Una comitiva de los gobiernos provincial y municipal de Rosario se reunió con Patricia Bullrich. El socialismo anhelaba anunciar el desembarco de gendarmes en Rosario, pero vino con las manos vacías y sin acuerdos.
Miércoles 31 de agosto de 2016 14:05
El desembarco de las fuerzas federales en Rosario era el eje central del plan del gobierno provincial para la crisis de “seguridad” a la que está abocado el conjunto del régimen político en la provincia y en la ciudad. Por eso había gran expectativa en la reunión que mantuvo una comitiva de los gobiernos de Santa Fe y Rosario junto a autoridades del Ministerio de Seguridad de la Nación, con Patricia Bullrich a la cabeza. Sin embargo, se frustró el plan de Miguel Lifschitz, que esperaba volver con el anuncio del desembarco de los verde olivas en los barrios de Rosario.
Los socialistas se contentaron con decir que al menos hay voluntad de trazar un “plan estratégico” por parte del gobierno nacional, de trabajar en conjunto para resolver las sucesivas crisis que se sucedieron en la provincia. No obstante, y según lo trascendido, la voluntad del ministerio de Bullrich, antes que un comando unificado, es incrementar el control y la autonomía de la intervención del gobierno nacional sobre la provincia.
Desde el gobierno nacional señalan que el principal problema en Santa Fe es la propia Policía y que ello requiere de planes de seguridad integrales que evadan al control y a la vista de la santafesina. La disputa pasa en este plano a las cuotas de control dispuestas a ceder por parte del gobierno socialista a la intervención del ministerio que dirige Bullrich. Por eso Lifschitz, Pullaro y Fein se fueron de la reunión únicamente con una carpeta donde estaría delineado los principales ejes de este desembarco nacional en tierras provincial. Al momento el contenido del mismo se mantiene en estricto secreto.
El gobierno nacional señaló como problematico a uno de los puntos más importante de la crisis desatada en Santa Fe: la enorme descomposición policial y los múltiples vínculos entre policías, narcos y jueces. Pero detrás de esta maniobra se esconden al menos dos elementos. El primero relacionado al hecho de que a pesar planes más o menos integrales el desembarco de las fuerzas federales sirvió mucho para ocupar los barrios periféricos, detener algunos de los eslabones más débiles de la cadena delictiva, derribar algunos búnkeres pero no para detener a ni uno solo de los grandes capos del narcotráfico.
En un segundo orden no pueden dejar de sobrevolar las perspectivas electorales del 2017. Para el gobierno socialista el desembarco de gendarmería siempre fue un dolor de cabeza en términos políticos. La necesidad de recurrir a las fuerzas federales más de las veces es vista como la propia incapacidad del gobierno provincial para controlar hasta su propia policía. Y encima, Cambiemos quiere mayor control del territorio que las que aceptaron Berni y el kirchnerismo en 2014-2015. La disputa electoral y la politiquería están por delante que la supuesta preocupación por la “inseguridad” por parte de los gobiernos.
Además, las idas y venidas de la crisis con epicentro en Rosario no tiene que hacer perder de vista que la misma se desarrolla sobre la bases de una crisis política del Frente Progresista y de la tentación cada vez más indisimulada de Cambiemos por hacer pie en el tercer distrito electoral del país, de la mano del radicalismo. La determinación de mayores cuotas de intervención que exige el gobierno nacional en la crisis de seguridad va en este sentido.
Rodrigo López
Nació en Rosario en 1989. Es licenciado en Historia de la Facultad de Humanidades y Artes de la Universidad Nacional de Rosario.