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Red Internacional
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CÓRDOBA // ACUERDO SMATA -RENAULT. Omar Dragún: pasión por la flexibilización laboral (Parte II)

Decíamos en la nota anterior que Dragún miente cuando dice que por el convenio con Fiat en el año ‘96 “nos quisieron matar. Los sindicalistas, los gobernantes, los compañeros peronistas. Todo el mundo”.

Viernes 17 de abril de 2015

En ese año, los cambios en los convenios colectivos se dieron en el marco de la reelección de Menem, lo cual significó avanzar en las reformas que quedaban pendientes, entre ellas, la reforma laboral para reducir costos a las empresas. La enorme mayoría de los partidos patronales, senadores, diputados, la CGT y la justicia impusieron estas reformas contra los trabajadores. La Fundación Mediterránea siempre elogió los planes menemistas y los atributos de vocero empresarial del jefe del Smata. Todos estos sectores, lejos de “querer matar” a quienes hicieron el trabajo sucio de traicionar los intereses obreros, más bien lo elogiaron y como si faltaran pruebas de su confianza ciega, lo pusieron en su momento al frente de la cartera laboral del gobierno de De La Sota.

La Detroit de Argentina

Corría entonces la mitad de la década del noventa, Menem salía electo nuevamente. La prensa hablaba de “revolución metalmecánica” para la provincia que se transformaría en la Detroit de Argentina. Fiat volvía y prometía crear cinco mil puestos de trabajo. Se instalaría General Motors en el actual predio de Renault, que por aquel momento era CIADEA. También llegaba la Chrysler a producir la pick-up Cherokee, Dana compraría Thompson Ramco y Aceros Especiales; en Jesús María también habría inversiones. Todo alentaba la ilusión de una isla en el mar de desocupación que trajo la “revolución productiva” del menemismo.

La punta de lanza y la prueba piloto era la Fiat, allí se medirían las posibilidades de hacerle pagar a los trabajadores los planes de inversión de las patronales. Sobre la Fiat volveremos luego, primero veamos cómo define la historiadora Mónica Gordillo (*) en su libro La protesta frente a las reformas neoliberales en la Córdoba de fin de siglo a los planes flexibilizadores para avanzar sobre los convenios colectivos:

“Estas transformaciones tenían un denominador común: la implementación de proyectos flexibilizadores y la intención de terminar con el sistema de relaciones laborales vigente hasta el momento (...) Este sistema de producción flexible impactaría en la relación salarial de diferentes formas. 1) intentos de modificar los encuadramientos sindicales existentes, 2) formalización de convenios de nueva generación con principios onhistas (toyotismo) y 3) reconversión del personal propiciando cambios en su composición a través de la incorporación de trabajadores jóvenes, recurriendo a los retiros voluntarios, entre otras medidas”.

Así fue que en Renault-CIADEA se tercerizó el mantenimiento, pasando a los trabajadores de dicha área a Polymont. Antes había suspendido a 1.500 trabajadores. Con el tiempo y a pesar de las acciones de los obreros, el Sindicato “logró” transformar estas suspensiones en retiros voluntarios y jubilaciones anticipadas. Claro que esto no evitó que luego despidieran a más de 100 trabajadores que se negaron a aceptar este destino. Los despidos y las suspensiones en Matricería Austral, Thompson Ramco, ILASA, Bergomi-Macarinelli, Fiat-CORMEC, GMD-Iveco, Perkins, entre tantas otras, serían moneda corriente. La ilusión de progreso se fue tan rápidamente como la Chrysler y la General Motors.

En las plantas donde antes existían sindicatos con convenios fuertes, en los que exclusivamente comandaban el Smata y la UOM, pasó a reinar la fragmentación, la división que trajo el “progreso” para las empresas y la pauperización para el obrero. Encontramos entonces, además de los sindicatos nombrados, al SOIVA (vidrios), SOCAYA (caucho), UOYEP (plástico), Camioneros, Sanidad, Gastronómicos, Limpieza y Comercio.

“Claro que sí, buscamos el progreso de la gente” dice Dragún en el reportaje cuando le preguntan si la flexibilización de los convenios es parte de la filosofía del gremialismo peronista. Como el mismo Dragún afirma, nadie lo quiso matar, todos los peronistas compartieron y comparten la misma filosofía.

¡Hubo y habrá resistencia!

Como decíamos arriba, Fiat era la bestia que había que domar. Campellone y cía. se preparaban para ganar su tajada personal en el nuevo gran negocio. Los obreros de CORMEC se opusieron a la rebaja salarial y al cambio de convenio. Fue la lucha más importante, con movilizaciones, piquetes y toma de fábrica. Resistieron heroicamente para no perder sus conquistas. Se enfrentaron a la patronal, al Smata y a la UOM donde estaban afiliados. Y aunque finalmente fueron derrotados y se impuso el convenio Smata que les rebajaba el salario a la mitad, perdían la antigüedad y pasaban a ser “polivalentes”, resistieron en un contexto de hiperdesocupación en la Argentina.

El vocero sin overol

A modo de conclusión la historiadora antes citada nos dice sobre los fines de los 90:
“Se aprovechó esta situación (de crisis N de R) para imponer nuevos convenios que implicaron menores salarios y pautas flexibles, creando diferencias entre nuevos y viejos trabajadores que, en una marco de fuerte tensión psicológica, presionaron a la baja los salarios de los últimos. Por su parte, el papel asistencialista del Estado hacia esta industria actuó para preservar las ganancias de las empresas sin que redundara en beneficio de los trabajadores”.

Como se ve, pareciera que habla de la actualidad. En la historia reciente, el verso de las “inversiones” que lo curan y solucionan todo se repite una y otra vez.

Ninguna fuerza política en campaña electoral habla de esto. Todos saben que lo que viene es más ajuste. Hay que estar alerta. Hoy, como ayer, Dragún actúa como vocero de las empresas. Veamos como lo describe Mónica Gordillo:

“Es de destacar que en las declaraciones del Smata no se colocaba a la empresa como blanco del conflicto sino que reproducía en sus declaraciones los mismos argumentos sostenidos por Schiaretti (era Ministro de Industria, NdR)”. Más adelante dice la autora: “(…) llama poderosamente la atención que, en un momento tan crítico, el sindicato priorizara el pago de las deudas a las automotrices contraídas por el Estado, derivadas fundamentalmente del plan canje plus y de reintegros por exportaciones, antes que cuestionar las políticas de la empresa hacia el personal. Casi pareciera que el sindicato se convertía en portavoz de las empresas”.

Los planes de la patronal francesa en los ’90 no son muy distintos de los que se viven por estas horas en Santa Isabel. Pero nada dice que estos proyectos no vayan a ser enfrentados por los trabajadores, sobre todo por una nueva generación que no tiene las derrotas de las generaciones anteriores. Hoy en Argentina existe un sindicalismo de izquierda que le hace frente a las patronales y a los dirigentes vendidos. Existe también una opción política como el Frente de Izquierda, votada por centenares de obreros en cada fábrica, que apoya sus reclamos poniendo el cuerpo en cada lucha.

Desde el PTS en el FIT, pondremos nuestro empeño en denunciar estas situaciones y colaborar en la defensa irrestricta de todas las conquistas obreras.

(*) Monica Gordillo (et. al.), La Protesta frente a las reformas neoliberales en la Córdoba de fin de siglo. Córdoba, Ferreyra Editor, 2012. Investigadora independiente del CONICET. Se doctoró en Historia en 1993, hizo su carrera de grado y de postgrado en la Universidad Nacional de Córdoba y actualmente es investigadora y profesora titular de Historia Argentina en la misma universidad. Ha trabajado sobre la experiencia política y social de los trabajadores en la Argentina de los 60 y 70; desde hace varios años lo hace sobre la última década del siglo XX, analizando la dinámica de la acción colectiva y sindical. Su trabajo más conocido es Córdoba en los sesenta: la experiencia del sindicalismo combativo. Córdoba: UNC, 1999 (1996).