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Red Internacional
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Los días felices serán socialistas. Otra vez Nordelta: Costantini y la casta del trabajo esclavo

Más de veinte obreros y trabajadoras secuestrados en un subsuelo, obligados a levantar departamentos de lujo en jornadas de 14 horas todos los días. ¿Qué es el Delta Center? ¿Quiénes son los empresarios responsables? ¿Un caso excepcional o una costumbre de ricachones?

Lucho Aguilar

Lucho Aguilar @Lucho_Aguilar2

Viernes 6 de diciembre 14:07

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Rosario de Lerma queda en el norte de la provincia de Salta. Las actividades principal son el turismo y el tabaco, con trabajadores y trabajadoras exprimidos y contaminados hasta los huesos. Por eso muchos de ellos agarran los laburos que pueden, como golondrinas o en la construcción.

Con el verso de “un laburo mejor” llegaron desde Salta a Buenos Aires 18 varones y 4 mujeres. Entrar a Nordelta era como entrar a Disney. Una “ciudad pueblo” de lujo, donde conviven las mansiones con los shoppings de alta gama, autos importados con cruceros y nadie puede colgar la ropa en el patio porque afecta el paisaje.

Para cualquier desprevenido, parece un mundo feliz.

Pero el verdadero rostro de ese emblema de los ricos los golpeó cuando llegaron al lugar donde vivirían los próximos meses.

Los partes judiciales y periodísticos lo cuentan con morbo.

“Recibían salarios muy bajos, por debajo del mínimo legal”. “A veces eran prestados a terceros como forma de pago de deudas”. “Les retenían los documentos y se les restringía la libertad de movimiento”. “Uno de los trabajadores tuvo un grave accidente con una amoladora que le causó una gravísima herida y el contratista no le habría permitido ir al hospital”. "Había ratas y olores nauseabundos".

Un dato resume el cuadro: según los inspectores, la vivienda improvisada era llamada pabellón.

Podríamos seguir. O escuchar a uno de los trabajadores. “Nos obligaban a dormir hasta 35 personas en una habitación, con colchones viejos y comida casi cruda. Al principio nos daban buena comida, pero después solo polenta. Nos deben meses de trabajo".

Cada dato, cada relato, es la confirmación de un escándalo de trabajo esclavo que no pudieron tapar las gruesas paredes del sótano donde tenían amontonados a la cuadrilla.

Ninguna excepción

Algunos medios, nacionales o de la zona norte, lo intentan mostrar como una lamentable excepción. Pero la investigación lo desmiente. Habría al menos 150 víctimas de los mismos empresarios solo en los últimos dos años.

Pero por donde se lo mire, Nordelta confirma que los ricos hablan de la ley y honestidad solo cuando se trata de otros. Nadie puede olvidar la rebelión de las trabajadoras domésticas que laburaban días enteros limpiando su mugre pero no las dejaban subir a las combis que usaban los “vecinos”. O las inspecciones que mostraron que el 70% de los locales gastronómicos tenían irregularidades, desde el trabajo irregular a todo tipo de maniobras impositivas. Lo mismo los barcos que estacionan los “pobladores” en sus muelles privados.

Cualquier laburante de Zona Norte sabe que en esos countries, sea Nordelta o cualquier otro, nadie entra a laburar sin recomendación o con un capanga arreglado con la administración del barrio. Y que ahí dentro no rige ni la Ley de Contrato de Trabajo, ni la 14.250 de paritarias, ni la de Asociaciones Sindicales. Si limpias, cortas el pasto o levantás una casa, sabés que es “en negro” y muchas veces no te pagan todo. ¿A quién le vas a reclamar? ¿A la UOCRA, que arregla con los capangas? ¿A los sindicatos de trabajadoras domésticas, de maestranza o de seguridad?

¿A Sergio y Malena?

Guantes blancos, negocios oscuros

Detrás del escándalo de Delta Center hay responsables. Los primeros días nadie quería decir sus nombres. Luego no los pudieron ocultar más.

En primer lugar, dos empresarios de Salta, Carlos Alberto Díaz Chilo y Pablo Gastón Pellegrino; un contratista, Cristian Sajama y el arquitecto y capataz, Walter Jorge Mosca. Alguno de ellos es dueño de negocios hoteleros en el Valle de Lerma, otros fueron investigados por “lavado de activos”, figuran en sociedades oscuras. Es imposible no recordar ese mito que dice que Nordelta es un paraíso para algunos personajes del gran delito. “Si, es un nido de narcotraficantes”, reconoció en una entrevista el dueño de Nordelta.

No podemos afirmar que este sea el caso. Por lo pronto, parece que a los “empresarios salteños” alguien les soltó la mano.

Lo que es importante saber es que nada pasa en Nordelta sin la venia de su emperador, Eduardo Francisco Costantini. Como contamos acáy acá, es un meganegocio que se hizo posible gracias a las dictaduras de los años 70. Julian Astolfoni, su primer dueño, fue favorecido por leyes y tierras baratas entre 1972 y 1977, que le permitieron montar las bases del negocio.

Costantini todavía no tenía Nordelta, pero le iba bastante bien. Su familia tenía varias empresas y mucha cercanía al ministro Martínez de Hoz. Eduardo era joven pero ya directivo de Huancayo SA, la empresa familiar que se dedicaba a la bicicleta financiera.

Esta semana se publicó el ranking Forbes de los más ricos de la Argentina. Costantini está número 11 con una fortuna de US$ 1,600 millones.

Vida inteligente & negocios

Delta Center tiene un lema. “Smart life & Business community”: comunidad de vida inteligente y negocios. Esa es la filosofía que une desde los nuevos ricos hasta los capangas salteños y el refinado Eduardo.

Según la promoción de Delta, lograron “desarrollar un edificio único en Nordelta”, con “flexibilidad, inteligencia, confort, tecnología aplicada”, 172 unidades residenciales y 17 locales, 245 cocheras (por que vió que la mayoría tiene varios autos). Porque, dicen sus creadores, “disfrutar la vida es algo de todos los días”.

Uno mira las fotos, reales o “proyectadas” por los estudios de arquitectos, y no puede evitar la envidia. Qué pecado. En estos días con más de 30 de calor, imaginarse en esas terrazas con vista a los lagos del barrio, con una barra gigante y piletas climatizadas, es lo que disfrutaría cualquier mortal.

Incluso los 24 obreros que estaban en el sótano casi sin luz ni ventilación.

Pero hay más personajes en esta historia. Porque hay quien pone el gancho, quien trae la “mano de obra” y también los que figuran como inversores.

En el caso de Delta Center, los “partners” como le llaman en ese mundo, son tres.

Por un lado Borges Buenos Aires Srl, una empresa que tiene más de un siglo brindando servicios de seguridad y caja fuerte a los dueños de la Zona Norte. Sus dueños son Maria Cecilia Borges y Pablo Gabriel Porto.

Por otro, Cisilotto Hermanos, que desde hace 60 años se convirtió en una de los principales abastecedores de materiales de construcción. Sus principales gerentes son Sergio Armando Cisilotto y José Marcelo Lacquaniti.

Por último, como es común en estos casos, un fideicomiso armado por JHS Hospitality SRL, una sociedad para negocios inmobiliarios armada por dos jubilados-empresarios: Virgilio Mario Vivarelli y Marcelina Villarreal.

Cuánto puso cada empresa, en qué especias, quiénes entran en ese fideicomiso, no lo sabemos.

Disfrutar la vida

Algunos diarios, insospechados de ser sensibles a las penurias populares, reflejaron al dedillo la causa. Fotos del expediente, datos exclusivos de los investigadores y de funcionarios de ARCA (AFIP) y el Ministerio de Justicia. Como decíamos antes, se trataría de un caso “excepcional importado de Salta”, nada que ver con la gente bien. Ni con Costantini y los “partners”.

Falso. Nordelta es el símbolo más crudo del sistema capitalista. Una tierra regalada a los ricos, convertida en un “oasis de buena vida” dentro de una ciudad desangrada. En Tigre el 10% de la población vive en countries que ocupan más del 60% del territorio. El otro 90% se hacina en barrios, sobre todo obreros. Pero también villas y asentamientos cada vez más grandes. Son los brazos que hacen funcionar las grandes fábricas de la Panamericana, si tienen suerte. Sino, levantan, limpian y cuidan los jardines de caserones que nunca podrán habitar.

En la página donde Delta Center ofrece sus lujosas unidades plantea que los mueve la idea de que “disfrutar la vida es algo de todos los días”. El día que esas palabras resuenen en los sótanos donde se amontonan los esclavos y esclavas que sostienen ese edificio sobre sus espaldas, se derrumbará toda la obscenidad del capitalismo y sus “partners”.

Los días felices serán socialistas.


Lucho Aguilar

Nacido en Entre Ríos en 1975. Es periodista. Miembro del Partido de los Trabajadores Socialistas desde 2001. Editor general de la sección Mundo Obrero de La Izquierda Diario.

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