En una nota reciente en Prensa Obrera el PO reivindicó entusiasta la firma del acta salarial, mientras la asamblea de base de docentes de la UBA voto firmar críticamente.
Lunes 6 de junio de 2016 11:56
Mientras la asamblea de base de docentes de AGD-UBA voto firmar críticamente el acta de la paritaria universitaria (y una minoría significativa que integramos los docentes del PTS propuso no hacerlo), una nota reciente de Prensa Obrera reivindica esa firma de modo entusiasta. Para hacerlo, PO ensaya un balance que, mediante un ataque al PTS, consiste en disfrazar de virtudes la serie de errores que llevó a un mal acuerdo salarial y a un peor posicionamiento político.
Por el lado del acuerdo salarial, y como ya hemos detallado anteriormente, lo obtenido consiste en un aumento en cuotas que resulta doblemente magro: a) porque las cuotas lo transforman en un 26% de aquí a febrero; b) porque la inflación ya superó el 40%. Cualquier docente que haya mirado su recibo de sueldo en estos días de junio (el 10 recién se cobra el aumento en la UBA) podrá comprobar el pobre desempeño “corporativo” de los firmantes. Por el lado del posicionamiento político, levantar la huelga luego de la marcha universitaria más grande de los últimos 15 años y en el marco de un creciente descontento con el gobierno de Macri, fue rifar ese malestar, y en esa rifa, lavarle la cara a la Conadu.
Lo esencial, en este caso, es bien visible a cualquier ojo, por eso el afán de ocultarlo: estaban dadas las condiciones y la fuerza para ir por más profundizando el plan de lucha en unidad con los estudiantes y no docentes.
Que la Conadu y la Fedun firmaran, no extrañó a nadie. Que lo hiciera la Conadu Histórica, a partir que la conducción impulsó el voto por firmar en las asambleas de base, sí. Luego de tantos años de criticar a las burocracias kirchneristas y peronistas por no luchar, la Conadu Histórica planteó que la lucha se había agotado por el momento, justo cuando crecía la disposición a la lucha. Luego de la marcha histórica del 12 de Mayo, cuando estaba claro que estaban las fuerzas para seguir y ganarle la pulseada al gobierno, la conducción de ConaduH no llamó a continuar el plan de lucha nacional, actuando como furgón de cola de la dirección burocrática kirchnerista de la Conadu, la que más allá de algunas declaraciones altisonantes de ocasión se disponía a cancelar la lucha. En este escenario el Secretario General Luis Tiscornia (del PCR) decidió de motu propio no posicionarse contra la propuesta macrista y dejar pasar un tiempo precioso de 2 semanas sin plan de lucha, y ante esto el PO, que es parte junto al PCR de la conducción de ConaduH, salió en una defensa abroquelada de lo actuado.
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Jugando a los números
La primera operación del embellecimiento es una jugarreta con los números (de hecho la misma que hizo Conadu al firmar el acta). Desafiando las reglas de la matemática, dice Ileana Celoto:“el movimiento de los docentes universitarios arrancó al gobierno un acta que rompe el techo salarial que pretendía imponer Macri, primero de un 15% y luego entre un 20 y 25%, para llegar punta a punta al 34/35% (según el cargo)”. La falsedad de ese cálculo lo mostró originalmente la AGD del Colegio Nacional Buenos Aires que señaló explícitamente que “nuestro aumento real no será de un 34 % (como proclaman alegremente el Gobierno y algunas federaciones docentes) sino de un 25,8 %, resultado de anualizar en diez meses el aumento salarial ofrecido por el Ministerio. Es falso decir que este acuerdo rompe el techo salarial del Gobierno”. Es quizás esa falsedad que el PO repite mansamente la que explica un lapsus delicioso que figura en el informe que colgaron en la web de las resoluciones de la última asamblea de AGD-UBA: en lugar de poner que la asamblea decidió firmar en “disconformidad”, pusieron que decidió firmar en “disconfirmidad” (un festín para los amigos lacanianos, no así para los docentes).
Sobre la transformación de piso en techo no hay mucho para decir, es un truco viejo de las direcciones sindicales. Lo que sí hay que decir es que se trata de un acuerdo muy por debajo de lo conquistado por otros gremios que lucharon, como los bancarios con 32% o los aceiteros que logró el 38%, ambos de una sola vez.
En este contexto, la lógica de firmar el acta para criticar el acta (como señaló convencido, aunque no convincente, el último orador de la asamblea), semejó más al “agarrame que lo mato” que a cualquier argumentación racional de una conducción que se autoproclama combativa.
Pisar el freno cuando había que acelerar
El balance del PO no es mezquino en otros trucos clásicos de las direcciones sindicales. Luego de señalar una serie de ítems considerados como conquistas, dictaminan que “Los intentos por responsabilizar a la huelga docente universitaria de no romper la entrega de las centrales sindicales (salario en cuotas, impuesto a las ganancias) sólo pueden leerse como provocaciones a un movimiento que dio todo lo que podía dar en un contexto de entrega por parte de todas las burocracias sindicales”. Otra vez: no vamos a abundar mucho en el viejo truco de transformar las críticas en provocaciones, lo que sí queremos destacar es esta idea de que “el movimiento dio todo lo que podía”, es una afirmación dicha a la ligera, que no condice con el hecho de que fueron necesarias varias asambleas y la discontinuidad del plan de lucha para convencer al movimiento docente que era el tiempo de “cosechar lo sembrado” (Tiscornia dixit) y dejar de sembrar. Y fue el propio PO quien, ni bien terminada la marcha del 12 de mayo, ya planteaba la necesidad de levantar la lucha, y en la declaración de la agrupación Naranja del 16-05 afirmaban la necesidad de firmar contra la burocracia que según ellos no iba a querer firmar nada.
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En ese marco también señalaron que cualquier propuesta de ir por más se sumaría a la “campaña de Feduba” que quería “radicalizar el conflicto”(!). Es decir, que el domingo posterior a la marcha ya había que levantar el conflicto para no caer en el ultraizquierdismo (¿?) de Feduba. Cuatro días después (19/05), cuando esa hipótesis se mostró como lo que era (excesivamente generosa con la “resistencia con aguante” de los K), también había que levantar el conflicto, pero esta vez porque el “movimiento ya había dado todo…”, solo quedaba “capitalizar políticamente” y no dejar que los traidores capitalizaran firmando (¡!). Muchachos… al menos sean coherentes en el discurso (en los hechos quizás es pedir demasiado).
La obstinación por firmar tiene consecuencias
La asamblea que siguió a la marcha, la más masiva hasta ese momento, mostró disposición a la lucha de un importante sector que hasta ese momento no había asistido a las mismas (y no precisamente los docentes del PTS que fuimos a todas las asambleas convocadas). Allí se votó una contrapropuesta con exigencias y propuestas de paros, pero lo resuelto en el Congreso posterior de Conadu Histórica moderó la contrapropuesta y no tuvo en cuenta la necesidad de continuar con los paros y clases públicas que se había votado en la asamblea de AGD-UBA, sino solo una marcha para el… 15 de junio!
Como era de esperarse sin plan de lucha el gobierno avanzó aún más en su planteo. El jueves 19, las burocracias de Conadu y Feduba, que habían amagado con rechazar el acuerdo firman el planteo del gobierno frente a la bronca de gran parte de su base (la Coad, de Rosario, afiliada a Conadu, rechazó el acuerdo en asamblea y se movilizó junto al movimiento estudiantil). Y en la asamblea de AGD UBA, el PO planteó, como mostramos en esta nota, su disposición inicial a firmar. Algunos argumentos planteados en la asamblea por militantes del PO llegaron al punto de acusar al PTS de apuntar a una huelga general universitaria, como si esto fuera demasiado osado. Allí mismo les recordamos a los compañeros que en 2005 efectivamente fuimos a una huelga general universitaria, y les recordamos también que luego de esa huelga el PO firmó el acta acuerdo de forma totalmente inconsulta cuando la base quería ir por más (esto le valió una fuerte crítica política, aunque no se conoce hasta ahora autocrítica sobre semejante actuación). Once años después, la política del PO se reitera aunque han mejorado las formas: en lugar de firmar el acta sin consultar, ahora consultaron embelleciendo la propuesta salarial y determinando que el movimiento había dado todo.
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Pero a diferencia de 2005, ahora nos encontrábamos ante la movilización más grande en años, un movimiento de lucha docente y también, lo que es clave, estudiantil, in crescendo. Correspondía entonces preparar un salto adicional en la lucha para triunfar, pero más aún para desarrollar un amplio movimiento universitario de oposición al gobierno. Los hechos de las movilizaciones estudiantiles en diversas ciudades del país, posteriores al cierre de la lucha salarial docente, apuntan a que ese objetivo era perfectamente factible, y que la autoridad del gremio que agrupa a los luchadores habría crecido más de comportarse de manera más decidida. También que otras asociaciones de base hayan resuelto ir con el mandato de no firmar, no casualmente ADIUNT (Tucumán) que viene desde el año pasado protagonizando huelgas y luchas contra el gobierno y el régimen, votó no firmar.
Efectivamente nuestro balance es que la dirección de Conadu Histórica, que tuvo el mérito de lanzar el plan de lucha de la docencia universitaria con 22 días de paro, en el momento que había que acelerar, luego de la gran marcha universitaria nacional, le puso el freno al conflicto. Y, que ante la dubitación de ésta, es perfectamente normal que surjan cuestionamientos por izquierda, como los expresados en las asambleas. El PO, que es la corriente mayoritaria en los docentes agrupados en AGD-UBA, debería no ofuscarse por eso y dar cuenta de las críticas que se suceden cotidianamente en los pasillos y en las aulas que señalan el error de haber firmado la propuesta del “enemigo principal” de la universidad pública.
Por un balance con los ojos bien abiertos
Como es obvio criticar no significa negar lo conquistado. Nuestro planteo de que no había que firmar el acta de ningún modo puede suponer no aceptar lo que hayamos conquistado en la lucha, ni desmerecerlo, sino al contrario aportar una perspectiva correcta para ir por más. Haberla firmado fue para nosotros un error político innecesario. Al momento de decidir firmar o no la paritaria ya incluía los 10 meses, el monitoreo en Septiembre (para el cual hay que preparar al movimiento docente) y la apertura de una negociación para las rentas a los ad-honorem, entre otros puntos que reivindicamos. Si no firmábamos aumentaba la autoridad del gremio, pudiendo llevar adelante una gran campaña contra el gobierno de Macri, señalando que no aceptamos los pagos en cuotas cuando los tarifazos son “de una” y apuntábamos a un eje del plan de ajuste del gobierno. Más aún podíamos hacerlo denunciando más claramente a las burocracias sindicales docentes por haber aceptado esto en un contexto donde sus centrales sindicales (y vale decir también la nuestra en la que se afilia nuestra Federación) están otorgando un tiempo de tregua mientras importantes luchas se desarrollan en nuestro país (Santa Cruz, Tierra del Fuego, y varias más). Y al contrario, firmar constituyó una lavada de cara a esas mismas burocracias.
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