Discurso de Pablo Castilla, cabeza de lista de la lista al Parlamento Europeo por la CRT, en el acto de cierre de campaña en el barrio madrileño de Vallecas.
Viernes 7 de junio
¿Cómo hemos llegado hasta aquí? Pues aprovechando que estoy en casa, con compañeros y compañeras, con amigos y amigos, quiero hacer memoria. Quiero contaros una historia que no es solo mía, sino parte de una generación.
Tengo 24 años, soy nieto de emigrantes andaluces, extremeños, manchegos. Nieto de un obrero de la Seat, de las CCOO de la clandestinidad, de las huelgas obreras de la Transición. De colegio e instituto público de toda la vida.
Recuerdo las manifestaciones del 1 mayo con mi madre, escuchar las noticias de fondo con mi abuelo criticando a la derecha, las conversaciones de política en la mesa…
Entonces siempre, de una u otra manera, he tenido cerca la política. Pero ¿qué política? Porque hablo de otra política y entonces surge otra pregunta ¿qué es la izquierda y qué es la derecha? – recuerdo que le pregunté un día a mi madre. Todavía recuerdo su respuesta: la izquierda es la que pelea para que todos tengan, defiende a los trabajadores y la derecha, defiende a los ricos. La respuesta me marcó.
Soy parte de una generación que ha crecido sobre las ruinas de la crisis del 2008. Después de los recortes, el rescate a la banca, la precarización del trabajo, los desahucios… Fue después de todo eso cuando la nació la “nueva izquierda”.
Sin embargo, tardaron poco en demostrarnos a mi y a toda una generación que la “nueva política” seguía la misma guía que la “vieja”.
Los que venían a cambiar las cosas han hecho que nada cambie: los alquileres no han parado de subir y los salarios reales han caído dinero mientras le daban más de 1.000 millones a las eléctricas con el Decreto de Ahorro Energético y 7.000 millones en intereses. Para que luego hablen de impuestos extraordinarios.
Que nuestros padres se tienen que jubilar a los 67, pero ahora está bien. Que te pueden despedir casi gratis igual que con el PP, pero ahora está bien. Que la asquerosa Familia Real sigue ahí, pero ahora tendremos Reina. El gran cambio que han conseguido es que todo eso antes era una mierda y ahora casi que tenemos que dar las gracias. Pero no, no cuela.
Quienes confiaron en ellos tras el 15M han sido decepcionados mientras que otros, los más jóvenes, ni siquiera hemos tenido tiempo de creernos las promesas.
En Catalunya, la desafección es una mezcla del dolor de la derrota, la traición y la desilusión. Dolor por la brutal represión llevada a cabo por el PP de Rajoy con el apoyo del PSOE y Ciudadanos – y la equidistancia de los Comunes. Traición porque la hoja de ruta mágica hacia la República Catalana terminó siendo un callejón sin salida para salvar a los partidos de la burguesía independentista. Desilusión con aquellos que se reivindicaban anticapitalistas y acabaron de la mano de los defensores de Foment del Treball.
Los que decían “sí se puede” ahora dicen que no se puede. Que no se puede tocar los intereses de las grandes fortunas. Que no se puede atacar a los fondos especuladores de la vivienda. Que no se puede tocar la monarquía.
Pero lo que sí pueden aprobar 27.000 millones de gasto militar, el mayor gasto de la historia. Sí puede vender el Sáhara Occidental a cambio de militarizar fronteras de tener a Marruecos vigilando, blindar las fronteras y matar 40 migrantes en Melilla. Sí pueden infiltrar policías en movimientos sociales. Sí pueden darle miles de millones a las eléctricas y la banca. Sí pueden dejar que los salarios sigan cayendo, pactando con la CEOE y las burocracias sindicales. Sí pueden comprar y vender armas al Estado genocida de Israel.
¿Y nos quieren acusar a nosotros de hacer que PP y Vox crezcan si no les votamos? No nos lo tragamos. Quienes le han abierto la puerta a la extrema derecha son los “progresistas” que aplican su agenda.
No se puede parar a la derecha de verdad con una izquierda de mentira. La izquierda es la que defiende a los y las trabajadores, a los sectores oprimidos… No la que nos dice que nos ayuda mientras sigue gobernando para los capitalistas.
Necesitamos otra izquierda. Una que pelee por hacer pagar las crisis a los capitalistas y no al pueblo trabajador.
Que se oponga totalmente al genocidio en Palestina. El gobierno del PSOE y Sumar que reconoce el Estado palestino lo que está haciendo es legitimar el Estado genocida de Israel, basado en la ocupación colonial y el apartheid. Todo mientras continúa armando a Netanyahu.
Solidarizarse con el pueblo palestino es exigir la ruptura de relaciones con Israel, el fin de comercio de armas y pelear contra nuestros gobiernos por una Palestina única, obrera y socialista desde el río hasta el mar.
Luego nos dicen que nos tenemos que rearmar para proteger valores y libertades, pero ¿cuáles? Los del Banco Santander, el BBVA, Repsol, la ACS de Florentino Pérez y todas las multinacionales españolas que nos explotan aquí y expolian en todo el mundo. Necesitamos una izquierda que se plante y diga ni en euro para el rearme imperialista y abajo las leyes de extranjería.
Que pelee por tumbar el Régimen del 78 heredero de la dictadura, poniendo fin a la monarquía, defendiendo el derecho a la autodeterminación de Catalunya y Euskal Herria sin plegarse a las burguesías independentistas.
Basta de decir que falta dinero. El dinero nos falta a nosotros porque a otros les sobra. En 2023, los grandes bancos españoles ganaron 39.000 es de euros. IBEX 35 prevé más de 61.000 millones de beneficio en lo que va de 2024. Es hora de hacérselo pagar. Nacionalizar la banca y poner impuestos a los beneficios de las grandes empresas de mínimo el 47% – como el tipo máximo que se aplica a las rentas salariales – para financiar los servicios públicos.
Que no se entiende que haya gente sin casa y casas sin gente. solo en Catalunya, los grandes propietarios acumularan 33.000 pisos vacíos en 2022. Expropiemos sin indemnización los pisos vacíos en manos de grandes propietarios para que la vivienda no sea un negocio.
Que no se entiende que unos se maten a trabajar hasta los 67 y con jornadas horas extras que nunca se pagan mientras otros tienen que sobrevivir con curros a tiempo parcial, temporales y con suerte ¿Nos va a decir Yolanda Díaz que salir 30 minutos antes es el gran cambio? La única salida es repartir las horas de trabajo sin reducir el salario para trabajador todos, todas y menos. Porque la única salida es anticapitalista y socialista
“Todo esto ¿es posible” – nos preguntan. Sí, cuando se está dispuesto a pelearlo, sin detenernos frente los límites del Estado hecho a medida de los poderes económicos que actúan protegidos por la casta judicial y la Corona. Si algo nos enseñaron nuestros abuelos es que la lucha es el único que camino. Es momento de recuperar la confianza en esa fuerza, nuestra fuerza. La de clase trabajadora, unida con la juventud y los sectores populares.
Ya éramos la generación de las crisis, la de pandemia y el cambio climático y ahora quieren seamos también los testigos silenciosos del genocidio y los peones de la próxima guerra. La juventud decimos basta. No en nuestro nombre. No en el nombre de la clase trabajadora.
Quieren que nos resignemos a un futuro distópico. Que nos tenemos que preparar para él.
Que tenemos que aceptar que las armas de la OTAN se utilicen para atacar Rusia, aumentando la escalada hacia una gran guerra entre potencias capitalistas donde seamos carne de cañón. Otros quieren vendernos que la salida para los oprimidos es ponernos del lado de la oligarquía de Putin y la China que aspira a ser el nuevo gran imperialismo. Les decimos a todos ellos que ni Putin ni OTAN.
Quieren hacernos pensar que la distopía capitalista es inevitable. Que tenemos que naturalizar, normalizar e incluso defender que nuestros gobiernos maten miles de personas en el Mediterráneo. Que sea incuestionable que las multinacionales imperialistas saqueen recursos y condenen a la miseria a millones en todo el mundo para el beneficio de unos pocos y luego les barren el paso en las fronteras.
Una parte de esa distopía la estamos viendo en Gaza ¿y cuál es su respuesta? Decirnos que son el gobierno menos cómplice posible con el genocidio.
Con todo quieren hacernos creer que no existe alternativa y eso es perverso. Porque si no existe alternativa, luchar ni siquiera tiene sentido. Esa es la trampa.
Dicen que la juventud se hace de derecha mientras niegan la otra cara de la moneda. Nos ponemos en pie por Palestina acampando en las universidades; la clase trabajadora junto a los estudiantes sale a enfrentar a la extrema derecha de Milei en Argentina; los obreros junto a la juventud estallaron en Francia contra Macron; las mujeres han llenado contra el patriarcado. En un momento donde nos empujan a la barbarie capitalista, queremos limpiar las banderas del socialismo ensuciadas por el estalinismo y recuperarlas para luchar por una sociedad sin explotación ni opresión.
Esa es la voz que desde la CRT queremos levantar en estas elecciones europeas. Una pequeña parte de la disputa por el sentido común en la gran lucha por acabar con el capitalismo y conquistar gobiernos de las y los trabajadores, donde la economía esté planificada democráticamente y desde abajo en función de las verdaderas necesidades sociales.
Porque el ser humano no es el individualismo y el egoísmo que cuentan. La clase trabajadora da muestras de solidaridad en sus luchas. En cada huelga y cada desahucio hombro a hombro plantando cara a la policía y la patronal.
Queremos trabajar menos sí. Porque no nos mueve el ansia de ganancias basada en la explotación. La nuestra es otro pulsión, la más humana, la de tener más tiempo libre que dedicar a la cultura, el arte y los seres queridos.
Con la pandemia demostramos que quienes mueven en mundo y generamos la riqueza con son Amancio Ortega, Ana Botín o el señor de Mercadona, sino las y los trabajadores. La fuerza y la creatividad de quienes producimos está ahí, lo ha estado siempre, lo estuvo en la Revolución Española luchando contra el fascismo y demostró durante unos meses que otro mundo es posible.
Os diría que, a quienes dudáis si ir a votar porque estáis hartos de todos, os diría que esta vez tenéis una alternativa de verdad. No tenemos ninguna ilusión en las instituciones, pero tenemos toda la confianza en la fuerza de la clase trabajadora y la juventud.
Ellos quieren que nos preparemos para las guerras y las crisis, pero nosotros queremos preparamos para hacer que las nuevas revoluciones triunfen. No empecemos de cero. tenemos un pasado del que aprender. Una deuda con todos que nos precedieron, aquellos que lucharon y fueron traicionados y derrotados. Así que cuando me preguntan si vale la pena todo ese fuerzo digo que sí orgullosamente. Porque la decisión de tomar partido en esta tarea es la decisión individual más colectiva que existe.
Este 9 de junio os animo a votarnos para levantar una voz en defensa de una salida anticapitalista y socialista, pero, sobre todo, os animo a sumaros y organizaros para pelear juntos.