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Red Internacional
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ATENTADO EN BARCELONA. ¿No tenemos miedo? Entre el terror del ISIS y la caldera del imperialismo

“No tenemos miedo”, se coreaba en Plaza Catalunya, en presencia de todas las fuerzas políticas detrás del rey, desde Rajoy hasta Pablo Iglesias, Puigdemont y Ada Colau. Un grito que no es entendido de igual modo por la comunidad árabe, que expresó en forma de resistencia contra el racismo y la islamofobia.

Lunes 21 de agosto de 2017

El pasado jueves el terrorismo reaccionario del Estado Islámico golpeó en el corazón de Barcelona, sobre los cuerpos de personas de más de 30 nacionalidades distintas. Los pueblos y la clase trabajadora de Europa y oriente medio están en el fuego cruzado de una guerra motivada por intereses ajenos. El Estado islámico trajo a una ciudad europea el olor a sangre y a pólvora que los gobernantes Europeos y sus tropas llevaron a los barrios populares de muchas ciudades de oriente Medio.

Islamofobia y la resistencia de la comunidad árabe

El viernes 18, al día siguiente de los brutales atentados, la Plaza Catalunya fue epicentro de un espectáculo de hipocresía con el rey como centro, conocido amigo de la monarquía saudí con vínculos con los grupos terroristas. El clima de “gran unidad” se repitió el domingo en la misa de la Sagrada Familia, -con la presencia de todos los partidos del régimen incluido Podemos.

Una imagen que contrastaba con la sincera solidaridad de la población de Barcelona y en especial de trabajadoras y trabajadores de los distintos establecimiento de las Ramblas, los taxistas, de los servicios de urgencias y de los hospitales públicos dándolo todo a pesar de los recortes que estos servicios han sufrido en los últimos años.

“No tenemos miedo”, se coreaba en Plaza Catalunya, donde participaron todas las fuerzas políticas detrás del rey, desde Rajoy hasta Pablo Iglesias, pasando por Puigdemont y Ada Colau.

Sin embargo detrás de este eslogan que la mayoría de la población dirige sinceramente a los terroristas que perpetraron el atentado, también crece un envalentonamiento de los sectores más islamófobos que se sienten fuertes y respaldados para expresarlo.

“El viernes iba a salir a la calle y dudé si llevar el velo o no, porque no sabes de qué manera la gente va a reaccionar. Llevamos un miedo y un dolor por dentro que no sabemos cómo expresarlo”, explicaba con lágrimas en los ojos una joven de la concentración del sábado de la comunidad musulmana.

Catalunya es la comunidad autonómica donde más peso tiene la comunidad árabe y se acrecientan ríos de tinta de islamofobia que, si ya pesaba en la vida cotidiana de estas personas, hoy se despierta más activamente redoblando los ataques racistas permanentes a esta comunidad.

A diferencia de Francia, donde los ataques tuvieron un efecto destructivo mayor, en el Estado español no se declaró el “estado de emergencia” y los discursos más “liberticidas” fueron disparados desde los sectores más de derecha y tibiamente desde PP con declaraciones xenófobas puntuales.

En Catalunya prima desde el Govern y Ada Colau un discurso “multiculturalista” y loas a la “diversidad”. Una hipocresía que se devela cuando a la alcaldesa no le tembló la mano para reprimir a los manteros. O cuando se le niegan los servicios de salud a los inmigrantes “sin papeles”, lo que empeora la situación de precariedad para la comunidad árabe sumida en la marginación y la xenofobia, leyes de extranjería y Cies.

Mientras, el discurso que desde los gobiernos imperialistas se difunde contra los inmigrantes cala hondo en importantes sectores de la sociedad. Explotaron las redes y mensajes por whatsapp culpando de los actos terroristas a “los moros”, o por “haber dejado entrar a los refugiados”. También por el contrario se debatió en contra y la propia comunidad musulmana salió a manifestarse.

El “no tinc por” no es entendido de la misma forma por la comunidad árabe y/o musulmana, que lo tuvo que expresar en forma de resistencia, de grito contra el racismo y la islamofobia. Porque al día siguiente de los atentados aparecieron centros de culto con pintadas y amenazas. ¿Algo nuevo? No. Tal como denunciaban en la concentración del sábado, “La gente nos señala mucho, además ahora que ha pasado esto todavía más. En la calle, en el metro, en las tiendas la gente te señala muchísimo, y te apartan”.

Es que sí tienen miedo, quienes huyen de sus países del mismo terrorismo que aquí decimos no temer, así como de las múltiples intervenciones militares. Los muertos de la comunidad árabe son de 9 a 1 a los de occidente causados por este grupo terrorista. No es difícil entender a los más de 60.000 refugiados que huyen de este infierno. Así como porque se juegan la vida en su huida, engordando la cifra de cuerpos tragados por el mar.

El estado policial y el guerrerismo imperialista no es solución. La militarización de los países europeos y la formación de la coalición contra el ISIS y sus acciones, lejos de mostrarse efectivos y acusar una disminución de este tipo de atentados, estos han ido en aumento. El terrorismo se alimenta del intervencionismo militar imperialista y de la miseria material al que son sometidas las regiones donde son fuertes. Y a su vez el estado policial y los sectores de la derecha saben hacer del terrorismo un combustible para sus políticas.

El ISIS en un enemigo de los trabajadores y de la humanidad. Hoy las personas son objetivo de la violencia incontrolada e indiscriminada de la excrecencia de este sistema. El terror es su objetivo. La islamofobia es una reacción deseada que refuerza su posición. Pero no es menos cierto que igual lo es el imperialismo en el otro extremo. El racismo policial e institucional europeo, así como la pobreza y la marginación que perpetúan, es el pasto que alimenta a las bestias.

La derecha lleva años instrumentalizando el terrorismo y sus víctimas para alimentar la rueda del odio que hace girar la barbarie capitalista. Acciones militares y ocupaciones que dejan cientos de bajas entre las poblaciones civiles en las que sus tropas cuentan con inmunidad para cometer todo tipo de crímenes y abusos. Grandes negocios para ciertas empresas sobre las ruinas y las pilas de cadáveres en países extranjeros.

Es un buen síntoma que en este clima reaccionario, de confusión y de pensamientos enturbiados por la sangre, cientos de jóvenes y vecinos de Barcelona hayan rechazado una concentración de grupos neonazis que quieren cobrar protagonismo en una situación trágica.

Sin embargo, esto es solo la punta del iceberg de tendencias que hay que combatir y que se reproducen por cientos de canales.

El pacto antiterrorista de Rajoy, en el que el PDeCAT esta vez participó como observador, será la excusa por la que se exigirá por razones de “seguridad” la “colaboración” y la “unidad” detrás se sus políticas. Pero a la vez, exigiendo que los derechos democráticos más elementales, entre los que incluimos el derecho de autodeterminación nacional, queden relegados.

ERC y el PNV también han participado por primera vez al igual que Izquierda Unida en calidad de observadores. A excepción de Podemos, estas formaciones no participaron del cónclave en noviembre del 2015 cuando Rajoy y Pedro Sánchez firmaron este pacto luego de los atentados ocurridos en Francia. HE Bildu es el único partido de la izquierda que no ha asistido en esta oportunidad al igual que en 2015.

El racismo y la islamofobia: una trampa para las clases populares y trabajadoras

El racismo es un arma de los capitalistas para dividir y desviar la lucha y organización contra el verdadero enemigo: el capitalismo imperialista. No pueden ser los inmigrantes enemigos de los trabajadores, porque son parte de la misma clase obrera los sectores más oprimidos y explotados cuando habitan en los países europeos.

Si el terrorismo del Estado islámico como fenómeno reaccionario internacional es un producto del imperialismo, una reacción a su accionar, solo podemos acabar con él de forma duradera acabando con este último. Sustituyendo las relaciones de dominio y dependencia, de opresión y servilismo y de oscuros intereses económicos, por la libre asociación de los pueblos.

La izquierda revolucionaria tiene la gran responsabilidad de levantar desde el programa, la acción y la organización la unidad de los explotados y oprimidos. Contra el guerrerismo imperialista y su política neocolonial contra los pueblos del Medio Oriente, la defensa de los inmigrantes, de los refugiados y las comunidades musulmanas en los países imperialistas contra el racismo y la xenofobia, la delimitación tajante y la condena de los atentados terroristas del ISIS u otras organizaciones que recurran a este método reaccionario, las causas nacionales y democráticas progresivas de los pueblos oprimidos, como el derecho a la autodeterminación nacional palestina y kurda, así como la catalana, desde la estrategia de la revolución social.

Es necesario que desde las organizaciones sociales y políticas de izquierda, junto a los sindicatos y las plataformas de trabajadores inmigrantes levantemos un gran movimiento contra la islamofobia y el racismo, así como contra el imperialismo y sus guerras para acabar con las causas que dan vida a estos grupos terroristas.

La única política que puede soldar la solidaridad entre los pueblos contra las políticas guerreristas puertas afuera y las liberticidas puertas adentro, y que previsiblemente se aplicara en la ofensiva contra el derecho a decidir del pueblo catalán.