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Red Internacional
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Murió el genocida más condenado: Luciano Benjamín Menéndez

Menéndez ya no está, pero la impunidad y la muerte en nuestro país permanecen.

Miércoles 28 de febrero de 2018

Menéndez en 1997 en un acto junto al ex gobernador de Córdoba, Ramón Bautista Mestre y al entonces Ministro de Asuntos Institucionales de la Provincia, Oscar Aguad.

Como expresó el diputado del PTS-FIT Nicolás del Caño en su cuenta de Twitter, miles de cordobeses y cordobesas han coreado alguna vez en su vida, junto a los organismos de derechos humanos de la provincia el famoso cantito: “…que queremos la cabeza de Luciano Benjamín”.

Es comprensible el festejo de familiares de desaparecidos y ex detenidos, con quienes hemos luchado durante años por el juicio y castigo contra los responsables militares y civiles de la dictadura, ante la muerte del genocida con la mayor cantidad de condenas en nuestro país. Pero no podemos dejar de señalar que el “Cachorro”, juzgado 15 veces y condenado a 13 cadenas perpetuas, gozó del beneficio de la prisión domiciliaria y en un momento hasta se llegó hasta discutir si quedaba en libertad condicional.

Tampoco podemos dejar de decir que su muerte expresa impunidad. Debido a la manera en la que se desarrollan los juicios –de manera desmembrada y como si fueran causas comunes– no se lo llegó a condenar ni por una décima parte de los compañeros que desapareció, torturo y asesinó.

Ello se explica porque a los represores se los acusa y condena por una acumulación de delitos aislados previstos en el Código Penal, y no como hechos cometidos en el marco de un genocidio, esto es un plan de exterminio a un grupo determinado de la sociedad, como fue el plan llevado adelante por la dictadura desde 1976 en adelante en Argentina. Se trata como presos comunes a quienes tienen en su haber el secuestro, la desaparición y tortura de miles de personas. Por eso en cada uno de los juicios que intervenimos desde el CeProDH, como en el juicio La Escuelita de Neuquén o junto a organismos de derechos humanos como “Justicia Ya” en La Plata, hemos luchado para que se los condene por genocidio, solicitando cárcel común y ningún beneficio a quienes utilizaron el aparato del Estado para desaparecer, matar y torturar a toda una generación jóvenes y obreros revolucionarios, apropiándose de más de 400 de sus hijos e hijas.

Así lo expresó Jorge “Turco” Sobrado, militante del PTS y ex detenido desaparecido en Córdoba, cuando se enteró de la noticia: “No tuve la oportunidad de decirle frente a frente todo lo que pensaba en el juicio en el que soy querellante, que lamentablemente todavía no se abrió. Pero los represores como Menéndez se van odiados por una parte muy grande del pueblo. Aunque hay otros que le rendirán homenajes: sus amigos los capitalistas, milicos y curas. Su amigo Oscar Aguad, hoy Ministro de Defensa Oscar Aguad, seguramente le dedicará loas al chacal. Murió en prisión domiciliaria, pese a todas las luchas que dimos los organismos y los sobrevivientes para que cumpliera sus condenas en la cárcel”.

Algunos interesados aprovecharán la desaparición física de Menéndez para volver a hablar de reconciliación, con el viento a favor que sopla desde el gobierno nacional –quien llegó a cuestionar la cantidad de desaparecidos–. Creemos que esos desprevenidos deben recordar las enormes movilizaciones con las que se frenó el intento del beneficio de 2x1 para los genocidas y las que enfrentan las detenciones domiciliarias de represores como el mismo Menéndez o Etchecolatz.

Menéndez ya no está, pero la impunidad y la muerte en nuestro país permanecen. Pues él no actuó solo, ni ideó solo el plan que llevaron adelante las fuerzas represivas del estado durante los más de 6 años de dictadura en la Argentina y en muchos otros países del continente. Fue tal vez uno de los mayores representantes del plan de la clase capitalista que sigue gobernando este país y cuyas consecuencias económicas seguimos sufriendo. Pero fueron miles quienes llevaron adelante este plan; la mayoría sigue impune y actuando en las instituciones del Estado. El ejemplo más claro es el mismo presidente, cuya familia se benefició económicamente durante la dictadura, aumentando su patrimonio de manera sideral, como muchos otros empresarios.

En este marco, las fuerzas represivas siguen actuando en defensa de la clase capitalista con los mismos métodos. Lo demuestran las desapariciones de Jorge Julio López, de Santiago Maldonado y de tantos otros; el asesinato de Rafael Nahuel y de miles de pibes por gatillo fácil en los barrios pobres de nuestro país. Mientras tanto, desde la presidencia se impulsa la “doctrina Chocobar”, que ha llevado a discusiones inaceptables como la posibilidad del restablecimiento de la pena de muerte en nuestro país.

También es entendible el lamento de muchos compañeros por la muerte de este ser siniestro, porque él, como tantos otros, se lleva a la tumba la información de miles de compañeros y compañeras que aún no sabemos dónde están, como así también de los hijos y nietos apropiados. Si se abrieran los archivos del Estado no necesitaríamos que ellos hablen, ni exponer a testigos que tienen que relatar una y otra vez el horror que vivieron durante aquellos años. Esta es una demanda que no ha cumplido ningún gobierno, ni siquiera quienes más usaron la bandera de los derechos humanos.

Somos miles y miles quienes No olvidamos, No perdonamos y No nos reconciliamos con la muerte de Menéndez ni con la de ningún genocida individual, porque entendemos que no fueron personajes perversos únicamente. Detrás de ellos hubo y hay una clase capitalista y un aparato estatal que sigue al servicio de esa clase. Por eso volveremos a ser miles en las calles este 24 de Marzo exigiendo Juicio y castigo, Cárcel común a todos los genocidas, Apertura inmediata de los archivos.