se hacen en los casos graves, y a veces, cuando ya el virus causó tantos estragos, que el personal de salud nada puede hacer por la persona enferma.
Según el portal Statista, entre los países más afectados por la covid-19 en julio, México ocupa el lugar 24 con 4,511 pruebas por cada millón de habitantes, mientras Argentina ocupa el lugar 20, con 7,794 pruebas, Brasil el 19, con 14,445, Colombia el 18 con 14,951, Perú el 12, con 50,937 y Chile el 58,087.
Esto mientras las pruebas en México ostentan uno de los mayores índices de positividad del mundo, que oscila entre el 50 y el 60%, se acuerdo con la agencia que informa. Un porcentaje fuerte, sobre todo teniendo en cuenta que en Florida los epidemiólogos expresan gran preocupación ante una tasa de 19.6%.
Tan alta positividad indica que el alcance de la pandemia en México sería mucho más alto que lo que reflejan las cifras oficiales.
Para tener una apertura segura, la Organización Mundial de la Salud (OMS) aconsejó que los países logren tasas de positividad de las pruebas de 5% o menos durante 14 días antes de reabrir Muy lejos de la realidad que se vive en México.
Mientras el gobierno de López Obrador y el subsecretario de salud busca evitar deslindar responsabilidades, y la derecha mexicana encabezada por los gobernadores del Partido Acción Nacional buscan capitalizar la crisis sanitaria a su favor con miras a los comicios de 2021, quienes más enfrentan las consecuencias letales de la pandemia son trabajadoras y trabajadores, y familias de los sectores populares.
Son las trabajadoras y los trabajadores del sector salud, quienes si reciben equipo de protección personal suele ser de mala calidad, cuando no se lo autoabastecen tomando dinero de sus magros salarios.
Son la inmensa mayoría de las trabajadoras y los trabajadores de los sectores esenciales a quienes ni el Estado ni las empresas que los contratan los abastecen con el equipo de protección personal indispensable para mantener labores sin exponer su salud y la de sus familias.
¡Pruebas masivas ya!
Ante esta situación es indispensable que los sindicatos que se reivindican democráticos y el conjunto de la clase trabajadora y la juventud exijan pruebas masivas y periódicas para todos los sectores esenciales -como salud, transporte, telecomunicaciones, recolección de residuos, producción, distribución y venta de alimentos y medicinas.
Parte del argumento del gobierno es que es imposible hacer esto. Pero con más recursos para el sector salud se podría concretar. Para conseguir fondos para atender la pandemia se debe dejar de pagar la fraudulenta deuda externa. Es necesario reducir inmediatamente los salarios de los altos funcionarios, que todos ganen como una maestra. Que las partidas destinadas al Ejército, la Marina y la Guardia Nacional (la Border Patrol mexicana de Trump) se reasignen para el sector salud.
Se debe aplicar un impuesto extraordinario a los grandes magnates de México, como Carlos Slim, Germán Larrea y Ricardo Salinas Pliego, entre muchos otros, así como a las trasnacionales que operan en México y presionaron hasta el cansancio para imponer la reapertura de actividades en pos de garantizar sus ganancias. Y que se expropie y se nacionalice sin pago todo el sector privado de la salud, incluyendo las pruebas que cobran a precios siderales.
Todo esto constituiría un enorme refuerzo del presupuesto para el sector salud y ese dinero, que debería ser controlado por las y los trabajadores del sector, no por burócratas que dictan el destino del país desde la comodidad de sus escritorios, debe aplicarse a la adquisición de equipo de protección personal de calidad y a todos los insumos necesarios para hacer frente a la pandemia.