A partir de la conferencia que dieron este martes el colectivo de Actrices Argentinas donde la actriz Thelma Fardin radicó una denuncia contra Darthés por violación en una gira de la telenovela Patito Feo, el oportunismo mercantilista no se hizo esperar.
Viernes 14 de diciembre de 2018 13:25
No pasó ni un día de este hecho que las grandes empresas ya estaban pensando cómo lucrar con la lucha de las mujeres. Así es el caso de Ona Saez que no perdió el tiempo, ante la mirada de miles de mujeres, y utilizó el hashtag que cobró importante dimensión #miracomonosponemos para estamparlo en una remera a 700 pesos.
La respuesta ante este hecho no se hizo esperar. Es que resulta bochornoso, ya que las peleas del movimiento de mujeres no son una frase bonita y la lucha contra
la violencia de género no es un slogan publicitario
Este sistema capitalista no solo niega las luchas de las mujeres sino que las toma como slogans vacíos para lucrar con el odio que nos genera la violencia que ejerce el patriarcado.
Fue tal el nivel de repudio que esta mercantilización recibió miles de comentarios negativos en las redes sociales rechazando la utilización frases del movimiento de mujeres como campaña publicitaria. Llegando al punto de que la empresa retirará las remeras de la venta y pidiera disculpas, aunque con las mismas no logró convencer y el repudio continuó.
Lo llamativo además es que empresas como Ona Saez obtienen sus ganancias fabricando sus productos en talleres clandestinos. Allí miles de mujeres, en su mayoría inmigrantes que se escapan de países en peores condiciones económicas, reciben a cambio de horas de encierro (muchas veces con sus propios hijos sin si siquiera poder ver la luz del dia), un salario miserable. El caso de Mariana, de diez años, que vivía en un taller clandestino en el barrio de Mataderos y por las pésimas condiciones edilicias sufrió un incendio que terminó con su vida puso nuevamente de manifiesto esta realidad.
La vida de Mariana se la llevó la avaricia e interés de las grandes empresas que priorizan sus ganancias a costa de la sangre de miles de mujeres y niñas.
El negocio de los estereotipos
En las campañas publicitarias podemos ver mujeres delgadas, estereotipadas, que no se condicen con la realidad de millones. Buscan imponer un modelo para forzar a las mujeres a adaptarse a un canon de belleza artificial. Esto promueve la violencia contra la que venimos luchando, sobre todo en el último tiempo donde el movimiento de mujeres tomó un rol protagónico saliendo a las calles por sus reivindicaciones.
La misma marca que en 2017 fue repudiada por una campaña que promovia la anorexia con imagenes de niñas menores de edad, expresa nuevamente su doble discurso al decir estar a disposición de las demandas de las mujeres al mismo tiempo que reproduce estereotipos patriarcales al no incluir talles más grandes. No es un error más como dicen al excusarse en el comunicado publicado el día de ayer, así es como operan estas empresas para legitimar y cosificar nuestros cuerpos.
La lucha de las mujeres es mucho más que una remera. Son años de luchas y experiencias para decirle NO a este sistema que oprime doblemente a las mujeres. Esto implica destruir las instituciones que legitiman y naturalizan la violencia machista.
En definitiva las empresas multinacionales son responsables de reproducir las relaciones de poder que nos subordinan a estar encerradas al interior de un taller y al mismo tiempo cumplir con un ideal de belleza que nos transforma en objeto de consumo.
Solo la organización y la fuerza de las mujeres, convocando a nuestros compañeros que también son explotados, para cuestionar de conjunto al sistema capitalista, podrá derribar los cimientos del patriarcado.