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Rebelión en Colombia. Mitos que se reviven en medio del paro nacional en Colombia

Gearóid Ó Loingsigh, activista y analista político sobre el conflicto colombiano, escribe sobre los mitos que se reviven en medio del paro nacional: la naturaleza de la democracia colombiana; las generaciones anteriores no lucharon; la ruralidad exclusiva del conflicto; el acuerdo de paz contiene propuestas para resolver las demandas actuales. Un enfoque de interés para los lectores de La Izquierda Diario.

Martes 1ro de junio de 2021 20:26

Fotografía Gearóid Ó Loingsigh

Fotografía Gearóid Ó Loingsigh

En medio del paro, varios mitos se reviven y se escuchan en la prensa burguesa pero también en las distintas publicaciones de la izquierda, por no decir nada de las redes sociales. Si no somos capaces de ver la realidad del momento, no podemos tratar los problemas que enfrentamos. Son varios los mitos: la naturaleza de la democracia colombiana; las generaciones anteriores no lucharon; la ruralidad exclusiva del conflicto; el acuerdo de paz contiene propuestas para resolver las demandas actuales.

Uno de los primeros mitos que se ve más en la prensa burguesa, pero también algún que otro social demócrata despistado lo repite una y otra vez, es que Colombia es la democracia más larga y estable de América Latina y que nunca ha vivido bajo una dictadura militar. Obvian el golpe militar de Rojas Pinilla en 1953, pero como las élites lo vieron con buenos ojos y todavía lo defienden, no cuenta para ellos. De todas formas, en los 80 y 90 el mismo Estado esgrimía este argumento como una defensa contra las acusaciones de ser uno de los mayores violadores de los derechos humanos en el hemisferio. Paradójicamente a veces lo usaba como justificación por sus fechorías con esa frase infame del entonces capitán Plaza Vegas cuando retomaba el Palacio de Justicia "Defendiendo la democracia, Maestro".

Colombia nunca ha sido una democracia, o si tomamos prestada la frase de Javier Giraldo, que puso como título a uno de sus escritos Colombia: esta democracia genocida [1]. Es una democracia que sistemáticamente ha perseguido a la oposición asesinando a miles de personas de la oposición, torturándolos, desplazándolos y forzando a miles de militantes a huir al exilio, donde se codeaban en tierras lejanas con las víctimas de las dictaduras del Cono Sur, Guatemala, El Salvador, Sudáfrica, Palestina entre otros. Basta mirar con quien se juntaban y todavía se juntan en esos países, para saber lo que uno necesita saber de la naturaleza de la democracia colombiana.

Entierro del dirigente del eje cafetero Fernando Lombana asesinado en Bogotá en 1995 por la policía. Fotografía Gearóid Ó Loingsigh
Entierro del dirigente del eje cafetero Fernando Lombana asesinado en Bogotá en 1995 por la policía. Fotografía Gearóid Ó Loingsigh

Esto nos lleva al siguiente mito, y este sí representa un peligro para el movimiento: que esta generación lucha por que otras generaciones anteriores nunca lucharon. Antes de desmontar este mito, valga decir que si fuera cierto, significaría que estamos ante un problema coyuntural y no estructural, que con un simple cambio de gobierno nos resolvemos todo. Lo chistoso de este mito, es que entre los que repiten esta estupidez se encuentran personas que bien han estudio a fondo las luchas del reciente y lejano pasado y personas que participaron en esas luchas.

Esta no es la primera gran lucha en este país, ni el primer intento de transformar el país. Colombia ha vivido muchas experiencias de esta naturaleza. El mismo Estado, con su Centro Nacional de Memoria Histórica intentó poner una cifra al número de muertos producidos por el conflicto y sitúa el número en 262.197 muertos entre 1958 y 2018 [2]. El CNMH ha sido recibido críticas por como calcula esa cifra, y muchos creen que la cifra real es mayor. Esta cifra tampoco es completa, excluye por la fechas escogidas todos los muertos de los años de la violencia, que algunos analistas calculan en otro 250.000 muertos, no incluye los muertos posteriores al 2018, y siempre ha existido un subregistro de la violencia en Colombia, por temor a denunciar hechos, encubrimiento por parte de agentes estatales, la misma naturaleza del paramilitarismo cuyo propósito es precisamente desdibujar la realidad de la violencia y el porqué. Sin embargo, la cifra del CNMH tiene un elemento útil, es lo que reconoce el Estado, no estamos hablando de un número inferior a la cifra oficial, y el CNMH afirma que 215.005 eran civiles, y 178.005 murieron bajo la modalidad de asesinatos selectivos, la mayoría de ellos luchadores sociales. El río de sangre en Colombia desdice la mentira que las otras generaciones fueron agazapados.

También cualquier revisión de la historia sindical del país da fe de las numerosas luchas, largas y de importancia, como la huelga de los trabajadores petroleros que logró que se estableciera la industria petrolera nacional, Ecopetrol, el paro cívico y huelga de 1971, o el paro cívico de 1977 [3].

Segovia 1995. Fotografía Gearóid Ó Loingsigh
Segovia 1995. Fotografía Gearóid Ó Loingsigh

Pasa lo mismo con las cifras carcelarias. No existen cifras muy precisas sobre el número de presos políticos en el país a lo largo del conflicto. Pero dice todo que el primer informe de Amnistía Internacional sobre Colombia trataba el tema carcelario. Llegaron para investigar lo ocurrido bajo el gobierno de Turbay Ayala y sus Concejos Verbales de Guerra contra opositores del régimen. Y Duque sí es consciente del pasado y como otras generaciones lucharon y en una entrevista explicó que su héroe es Turbay Ayala, pues el periodista vio un busto de Turbay Ayala y le preguntó sobre el asunto.

Cuando lo interrogué sobre el asunto, me di cuenta de que Duque no conocía mucho más de Turbay que sus opositores de la izquierda, solo que lo que para aquellos era infame, para él era fascinante. Me explico, el hoy Presidente admiraba la firmeza con que Julio César había enfrentado a la insurgencia, mientras que sus detractores lo denigraban por lo mismo... Su fascinación por Turbay era intensa pero superficial y se enfocaba exclusivamente en la fuerza [4].

Quienes alaban a los jóvenes diciendo falsamente que otras generaciones no lucharon, poco ayudan a preparar a los jóvenes para enfrentar a personajes como Duque y los generales que sí tienen referentes históricos. En todas las revueltas, rebeliones y revoluciones del mundo la mayoría de los participantes son jóvenes, a veces dirigidas por los viejos que sobrevivieron revueltas anteriores, quienes se envejecieron con la lucha. Tal es el caso de Lenin quien toma el poder a los 47 años luego de haber vivido la derrota a sus 35, Trotsky (38), Mao (56), Ho Chi Minh quien muere a los 79, sin ver el triunfo, las excepciones a esta regla siendo los dos jovencitos Castro y Che Guevara (aunque para la época no se consideraban jóvenes). O están los que fueron ejecutados como José Antonio Galán (41 años). En cada revolución los jóvenes son la inmensa mayoría de los participantes, aunque no siempre de la dirigencia, pero esta revuelta apenas está formando su propia dirigencia, de jóvenes, pues los burócratas, ONG y políticos viejos quieren que vayan a casa.

Ligado a ese tema va otro, que el conflicto siempre ha sido rural, y lo que se vive en el paro es el conflicto y la reacción de las fuerzas estatales llegando a la ciudad. No es cierto, y todos los que lo dicen, saben que no es cierto, varios de ellos han escrito sobre el conflicto en centros urbanos, como la toma paramilitar de Barrancabermeja, los más de 400 asesinatos cometidos por la Red 07 de la Armada Nacional en esa ciudad, la toma violenta y permanencia aún de grupos paramilitares en Buenaventura para nombrar apenas dos ciudades medianas. En este último caso, el paramilitar H.H. explica que la confrontación en esa ciudad no fue algo suave ni menor.

Si el Estado, la fuerza pública, la armada, el ejército, hubieran tenido el control total de Buenaventura como lo dicen, entonces nosotros por qué operamos libremente en Buenaventura y hay cientos y miles de muertos en Buenaventura en la confrontación que nosotros tuvimos con el 30 Frente de las FARC, porqué nosotros controlábamos las salidas del narcotráfico y nos pagaban impuestos a nosotros [5].

También habla de centenares de desaparecidos. Este conflicto siempre ha sido rural y urbano, cada zona viviéndolo de otra forma e intensidad según el momento histórico y la necesidad. Hoy, la burguesía necesita reprimir con sevicia a la revuelta popular actual, que es principalmente, aunque no exclusivamente, urbana.

Primero de mayo 2008. Fotografía Gearóid Ó Loingsigh
Primero de mayo 2008. Fotografía Gearóid Ó Loingsigh

Por último, están los que dicen que la no implementación del Acuerdo de La Habana explica la situación. Nada de eso es cierto. Primero dicho acuerdo no dice nada sobre los problemas que provocaron el estallido social, el sistema de salud, educación, pensiones y la carga tributaria sobre los más pobres. Reto a los que afirman eso que públicamente me citen un sólo ejemplo donde dicho acuerdo propone una reforma siquiera sobre uno de esos puntos, un ejemplo no más, sobre un sólo punto. No lo dejo tan fácil como aparece, pues ni siquiera hay referencias vagas sobre estos puntos en dicho acuerdo. Pero de nuevo tratan al estallido social y las razones detrás de ello como algo coyuntural, cuando no lo son.

Estamos donde estamos luego de décadas de violencia por parte del Estado, décadas sino dos siglos de rapiña, avaricia y políticas que sólo favorecen a los más ricos. Todo eso se exacerbó con la ya infame apertura del Presidente Gaviria (1990-1994), luego con la Ley 100 y un sinnúmero de reformas pensionales, laborales etc. La situación actual de pobreza y crisis es el resultado de las políticas neoliberales, no de un gobierno sino todos, desde por lo menos el gobierno de Gaviria, es el resultado del robo de tierras, el desplazamiento de millones de campesinos (temas tratados sólo parcialmente en el Acuerdo de La Habana, y con propuestas que quedan cortas en todo sentido).

Los mitos que se reviven en el paro, son mitos que en determinados momentos el mismo Estado ha empleado para distraer, desviar el debate o negar la realidad. Flaco favor se hace en medio de este paro, revivirlas desde la izquierda. Existe una larga y rica tradición de lucha rural y urbana en Colombia, hay que aprender de ella, y los traidores, vencidos y reformistas que quieren mirar todo como un problema coyuntura o parcial siempre han existido y siempre existirán, entre ellos hay jóvenes y cuchos (mayores de edad).

Artículo publicado originalmente en El Salmon y se publica con la autorización del autor como colaboración para La Izquierda Diario.


[1Ver

[3El historiador colombiano Renán Vega ha dedicado su vida a escribir sobre la lucha de la clase trabajadora y también las luchas de los campesinos e indígenas, entre sus libros se destacan Petróleo y protesta obrera Tomos I y II, Sangre y Cemento y Gente Muy Rebelde Tomos I-IV que tratan las luchas obreras, campesinas, indígenas, mujeres.

[4Álvaro Perea (19/05/2021) El patético destino de Iván Duque. https://2palabras.co/alvaro-perea/el-patetico-destino-de-ivan-duque/

[5Ó Loingsigh, G. (2013) La reconquista del Pacífico: Invasión, Inversión, Impunidad. Bogotá. PCN. p.112