Ojos hacia adelante. Puños cerrados. No hacia arriba, pero no hace falta. Peter Norman, australiano de nacimiento, no necesita elevar sus manos. Tommie Smith y John Carlos lo hacen. Ese saludo en el podio olímpico de los 200 metros , en una época donde no había redes sociales para magnificar hechos potentes, éstos trascendían por su propio peso. Los deportistas expresaron su homenaje a los obreros, a los asesinados, a los marginados. Mostraron su orgullo de ser afroamericanos.
Lionel Pasteloff @LionelPasteloff
Sábado 24 de julio de 2021
Fotos: AP
Ambos pretendían usar guantes oscuros, pero Carlos se los olvidó en la Villa Olímpica. Peter Norman "el blanco de la foto", les sugirió de modo cómplice que usen los de Smith, uno cada uno. A pesar de estar en una posición privilegiada, lejos estuvo el australiano de permanecer ajeno ante la situación. De camino a la entrega de medallas, le pidió a un miembro del equipo de remo estadounidense su distintivo del “Proyecto Olímpico para los Derechos Humanos”, para solidarizarse. Ese día su carrera también cambiaría.
Después de esos Juegos Olímpicos realizados en México en 1968, continuaron las décadas de humillaciones, destratos y exclusión hacia la población negra. No sólo en Estados Unidos, pero es inevitable circunscribirse a esa región que tanto ha sabido de maltratos a dicha comunidad. Ku Klux Klan llevaba un siglo de existencia y aún en declive, su legado no se atenuaba. En ese país crecieron Tommie Smith y John Carlos. El primero era hijo de unos granjeros que lo criaron junto a 11 hermanos. Trabajaban para gente blanca a cambio de una parte de la cosecha, una forma más amena de perpetuar el dominio. Cuando se mudó a California los chicos se burlaban de él por usar "ropa de pobre". El segundo nació en Harlem y tampoco la tuvo fácil hasta llegar a ser un atleta de elite.
Cuando los dos se acercaron descalzos al podio (con medias negras, en representación de la pobreza de ese sector de la sociedad) nadie supuso que saludarían de una forma que pasaría a la historia. Esa forma de expresión fue comentada en el mundo entero. El presidente del Comité Olímpico Internacional (COI) lo consideró "un gesto político inaceptable" (en consonancia con una institución que no repudió los saludos nazis en 1936). Se pretendió expulsarlos de la Villa Olímpica, pero el Comité Olímpico Mexicano adujo que eran invitados suyos y podían quedarse ahí. Fueron amenazados y repudiados al volver a su tierra. Quedaron afuera del atletismo y terminaron dedicándose al fútbol americano, aunque siempre fueron recordados por haber dado ese paso adelante contra el racismo.
Quien no fue objeto de las luces por mucho tiempo fue el "blanco del podio". Peter Norman fue severamente cuestionado por el Comité Olímpico Australiano y la prensa ignoró el hecho. En el país oceánico la discriminación era también palpable y el accionar del deportista no era unánimemente aprobado. Norman se encargó de recalcar esto, señalando que los australianos aborígenes no eran censados y que esto también implicaba un acto discriminatorio, ya que contribuía a segregarlos junto a los negros respecto a los beneficios de la población blanca, la prevaleciente.
Tiempo después, pese a obtener grandes marcas para Munich 1972, no fue seleccionado para los juegos. Imposible suponer motivos que no tuvieran que ver con aquel apoyo al Black Power cuatro años antes. Se dedicó a entrenar y siguió corriendo, aunque después de 1970 se le hizo muy difícil representar a su país y fue quedando de lado. Fue entrenador y en 1985 casi pierde una pierna por una gangrena. A eso le siguieron años de ataques de pánico, alcohol en exceso y una dejadez notoria. Sus problemas de salud superaron ampliamente la cantidad de amigos y gente que se ofrecía a ayudarlo.
Pese a estar en la mala, rechazó innumerables oportunidades de "redimirse". Buscaron que se echara atrás respecto a lo acontecido en 1968, como forma de recuperar la adhesión popular. Siempre se negó y mantuvo su cabeza en alto. Cuando la organización de Sydney 2000 osó ignorarlo (pese a ser de los mejores atletas del país en la historia), el comité olímpico de EE.UU. lo llevó dentro de su delegación. En Australia negaron malicia, pero fue notoria, como los 32 años anteriores.
Norman murió en 2006 de un ataque al corazón. Smith y Carlos fueron a su funeral y llevaron el cajón, orgullosos, como quien despide a un par. “Peter fue un soldado solitario en Australia. Muchas personas en este país no entendieron por qué aquel joven blanco apoyó a aquellos negros”, relató Smith. Años después, Australia le pidió perdón. Su madre, con más de 90 años y su hermana, fueron quienes recibieron la tardía disculpa. Norman no necesitaba nada: "Me da orgullo esa medalla, pero mucho más orgullo haberla ganado en ese podio", decía cada vez que le hablaban del tema. Blanco "triunfante" es el que cuestiona sus privilegios.