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Red Internacional
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La victoria del malmenor. Mundaca gana con un amplio margen de votos y revalidó el cargo de gobernador regional

En una victoria sin mucha sorpresa, Rodrigo Mundaca revalidó su victoria como gobernador regional ante una desprestigiada Maria José Hoffmann. Pese al giro a un discurso moderado y centrado en fortalecer policías del candidato oficialista, primó la presión a votar al mal menor para “parar” el avance de la derecha.

Lunes 25 de noviembre

Probablemente para nadie fue una sorpresa el resultado de la segunda vuelta en la elección a gobernadores para la región de Valparaíso. Con un 62.51% (774.079) de los votos, Rodrigo Mundaca obtiene el triunfo versus el 37.49% (464.230) de los votos de Maria José Hoffmann, la candidata de la UDI.

Aun cuando ambos candidatos casi doblan la cantidad de votos obtenidos en la primera vuelta, Hoffmann perdió casi 100.000 votos de los obtenidos por los candidatos de la derecha, lo que refleja el enorme rechazo que su figura representaba para el sector en la región. Por otro lado Mundaca consiguió más de 187.000 votos que en la primera vuelta no habían votado por ningún candidato de la centro-izquierda (Gonzales o Ríos).

Durante la breve campaña de segunda vuelta, Hoffmann concentró sus ataques a Mundaca intentando ligarlo al gobierno, y reforzando la sensación de inseguridad que se vive en la región buscando girar la agenda hacia la derecha, limitando el debate a problemas de seguridad y fortalecimiento de las policías.

En este marco, Mundaca centró su campaña en la “gobernanza”, mostrándose como un “administrador responsable” y buscando responder a la exigencia de la derecha en materia de seguridad, mostrando la enorme cantidad de recursos inyectados a las policías desde su propia administración.

Ahora, Mundaca, lejos de ser ese outsider que fue en el 2021, logró concentrar los apoyos políticos hacia su persona de un amplio abanico de personajes y los partidos tradicionales, se transformó en un miembro más del establishment político, totalmente adaptado a las regletas del juego planteados por el marco legal neoliberal. Los grandes logros mostrados no fueron más que continuidad de las políticas subsidiarias.

Toda esta adaptación bajo la idea de “en la medida de lo posible”, fue escondida bajo la alfombra bajo una conveniente campaña de “todos contra la derecha” y que había que votar por el “mal menor”. Esto llevó a que sectores de la izquierda como el Partido Popular y la coalición electoral agrupada en la “Izquierda Ecologista Popular” hicieran un llamado a votar por Mundaca, limitando sus críticas a que “exigirán” ciertos puntos programáticos pero sin condicionar el voto a su aceptación por parte de Mundaca y su equipo.

Un triunfo de los moderados pero con una crisis política abierta

La mayoría de los analistas hablan del triunfo de la moderación. A nivel nacional la división administrativa se encuentra en una especie de “equilibrio” donde 7 gobernaciones serán administradas por el oficialismo, 6 por la derecha, 2 por independientes y 1 por una oficialista pero fuera de pacto. Ni el PC ni los Republicanos obtienen ninguna gobernación. El gobierno respira tranquilidad, gobernará dos de las regiones más grandes del país (RM y Valparaíso) aunque la derecha sigue punteando la opción presidencial para el 2025.

A pesar de los “buenos resultandos” en términos de cantidad de votos, sigue latente en el país una “crisis de las instituciones” o como la denominamos desde estas páginas, Chile atraviesa una crisis orgánica donde las instituciones tienen poca legitimidad, así como los partidos políticos nuevos y tradicionales, sumado a un escenario económico complejo y que la gran parte de las demandas sociales que abrieron el proceso de octubre del 2019 siguen sin ser resueltas, el país vuelve a observarse como una olla a presión.

Tanto la oposición como el “mal menor” no han apostado a terminar con las listas de espera, el desfinanciamiento de la educación pública, la resolución del problema de la vivienda o las pensiones que matan de hambre a millones de pensionados. Son los sectores de la política institucional los que han defendido y profundizado el modelo de saqueo a los recursos naturales, los que antes rechazaban el infame TPP11, ahora lo defienden como parte de esos compromisos necesarios para la gobernanza, esto mientras enormes corporaciones nacionales e internacionales, explotan a la grandes mayorías de la clase trabajadora, garantizando millonarias ganancias para los empresarios dueños del país.

Entrando al tercer año del gobierno del Frente Amplio, ya está claro que las demandas de la revuelta no serán resueltas por los políticos neoliberales tradicionales, ni con el fortalecimiento del centro político de “los 30 años”. En ese marco, sigue siendo una pelea y disputa a contracorriente pero necesaria y urgente pelear por la necesidad de una izquierda anticapitalista y revolucionaria, peleando por la defensa de las ideas socialistas, por una alternativa de las y los trabajadores que se propongo hacerle frente al Chile capitalista de saqueo y explotación.

Eso implica luchar contra la conciencia de que al avance de la derecha se le combate votando “por el mal menor” o aliándose con la ex Concertación, porque eso sólo sirve para reafirmar los pilares del modelo neoliberal y jamás resolverá las demandas urgentes de las grandes mayorías, más ahora en un mundo convulsivo con el triunfo de Donald Trump y la crisis del capitalismo a nivel mundial.