Quien lea cotidianamente los diarios en Argentina, habrá notado ya el crecimiento alarmante de la violencia contra las mujeres. Analizar los diarios de una semana es suficiente: en Argentina una mujer es asesinada cada 30 horas.
Celeste Murillo @rompe_teclas
Lunes 22 de septiembre de 2014 11:12
Paola Acosta es la mujer asesinada número 11 en la provincia de Córdoba en 2014. La semana anterior en Salta, el número de asesinadas llegó a 13, cuando el gobierno provincial había declarado la emergencia para combatir la violencia de género, una medida que para las organizaciones de mujeres de la provincia tiene mecanismos y resultados inciertos.
Desde el 26 de agosto, Melina Romero está desaparecida. Hace una semana, buscan su cuerpo que, según declaraciones de supuestos testigos y los propios acusados de su muerte, habría sido arrojado al arroyo Morón. Melina no solo sufrió la violencia en carne propia, su vida y su muerte son materia de debate en canales de televisión y redacciones de diarios.
Ambos casos ponen en discusión por enésima vez la violencia que sufren las mujeres. Aquellas trágicas y altisonantes: golpeadas por sus maridos, novios o familiares, violentadas en la calle, violadas en los boliches, asesinadas por sus actuales o exparejas. Y las trágicas y silenciosas: maltratadas en sus casas, acosadas en sus trabajos, estigmatizadas por sus preferencias sexuales, en fin, discriminadas por su género.
Melina es un recordatorio de la misoginia y los prejuicios machistas, que apuntan contra las mujeres, aun cuando son ultrajadas y asesinadas, especialmente las jóvenes. Las atacan y sospechan de ellas los medios de comunicación, fiscales, jueces y policías. Las defienden sus amigas y amigos, sus docentes, que conocen las condiciones en las que vive, trabaja y estudia la juventud.
Paola es un recordatorio del silencio que escuchan las mujeres y sus familias cuando denuncian que son víctimas de violencia (a menudo revictimizadas en comisarías y juzgados), y cuando denuncian desesperadas la desaparición de sus hermanas, madres y amigas.
Hoy marcharán en Córdoba exigiendo justicia para Paola y para su hijita Martina, que sobrevivió la violencia que mató a su mamá. La familia de Paola ya señaló sus sospechas sobre el padre de Martina, y temen que una vez más una muerte quede impune porque el acusado “tiene mucho dinero”.
Para Paola y Melina ninguna “declaración de emergencia” es suficiente. La impunidad que gozan los “grandes femicidas” y sus cómplices (públicos y privados), que manejan las redes que secuestran y violan mujeres para explotación sexual, seguirá funcionando como un manto de silencio e impunidad para la violencia que sufren las mujeres. A su sombra, todas las muertes quedarán impunes, y ya nadie hablará de ellas en los diarios.
Celeste Murillo
Columnista de cultura y géneros en el programa de radio El Círculo Rojo.