Charlamos con Paula Lehner, Dra. en Ciencias Sociales y docente de la UBA que se especializa en la relación entre mujeres y cuidados a adultos mayores.
El debate sobre las tareas de cuidado y el trabajo reproductivo que atraviesa la agenda política de los gobiernos en todo occidente fue puesta con fuerza sobre la mesa en los 70s por las feministas de la Segunda Ola. Fueron ellas las que cuestionaron el modelo de mujer y familia tipo que impuso el régimen capitalista de postguerra: la vuelta a las tareas domésticas y la política del baby boom de maternidad obligatoria.
El neoliberalismo no hizo más que profundizar la contradicción entre el ideal de mujer emancipada, la crisis del trabajo, la precarización laboral y el ajuste en asistencia social de los estados. Es en este marco en que las mujeres no solo viven la carga cotidiana de la doble jornada laboral por el cuidado y la crianza de les niñes, sino que además siguen siendo las principales cuidadoras de los adultos mayores.
Los cambios demográficos que se profundizaron en los últimos años en relación a la familia también reordenaron la relación entre esta, las mujeres y el Estado. Son estas algunas de las grandes problemáticas que investigadoras como Paula Lehner intentan traer a la luz para poner en debate las estrategias sobre cómo resolverlas a favor de las mujeres.
Paula Lehner es Dra en Ciencias Sociales, docente de la UBA en el seminario de Población y Sociedad de la Facultad de Ciencias Sociales, investigadora del Área de Salud y Población del Instituto de Investigaciones Gino Germani, UBA.
El grupo de investigación del que formas parte estudia la relación entre Mujer y Cuidados, más específicamente los cuidados que las mujeres realizan a personas mayores, ¿siempre fueron las mujeres las que cuidaron de los adultos mayores? ¿Qué grandes cambios se produjeron en las últimas décadas con respecto a esta problemática?
Históricamente las mujeres nos hemos ocupado de las tareas de cuidado como parte del trabajo de la reproducción y como consecuencia de la división sexual del trabajo. En algunos momentos existió una institución que eran las solteronas, mujeres que no se unían en matrimonio y quedaban a cargo de las personas mayores de las familias. Los cambios al respecto han sido enormes y entre ellos podemos mencionar cambios culturales, sociales y demográficos. Resumiendo, las familias tienen menos hijos, las personas viven más años, las mujeres han tenido acceso a niveles educativos más altos y han ingresado en el mercado de trabajo asalariado. Hay menos personas y tiempos para cuidar.
¿Crees que influyó el Movimiento de Mujeres (que estalló entre 2015 y 2018), para cuestionar y/o plantear otras salidas a este problema?
En mi opinión, el Movimiento de Mujeres sin duda cuestiona estas asimetrías y propone una co-responsabilidad de todos los géneros en los cuidados. Pero son cambios lentos y se verán en un par de años. Sin dudas el tema los cuidados debe ser el nuevo tema de la agenda de los feminismos.
En su investigación, ¿Cómo ven que atraviesa la cuestión de clase la carga de los cuidados?
Cuando hablamos de cuidados utilizamos una mirada interseccional y la clase es uno de los marcadores de desigualdades en el acceso a los cuidados que necesitan las personas en situación de dependencia. Existen diferentes maneras de organizar los cuidados según la clase social, la edad, el origen migratorio de las personas. Si pensamos en cómo se organiza el cuidado en la sociedad, los sectores más vulnerables recurren a las propias redes familiares y a las organizaciones de la sociedad civil; los sectores medios y altos pueden mercantilizar cuidados. Y eso da lugar a fuertes iniquidades en las mujeres que deben proveerlos y en la calidad de los cuidados que se brindan.
En términos generales ¿Qué visiones encuentran en las mujeres en relación al rol de las instituciones del Estado y a las expectativas que ellas poseen en estas?
En nuestras investigaciones que abarcan a los sectores medios de CABA observamos una fuerte la naturalización de los cuidados como algo femenino y de las familias; existe un divorcio entre los sectores medios y el Estado como posible proveedor de cuidados. Esto es algo a modificar.
La ley Cuidar en Igualdad enviada al Congreso por el poder Ejecutivo se centra principalmente en el cuidado a menores, ¿qué critica/aporte se le puede hacer desde una perspectiva más integral de la relación entre mujeres y cuidados?
El proyecto de Ley Cuidar en Igualdad es una muy buena notica, porque quiere decir que el tema ha ganado espacio en la agenda política. Es cierto que el proyecto se centra principalmente en le cuidado de niñes. Cuando se discuta en el Congreso será una oportunidad para hacer aportes que permitan desfeminizar los cuidados y sobre todo para fortalecer los aspectos relacionados con el cuidado de personas mayores que es lo más flojo del proyecto. Las personas cada vez vivimos más años, los años pueden provocar situaciones de fragilidad y vulnerabilidad que deben se atendidas con políticas de apoyo a los cuidados.
¿Qué perspectivas o estrategias son las más discutidas hoy a nivel global para darle salida a la feminización de los cuidados a adultos mayores?
Algunas de las propuestas hablan de la necesidad de un nuevo pacto social sobre los cuidados. Ven la necesidad de un cambio cultural que ponga en el centro la vida y no la economía, que permita vernos como personas dependientes, ya que todes en algún momento de nuestras vidas necesitamos ser cuidados. Existen propuestas muy interesantes de construir comunidades cuidadoras, ciudades cuidadoras. Otras autoras proponen lo que se denominan las 4 R del cuidado: reconocimiento, reducción, redistribución y remuneración. El momento es muy auspicioso; confío, como ya dije, en que los cuidados será el tema de las luchas feministas en los próximos años.
Para aportar al debate te dejamos esta nota sobre la perspectiva del feminismo socialista de Pan y Rosas y te invitamos a seguir la temática en los próximos números de Armas de la Crítica.
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