Francia se encuentra nuevamente en el centro de las discusiones de la Unión Europea. Las últimas novedades que trascendieron son en relación a las bajas de funcionarios que cuestionan la presión que se ejerce desde Alemania y Bélgica. François Hollande, quien asumió como presidente de Francia hace tan sólo dos años prometiendo no aplicar las medidas de austeridad que causaron estragos en distintos países de Europa, ya decepcionó a gran parte de la opinión pública.
Miércoles 3 de septiembre de 2014
Paul Krugman, en su habitual columna de El País, sostiene que “una vez en el cargo, Hollande se doblegó rápidamente y cedió por completo a las exigencias de una austeridad aún mayor (…) Toda la fuerza de Hollande se ha centrado en purgar su Gobierno de aquellos que se han atrevido a cuestionar su sumisión a Berlín y Bruselas. Es un espectáculo extraordinario. Pero para poder apreciarlo del todo hay que comprender dos cosas. La primera, que Europa, en su conjunto, tiene graves problemas. La segunda, que a pesar de ello, en medio de ese desastre generalizado, a Francia le está yendo mucho mejor de lo que podríamos pensar a juzgar por la prensa.”
Si hacia 2009 la Eurozona junto a Estados Unidos comenzaban a recuperarse de las crisis de 2008, Krugman recuerda que “tras el estallido de una crisis de deuda en 2010, algunos países europeos se vieron obligados, como condición para conseguir préstamos, a recortar drásticamente el gasto público y subirles los impuestos a las familias trabajadoras. Mientras tanto, Alemania y otros países acreedores no hicieron nada para compensar la tensión bajista, y el BCE, a diferencia de la Reserva Federal o el Banco de Inglaterra, no adoptó medidas extraordinarias para impulsar el gasto privado. Como consecuencia, la recuperación europea se estancó en 2011 y no se ha reanudado verdaderamente.”
Krugman afirma que “en este momento, a Europa le va peor de lo que le iba en la etapa equivalente de la Gran Depresión. Y puede que haya noticias aún peores en el futuro, ya que Europa tiene todos los síntomas de estar precipitándose hacia una trampa deflacionaria como la de Japón.”
Sin embargo el premio Nobel de Economía señala también que a contramano de las noticias frecuentes que hablan de una economía francesa como un desastre, acosada por altos impuestos y normativas gubernamentales, “cuando se observan las cifras reales, uno se sorprende un poco ya que no cuadran en absoluto con esa historia. A Francia no le ha ido bien desde 2008 -en concreto, se ha quedado rezagada con respecto a Alemania-, pero el crecimiento general de su PIB ha sido mucho mejor que la media europea, superando no solo a las atribuladas economías del sur de Europa, sino a países acreedores como Holanda. Los resultados franceses en cuanto al empleo tampoco son tan malos. De hecho, los jóvenes adultos tienen muchas más posibilidades de encontrar trabajo en Francia que en Estados Unidos. La situación de Francia tampoco parece especialmente frágil: no tiene un gran déficit comercial y puede endeudarse a unos tipos de interés históricamente bajos.”
Krugman alerta entonces que el motivo de la mala prensa de Francia se debe a “razones políticas” y señala que “Francia tiene un sector público muy grande y un Estado de bienestar generoso, lo cual debería conducir al desastre económico según la ideología del libre mercado. Por eso, lo que cuentan las noticias es que es un desastre, aunque no sea lo que dicen las cifras.”
El mensaje de premio Nobel es que Europa necesita que el líder de alguna economía importante de Europa que no esté en una situación dramática, “se levante y diga que la austeridad está acabando con las perspectivas económicas europeas.” Sostiene Krugman que Hollande tendría que haber sido ese líder pero no lo fue y que “al fallarle a Francia, Hollande también le está fallando al conjunto de Europa”.
Paul Krugman es profesor de Economía de la Universidad de Princeton y premio Nobel de Economía 2008.