Hace 50 años a M. Ali le quitaron su título mundial y la licencia de boxeador por negarse a servir al ejército norteamericano en la guerra de Vietnam. Recién en 1970 un juez federal de Texas dijo que la suspensión era “arbitraria e irrazonable" y levantaron la sanción.
Martes 27 de junio de 2017
Muhammad Ali, nacido Cassius Marcellus Clay, fue aclamado por la crítica como uno de los grandes boxeadores de la historia. Su historial refleja que fue medalla de oro en la categoría de los semipesados en los Juegos Olímpicos de Roma en 1960, expresando que, “desestimaba el premio por el repudio que le provocaba el racismo”. También fue campeón del mundo en 1964. Ese mismo año se identificó con su fe musulmana, se cambió el nombre, adhirió a la Nación del Islam y enfrentó los poderes más conservadores de Estados Unidos al negarse a combatir en la guerra de Vietnam.
Cassius Clay nació el 17 de enero de 1942 en Louisville, Kentucky, en el contexto de una familia de clase media. Fue el primogénito de Cassius Clay Sr y su esposa Odessa, que era una mujer amable que trabajaba cocinando y limpiando casas de familias blancas adineradas. Intento inculcar dignidad en sus hijos, y algunos creen que Ali heredo de ella su carácter.
Cuando tenía dieciocho años ganó la medalla de oro de los semipesados en las olimpíadas de Roma de 1960. En la posterior conferencia de prensa luego de ese triunfo, Clay mostró sus habilidades para manejarse contra enemigos y adversarios. En ese momento defendió fervientemente a su país frente a los rusos. Este papel de negro funcional al establishment le duró poco tiempo. Cuando regresó a Louisville lo recibieron como un héroe local, aún así no evitó episodios de discriminación en locales y restaurantes. Ese mismo año debutó como profesional, consiguiendo 19 victorias –15 por KO- durante los tres años siguientes.
Los atletas negros en ese momento se suponía que debían ser respetuosos ante sus rivales, especialmente los blancos, y jamás exhibir arrogancia ni jactarse de sus victorias. A principio de los años 60 Clay ridiculizaba a sus rivales y proclamaba sus virtudes ante una prensa cada vez más escéptica. “Para ganarme –declaró– tenés que ser más grande que grande”. Cuando Clay subió la apuesta y comenzó a predecir con una precisión siniestra, el round en el que vencería al adversario, despertó aún más rechazo. El entonces boxeador Joe Louis le advirtió: “¡Muchacho! Espero que no te creas la mitad de las cosas que decís sobre vos mismo”. Eso no disuadió a Clay. Para fines de 1963, dijo, “voy a ser el campeón más joven de la historia”.
Para principios de 1964 Clay había desarrollado opiniones fuertes acerca del dilema de la raza en los Estados Unidos. Mientras que la mayoría de los líderes de los derechos civiles, como Martin Luther King Jr pregonaba la no violencia. Clay no suscribía a esos ideales. “Soy un luchador”, le dijo alguna vez a un periodista del New York Post. Si matas a mi perro, esconde a tu gato” .
Clay había estudiado las doctrinas de la Nación del Islam, en esa época más conocido popularmente como los Musulmanes negros. El respondía a la declaración de esa organización respecto de que los afroamericanos no debían buscar consentimiento para los derechos civiles; en su lugar tenían que estar orgullosos de su identidad racial y gobernar sus propios espacios. La cara oculta del movimiento era Malcom X quien desde 1954 había sido el principal ministro de la mezquita de la Nación en Harlem.
Malcom no conocía quien era Clay cuando se conocieron en 1962. La Nación consideraba que el boxeo era una práctica que explotaba a los negros. Pero le atrajo el entusiasmo de Clay, y vio en él a una figura popular que podía agrandar el encanto de la Nación del Islam para otros jóvenes afroamericanos.
El 25 de febrero de 1964 contra todas las apuestas Clay ganó el título mundial al vencer a Sonny Liston. Ese año fue un momento clave para la vida de este boxeador, Malcom X le brinda su apoyo en el Convention Hall de Miami Beach y al día siguiente Clay anuncia su conversión a la fe musulmana y su ingreso en la Nación del Islam. El 6 de marzo adoptó el nombre de Muhammad Ali, esta decisión ocasionó que muchos estadounidenses, incluyendo los medios de comunicación, no solamente se negaran a utilizar ese nombre sino que también, rechazaban sus opiniones y “el mal ejemplo que daba a la juventud”.
La hostilidad contra Ali fue creciendo cuando se negó al llamado del ejército en plena guerra de Vietnam. Durante 1966 presentó sucesivos requerimientos contra la decisión de declararlo apto para el servicio, alegando razones de conciencia debido a su religión, pero sólo consiguió algún aplazamiento temporario.
Ali consideraba esta medida del gobierno como una persecución en su contra. A los 18 años había sido clasificado como 1-Y , que significaba que no había pasado los estándares de servicio (Ali era disléxico y le costaba leer). Pero la clasificación fue cambiada por 1-A: Ali podría ser reclutado. Estados Unidos posiblemente estuviera intentando desactivar la posibilidad de que se convirtiera en un modelo de vida para otros jóvenes afroamericanos.
Ali reaccionó expresando que no compartía los objetivos de su país en Vietnam, su influencia en los jóvenes, tanto blancos como negros no hizo más que crecer. “No tengo problemas con los Vietcongs” le dijo a un periodista. “Ellos nunca me llamaron nigger”.
Sin embargo sus convicciones frente al conflicto bélico ocasionaron que ese mismo año la Comisión Atlética del Estado de Nueva York le quite su título mundial y la licencia de boxeador por negarse a prestar servicio en la contienda bélica. En ese momento que estuvo tres años y medios sin boxear se convirtió durante mucho tiempo en una de las personas más odiadas por, al menos, la mitad del país, que ansiaba su derrota cada vez que subía al ring.
Ante un nuevo requerimiento de aplazamiento del boxeador para entrar en las filas del ejército, el Tribunal Supremo se niega a concedérselo en consecuencia Muhammad Ali se presentó en el centro de entrenamiento del ejército de Houston, pero continuó inmóvil y callado ante las solicitudes del oficial de alistamiento, que ante su mutismo le informaba de la pena a la que podía ser condenado por desertor. El campeón, desafiante, no respondió a los avisos ni cuando lo citaron como Cassius Clay ni cuando lo hicieron como Muhammad Ali.
El 20 de junio el Tribunal Federal de Houston lo sentenció a cinco años de prisión y 10.000 dólares de multa. Algunas personalidades negras trataron de buscar una solución para que no terminara en la cárcel, sin embargo nunca se retractó, convencido de que cuando pudiera volver a boxear recuperaría la corona “que no me pudo arrebatar nadie en el ring”.
En junio de 1968 tuvo libertad provisional bajo fianza mientras presentaba recursos de apelación, primero ante un tribunal de Houston, luego ante uno de Nueva Orleans. Cuando las sentencias ratificaron la condena, recurrió al Tribunal Supremo de Estados Unidos. Curiosamente, en diciembre ingresó durante diez días en la cárcel de Dade , Miami, para cumplir una sentencia por una antigua infracción de tráfico. Ali, siempre provocador, manifestó: “Será un buen entrenamiento si tengo que cumplir prisión por haber evadido el servicio militar”.
Durante el tiempo que estuvo sin boxear viajó por todo el país brindando conferencias en escuelas y universidades. Ya en ese momento la sociedad norteamericana era cada vez más crítica de la guerra de Vietnam, este cambio de humor social hizo que se reivindicara la figura de Ali.
En 1970 se realizaron varios intentos para que se le levantara la prohibición de boxear. En septiembre de ese año, un juez federal de Texas sostuvo que la suspensión era “arbitraria e irrazonable” y, poco después, la misma comisión neoyorkina que le había desposeído del título le concedió de nuevo la licencia para boxear.
Muhammad Ali vuelve al cuadrilátero en octubre de 1970 donde obtuvo dos victorias, pero perdió el combate por el título contra Joe Frazier, el 8 de marzo de 1971. El 28 de junio de ese mismo año, el Tribunal Supremo revocó la condena contra Ali por motivos de forma –entre ellos, las escuchas telefónicas realizadas por el FBI- sin entrar en el fondo de la cuestión: el derecho a la objeción de conciencia.
Volvió a enfrentarse a Frazier –ya desposeído del título- en enero de 1974, esta vez ganando por puntos. En octubre de ese año recuperó el título de los pesos pesados al dejar fuera de combate en el octavo asalto al campeón George Foreman, en Kinshasa, capital del Zaire. Este evento fue que se llamó “el combate del siglo”, Muhammad Ali, apoyado por más de 120.000 enardecidos espectadores gritaban “Ali, mátalo”, recuperaba la corona que había perdido siete años antes.
Después de esa pelea pierde el título con Leo Spinks y la vuelve a conquistar frente al mismo rival en 1981, cuando el Parkinson ya le daba aviso de lo que vendría
después. Una larga enfermedad que le produjo la muerte el 4 de junio de 2016.
Ali no fue solo uno de los grandes boxeadores de la historia mundial, su personalidad incidió en una conservadora sociedad estadounidense de los años sesenta, sacudida por la oposición a la guerra de Vietnam, la reivindicación de los derechos civiles de la minoría negra y la rebeldía juvenil que caracterizó la década.
Fuentes:
Revista Rolling Stone, Julio 2016
La Gaceta, 3 de junio de 2016
Mundo deportivo.com. 30/10/14