Entrevistamos a Albert Botran, diputado de la CUP en el Congreso y militante de Poble Lliure. Hablamos sobre la conformación del nuevo gobierno de coalición, el ascenso de la extrema derecha, el estado del movimiento independentista catalán y las relaciones de la CUP con el resto de la izquierda anticapitalista del Estado.
Contrapunto: Todavía no se han cumplido dos meses desde la entrada de la CUP al hemiciclo. ¿Como definirías el escenario político con el que se abre la actual legislatura?
He de reconocer que era un escenario que yo personalmente preveía poco, que se diera un pacto entre el PSOE y Podemos con el apoyo externo de una parte del independentismo catalán y vasco. Los análisis que hacíamos eran que si no había pasado en abril era porque el PSOE prefería antes jugársela a unas nuevas elecciones que hacer un gobierno con Podemos. Al final se ha acabado dando este pacto, que no cumple para nosotros los mínimos que tendría que cumplir, empezando por el conflicto que plantea Catalunya. Pero sí que abre un escenario interesante, ya que el PSOE, que hasta ahora había quedado completamente subsumido y siendo parte de las fuerzas de lo que hoy se llama el “Estado profundo”, ahora parece que puede chocar con éste. Estas dos expresiones del Estado pueden entrar en confrontación. Esto creo que evidenciará los límites de los intentos de reforma de este Estado. Creo que es lo más interesante del nuevo escenario, llegar a evidenciar los límites de un gobierno que se supone que en lo social y lo nacional debería ser el más favorable a nuestras reivindicaciones, y veremos como no es así.
En el debate de investidura la CUP fue el único “no” desde la izquierda al gobierno de coalición ¿Qué significado le dais al proyecto que encabezan Sánchez e Iglesias respecto a los intentos de encontrar una salida a la crisis de régimen?
Pensamos que la sociedad catalana, el proceso que ha llevado adelante, el amplísimo apoyo que hay al derecho a la autodeterminación o el referéndum del 1 de octubre con más de 2 millones de personas yendo a votar a pesar de las prohibiciones y la represión… todo esto, es un proceso de ruptura que está más maduro que el punto al que se nos quiere hacer retroceder, donde se nos dice que el diálogo es todo a lo que podemos aspirar. Decidimos presentarnos a las elecciones, en medio estuvo la revuelta que vivimos en respuesta a la sentencia, y pusimos unos mínimos muy claros. Para que el siguiente gobierno español pudiera tener el apoyo del independentismo debería cumplir con el fin de la represión, y por lo tanto la amnistía, y el reconocimiento del derecho a la autodeterminación. Esto no ha pasado, a todo lo que se ha llegado es a una mesa de negociación que tiene muy pocas perspectivas de que puedan salir cosas a la altura de lo que plantea nuestro pueblo. Por lo tanto, no había razón para hacer algo diferente a lo que habíamos dicho en campaña.
Mireia Vehí en su intervención de aquel debate desenmascaró algunos de los puntos del acuerdo de gobierno que no son, en lo firmado, lo que se anuncia públicamente, como la cuestión de la reforma laboral o la contradicción entre aceptar las normas de gasto de la Troika y prometer más gasto social ¿Tiene mucho de promesas con pies de barro?
Por un lado, hay que tener en cuenta que el PSOE está muy bien conectado con la oligarquía. Cuando ha hecho falta, incluso con Zapatero que se supone que fue de lo más de izquierda que tuvo el PSOE, se reformó el artículo 135, sin debate, ni consultas a sus bases, ni vergüenza se podría decir. A parte tiene una trayectoria de haber hecho sus reformas laborales y medidas por el estilo. La otra parte del pacto, Podemos, vemos que podría tener una intención más honesta de hacer políticas sociales pero que queda atrapado en un gobierno reformista dentro de un Estado que no quiere cuestionar ni el orden económico interno ni en relación con la UE. Y esto tiene unos límites muy claros, que incluso tuvieron la necesidad de dejarlos por escrito para que ningún sector económico se sintiera inseguro. Por eso en su pacto queda escrito que los compromisos fiscales con la UE se cumplirán, lo cual quiere decir que habrá un techo clarísimo para todas las políticas sociales que se quieran hacer, porque no se cuestionará en absoluto el reparto de la riqueza que se está haciendo en el Estado español. Sobre la reforma laboral, lo mismo, se tocarán algunos aspectos, pero no la derogarán, que es lo que dijeron en campaña.
La otra gran novedad es el crecimiento de Vox y la ofensiva de la extrema derecha. Quien se presenta como dique a esta ola reaccionaria es un gobierno que en varios puntos clave, como las políticas de extranjería, no ha anunciado ningún cambio significativo. ¿Qué opinión os merece el discurso de que frente a la derecha no hay más alternativa que el apoyo al gobierno de coalición?
El combate contra la extrema derecha consiste sobre todo en desmontar sus argumentos. En esto el PSOE no participa. Vox ha crecido por razones que compartimos con otras sociedades europeas, como es la amenaza que parte de las clases populares viven ante la globalización o un cierto giro reaccionario. Pero también ha crecido impulsada por un nacionalismo español hegemónico y el PSOE participa de él, e incluso en las últimas campañas de una manera más desacomplejada. Si tú no cuestionas este nacionalismo español -y la única manera es decir que el derecho a la autodeterminación debería ser la manera de relacionarnos los diferentes pueblos del Estado-, sino que, al revés, tratas de participar de él o disputarlo, estás perdido. Porque el nacionalismo español tiene un bagaje de autoritarismo, nacionalcatolicismo, muy consolidado, y es difícil que no se prefiera al original que a la copia. Y, por otro lado, con los discursos sobre las personas migradas es lo mismo. Sabemos que en cuanto a principios no es lo mismo Vox que otras fuerzas, pero no se hace nada para contrarrestarle en este tema. No solo por las leyes de extranjería, por ejemplo, en Catalunya tenemos tres municipios con alcaldías del PSC que han rechazado acoger centros de menores extranjeros no acompañados. Sí, con un discurso diferente al de Voz, pero haciéndole el trabajo a Vox, porque admite el discurso de que estos centros traerán problemas al vecindario. Por tanto combatir a la extrema derecha es combatir sus argumentos, que ninguno debería ser español por fuerza, que los pueblos deberían poder autodeterminarse, o en el caso de la inmigración que no es un problema y que estas personas deben ser acogidas en nuestra sociedad, porque además se marchan de países que nuestros Estados están expoliando.
Poco después de que ERC acordaba su investidura a cambio de la mesa de diálogo se acaba de fraguar un acuerdo a tres, ERC-Comuns-JxCat, para los presupuestos de la Generalitat y el Ayuntamiento de Barcelona ¿estamos ante el retorno al autonomismo y ser pieza clave de la gobernabilidad?
Creemos que es un mal indicador de donde estamos ahora respecto a hace dos años, sin entrar en el contenido concreto de los acuerdos sobre presupuestos. Hay una relación entre estos actores que se ha podido dar porque el proceso independentista ha aflojado mucho. La hostilidad que tuvieron por ejemplo los Comunes contra la CUP por haber aprobado unos presupuestos similares a los que votarán ellos, se explica porque lo que no querían de aquellos presupuestos era el compromiso de que se iba a hacer un referéndum sobre la independencia. Nos echaron en cara de pactar con la derecha y ahora ellos hacen lo mismo, pero la diferencia es que nosotros lo hacíamos porque había un proceso independentista en marcha. Pero ahora no sabemos lo que hay en marcha, y eso nos inquieta. Estas mayorías ¿hacia qué horizonte van? Es porque los Comunes han aflojado su hostilidad hacia el independentismo o es que este independentismo ha aflojado en su agenda. En todo caso es la fotografía de unas alianzas que no son las que deberían ser para un proceso de ruptura.
Por último, ¿cómo ha sido la llegada de la CUP a Madrid? Me refiero a las relaciones con la izquierda de la capital y el resto del Estado ¿Os planteáis algún tipo de confluencia o coordinación con la izquierda anticapitalista del resto del Estado?
Por un lado, con muchas de estas formaciones ya teníamos relación, pero evidentemente nuestra presencia en el Congreso hará que ésta sea más estrecha. Es el mismo caso que se da con el independentismo vasco o gallego, compartir este espacio facilitará más coordinación, lo cual es una buena noticia. Como también lo es que podamos conectar con la izquierda del resto del Estado. En Madrid tenemos relación sobre todo con Izquierda Castellana y Anticapitalistas, pero estamos abiertos a establecer otras con otros grupos, colectivos y luchas. Fundamentalmente porque hemos hecho un aprendizaje de lo que faltó en octubre de 2017. Fueron muchas cosas, y una de ellas fue más solidaridad y poder abrirle más focos de crisis al Estado. Y esto pasa por que el independentismo se vea como un aliado por las izquierdas de diferentes puntos del Estado. Para ello hay que hacer un trabajo que contrarreste el que han hecho nuestros adversarios, que han dicho que lo nuestro era un movimiento egoísta, encabezado por la derecha y otras falsedades. Nosotros venimos a explicar que el independentismo es un movimiento plural, mayoritariamente de izquierdas, porque viene desde abajo, y que por lo tanto nuestra independencia forma parte de un proceso de ruptura con el Estado del cual podrían surgir otros procesos constituyentes o de independencia. Por lo tanto, tenemos la oportunidad de explicar esto, de tener relaciones más estrechas, a partir de nuestra llegada al Congreso.
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