¿Es posible desarrollar una pedagogía liberadora? A través de una prosa filosófica, Michel Ende nos sumerge en el mundo de Momo, una niña que resiste la dictadura de los hombres de gris.
Jueves 4 de agosto de 2016
Las ocasiones de lectura en las aulas son espacios fructíferos para generar espacios de reflexión, de debate, de intercambio intersubjetivo. Espacios donde los niños pueden imaginar, crear, recrear mundos imaginarios y posibles así como extender estas prácticas al mundo real que los circunda.
Impulsar el gusto y el amor por la lectura puede ser, por lo tanto, una manera de formar subjetividades críticas, reflexivas, creativas y transformadoras de la realidad. La literatura se presenta así como herramienta de quiebre, de resistencia.
A través de la prosa fluida, filosófica y fecunda de Michel Ende nos llega una excelente novela llamada Momo. Este escritor alemán del SXX, cuya novela más conocida es “La historia interminable”, desarrolló a lo largo de su actividad una serie de obras literarias dentro del género de la literatura fantástica y de ficción para niños, adolescentes y adultos.
En las afueras de una ciudad italiana, en un anfiteatro en ruinas, vive una niña llamada Momo. Ella no tiene un origen cierto. Ninguno de los habitantes de la ciudad sabe de dónde o cómo llegó allí pero todos conocen su extraordinaria habilidad de saber escuchar. Momo tiene amistad con todos y todos recurren a ella para ser escuchados, con tiempo, con pausa, atentamente.
Este clima amistoso y distendido termina con la llegada de los hombres grises. Estos extraños individuos representan al Banco de Tiempo. Como representantes de tal entidad promocionan la idea de ahorrar tiempo entre la población. El pack ofrecido implica que el tiempo puede ser depositado en el banco y devuelto al cliente posteriormente con intereses como corresponde a cualquier entidad bancaria seria y responsable que se precie de tal. El objetivo real de estos hombres es hacer que la gente lo olvide todo menos su obsesión por ahorrar todo el tiempo posible para su posterior uso. La ciudad, y sus habitantes, se ven fuertemente modificados ante el desembarco de semejante institución en ella. Se pierde el sentido en lo rutinario.
Actividades como el arte, la imaginación o dormir (y por lo tanto soñar), pasan a ser considerados como pérdidas de tiempo. Los prototipos de ciudadano, de moda, de gustos se estandarizan. Pero como todos imaginarán, cuanto más tiempo ahorra una persona, esta acción ahorrativa redunda en una real disminución de dicho bien tan preciado en su haber. Los hombres grises consumen lo ahorrado en forma de cigarros hechos de pétalos secos de las flores horarias que representan el tiempo. Estos oscuros personajes, cual parásitos, no pueden existir sin consumir esos cigarros, es decir, sin consumir el tiempo ajeno.
Con su flagrante falta de valoración del tiempo en los términos en el que éste es presentado por los hombres grises, Momo se convierte en una molestia punzante, en una piedra en el zapato del Banco de Tiempo. Los hombres grises buscan deshacerse de ella por todos los medios posibles. Momo, junto a Casiopea la tortuga, animalito que se comunica con ella a través de mensajes luminosos en su caparazón, se enfrentará a la dictadura de los hombres de gris. Para ello la niña deberá ir al manantial del tiempo, tras lo cual logrará rescatar a la ciudad de la opresión de esta entidad nefasta.
Momo en la escuela de hoy
El actual mundo capitalista globalizado, asiste una vez más, a un nuevo ciclo de crisis económica, política y social pauperizante de la humanidad. Basta mirar las noticias de E.E U.U corcoveando con discursos totalitarios y xenófobos a lo Trump tratando de capear su crisis económica y política; de Medio Oriente con sus guerras intestinas o impuestas por potencias imperialistas que generan miles de exiliados, refugiados y muertos; de la Europa de fronteras cerradas frente a la desesperación humana y sin ir tan lejos de la avanzada neoliberal en América latina, para confirmar lo anteriormente dicho. Estamos, por lo tanto, ante la necesidad de la transformación profunda, radical y revolucionaria de las estructuras de poder propias de un sistema que expone sus más grandes miserias, basado en la existencia de explotadores y explotados, de merecedores y excluidos, de comidos y hambreados.
Frente a este estado de situación se impone que la escuela y sus docentes analicemos críticamente cuál debe ser nuestra tarea. En Pedagogía del oprimido Paulo Freire sostiene que “Sería en verdad una actitud ingenua esperar que las clases dominantes desarrollasen una forma de educación que permitiese a las clases dominadas percibir las injusticias sociales en forma crítica”. Los docentes debemos reconocernos como parte de la clase trabajadora desmarcándonos de la concepción de que como profesionales formamos parte de una pequeña burguesía superior a las clases populares, así como también de la tarea que se nos quiere imponer desde el SXIX según la cual debemos ser formadores de subjetividades acordes a las necesidades de los sistemas económicos y políticos imperantes.
La educación formal capitalista ha dado muestras de sobra de su poder de formación de subjetividades extrañadas. Se hace urgente, en este sentido, la tarea de buscar el quiebre, la grieta, la contradicción dentro del sistema educativo capitalista mismo y usarlo de modo contra hegemónico estimulando subjetividades críticas, no conformadas.
Expropiarle a las clases dominantes uno de sus aparatos ideológicos más efectivos, expropiación-apropiación por parte de y para los trabajadores. Prenderles fuego el rancho desde adentro hablando en criollo.
Momo es una novela, que nos ofrece a los docentes, la posibilidad de poner en debate de nuestros estudiantes cuestiones como el consumismo y la explotación. Permite pensar sobre las características del mundo actual, sobre el peligro de verse seducido por los intereses ocultos de empresas que cuentan con el suficiente poder como para influir en el estilo de vida de la gente, en sus deseos, en sus aspiraciones.
También permite elaborar una mirada crítica sobre el modelo racional de concebir el tiempo, un modelo economicista que busca reducir al mínimo o extinguir los momentos de ocio en búsqueda de un rendimiento eficiente del tiempo dentro de la valoración capitalista del mismo, tiempo que debe ser usado para producir aquello que luego va a ser expropiado a sus productores por parte de los dueños de los medios de producción.
Cualquier semejanza con la realidad no es pura coincidencia. Novela excelente para abonar una pedagogía liberadora de conciencias que den batalla, que revolucionen lo establecido por el sistema económico imperante en la actualidad desde una mirada antisistémica, humanista y solidaria.