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Red Internacional
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Cuestión Catalana. Masiva movilización independentista en… Bélgica

Alrededor de 45.000 personas inundaron las calles céntricas de la capital europea para apoyar al President y dar señales claras de que el pueblo catalán no está muerto.

Sábado 9 de diciembre de 2017

La capital belga se vio alterada en su zona céntrica por unas 45.000 almas, según la policía local. El dispositivo policial se vio desbordado ante el aluvión humano provocando retrasos de más de 40 minutos. Todo el mediodía y las primeras horas de la tarde del pasado jueves se hizo imposible el tránsito peatonal y vehicular.

Hace años que la capital de la Unión Europea no recibía la visita de tantas personas. La manifestación por la independencia catalana contrastó claramente con la manifestación del día anterior, organizada por Sociedad Civil Catalana, que apenas reunió 1000 personas, según los organizadores. O con la manifestación realizada el martes en Barcelona que contó con 12.000 personas que defendían la Constitución del 78.

La vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría se apresuró a decir que el independentismo estaba agotado, kaput. Sin embargo, “los muertos que vos matáis, gozan de buena salud”. La masiva presencia catalana en la ciudad de Hergé cantando “Independència”, “llibertat presos polítics” y “Puigdemont President” más bien nos dicen otra cosa.

La manifestación acabó con las oratorias de varios dirigentes de la CUP, ERC, JxCat, la ANC y Òmnium. Puigdemont envió un mensaje hacia la Unión Europea reclamando que “Europa se dé cuenta de que aún puede jugar un papel”. Los dirigentes de la UE lo saben y lo hacen. De ninguna manera apoyarán una independencia de un pueblo que venga desde las calles. A menos que no la puedan parar y que encuentren una manera de someterlo. Sino veamos Kosovo.

El independentismo vive a pesar de Rajoy…

La aplicación del artículo fue un durísimo golpe contra el movimiento democrático catalán. En primer lugar, cesó a todo el Govern y el Parlament catalán. Luego puso en prisión preventiva a la mitad del Govern con un juicio por sedición y rebelión que no se sostiene por ninguna parte. El Gobierno central se hizo cargo de las elecciones, los Mossos d’Esquadra y del funcionamiento de la administración.

A golpe de BOE y de dictámenes judiciales el Régimen del 78 pretende acabar con el movimiento popular catalán. Rajoy, el PSOE y Cs se la juegan a las elecciones y para ello cuentan con una judicatura que pretende “marcar tendencias en la moda” diciendo qué colores y qué prendas podremos usar el 21D. Se ve que el amarillo se pondrá de moda en los últimos días del otoño.

Tenemos a todas las fuerzas policiales tratando de identificar personas en los cortes del 8N. El poder judicial está tratando de encontrar “delitos de opinión” en todo aquel que ose denunciar el accionar ultrareaccionario del Estado español. Y, como si fuera poco el control económico ha trascendido Catalunya, para llegar a Madrid y quizás a 22 municipios más (encontrándose cinco capitales andaluzas en esa lista).

Aún así, “eppur si muove”…

…y a pesar del PDeCAT y ERC

Tan duro fue también que desde el minuto siguiente a la declaración de independencia ningún dirigente de Junts pel Sí y de la CUP apenas si hiciese algo por hacer realidad la naciente república. Puigdemont y algunos Consellers se fueron de Catalunya. Junqueras y el resto se quedaron, pero sin firmar un solo decreto. La Generalitat vacía y con la bandera española ondeando, “como siempre”.

Tan duro como esto fue también la manera en que los dirigentes catalanes salieron de prisión. Forcadell, con los integrantes de la Mesa, y los Consellers aceptaron ante el juez que la declaración de la República fue política y no jurídica, que no se opondrán al 155, que respetarán la Constitución. Seguramente faltará algún beso a la mano del Monarca. Qué contraste con el pueblo catalán que defendió el 1O con su cuerpo, que el 8N cortó las calles e hizo huelga el 3O.

Es entendible que haya un apoyo masivo a Puigdemont y a los Consellers. Al fin y al cabo, el Govern fue cesado por Madrid y aún hay algunos en cárcel y otros en Bélgica por la “justicia” española. El pueblo catalán no tiene otra alternativa en la mesa, más que el famoso “full de ruta”. Y, todas las fuerzas desde la derecha catalana del PDeCAT hasta los anticapitalistas de la CUP, lo han defendido.

Pero defender a estos dirigentes, contra la ofensiva reaccionaria del Estado español, no nos puede hacer olvidar que durante años nos tuvieron marchando el paso en el mismo lugar. Dijeron construir “estructuras de estado”. Después del 1O y el 3O nos hicieron perder mucho tiempo que aprovecharon las empresas catalanas para irse. Puigdemont-Junqueras hicieron una “declaración suspendida” el 1-O. Y el 27-O todos los dirigentes se borraron después de la declaración.

La República catalana tendrá que ser una República de los trabajadores

El pueblo catalán está en una enorme disyuntiva. Demostró en las calles estar dispuesto a luchar por una república catalana independiente. Sin embargo, sus dirigentes les dicen que hay que votar de nuevo, que si ganan el 21D podrán acabar con el 155 y la ofensiva recentralizadora. Pero el Gobierno de Rajoy dejó bien claro que hay que ajustarse a la Constitución, quien no la respete tendrá más 155. La misma que los Consellers aseguraron que obedecerán para salir de la prisión (igual que el 155).

Se ha visto que no es posible hacer una república catalana independiente bajo la dirección de Puigdemont-Junqueras (la antigua Convergència ahora PDeCAT y ERC). Por más presión que la CUP y la izquierda independentista hagan, los máximos dirigentes ya han dicho que la república es más un deseo que una realidad y se proponen estirar el chicle lo máximo posible.

Para hacer realidad el mandato popular del 1-O e impulsar la República es necesario luchar por un proceso constituyente verdaderamente libre y soberano que incluya las demandas sociales de los trabajadores y el pueblo. Que acabe con la precariedad laboral, hacer desaparecer la lacra del paro, acabar con el “nimileurismo”, volver atrás todos los recortes en sanidad, educación, etc.; que evite la huida de capitales y empresas del territorio, que nacionalice aquellas empresas que despidan o quieran irse de Catalunya.

Una República así, solo será posible mediante la movilización del pueblo y los trabajadores catalanes en lucha contra el reaccionario régimen del 78. Por eso tienen miedo los dirigentes “amigos del empresariado” como Santi Vila y Artur Mas (y también le temen Rajoy y Sánchez). La República catalana de los trabajadores será la cabecera de playa para extenderse al resto del Estado español y acabar con el capitalismo que genera trabajadores pobres.