Se hizo público que la ex ministra de salud Pilar Mazzetti, aprovechándose de su cargo, se vacuno contra el Covid-19. Su vacunación se habría llevado a cabo entre enero y febrero de este año, mientras muchos trabajadores de la primera línea se contagiaban y fallecían. Esta es una demostración más del grado de descomposición de los altos funcionarios del estado quienes gobiernan de espaldas al pueblo.
Martes 16 de febrero de 2021
Foto: Revista Caretas
El lunes 15 de febrero del presente año, el presidente Francisco Sagasti hizo público que la ex ministra de Salud Pilar Mazzetti se encontraba entre los 487 funcionarios públicos que se habrían vacunado de manera irregular contra el Covid-19 valiéndose de sus influencias y el poder político que ejercían en el estado.
Después de este anuncio, la ex ministra de salud termino aceptando el hecho de su vacunación irregular. “Finalmente, cedí ante la inseguridad y mis miedos” dijo Mazzetti para tratar de justificar su vergonzoso accionar, el cual no hace más que demostrar su bajeza moral y su aprovechamiento del poder que le dio ser ministra de salud. En otro momento de sus declaraciones, Mazzetti reconoció que “la segunda ola en enero se ha presentado con un incremento muy rápido, que superó todas las previsiones y he visto como el personal y funcionarios del MINSA a mi alrededor han ido rápidamente enfermando y algunos han perdido la vida”.
A pesar de tener conocimiento de la difícil situación que atravesaban miles de trabajadores del sector salud que, como ella misma reconoce, se contagiaban masivamente y muchos de ellos perdían la vida, la ex ministra prefirió asegurar su integridad personal vacunándose, con lo cual dejaba librados a su suerte a esos trabajadores cuyas vidas y salud dependían directamente de ella.
Como se recuerda, Mazzetti fue también ministra de Salud del gobierno de Martin Vizcarra, donde llego para reemplazar a Víctor Zamora en plena cuarentena. Luego, ya con Sagasti en el gobierno, volvería a ocupar este importante puesto por invitación expresa del actual presidente. Durante su gestión como responsable del ministerio de Salud, siempre gozo del total apoyo de Sagasti y fue una de las preferidas por los grandes medios de comunicación y por los grandes empresarios.
Sin embargo, la gestión de Mazzetti, tanto en el gobierno de Martin Vizcarra como en el actual gobierno de Francisco Sagasti, fue un desastre total ya que no solo contribuyo a reducir el presupuesto al sector salud con lo cual la posibilidad de repotenciar la capacidad de los servicios sanitarios se diluyo. Ella fue también la responsable directa de que a miles de trabajadores CAS y terceros no se les renovara sus contratos, lo cual hizo que las atenciones a los contagiados en los hospitales y centros de salud sean deficitarias generando en muchos casos la pérdida de vidas humanas.
Esta profunda crisis del sistema sanitario público, es la causa principal que ha generado que la segunda ola de contagios que estamos viviendo ahora haya llevado a que en las últimas 24 horas se den 212 decesos y 8,093 contagios por coronavirus. Estas lamentables cifras, a las cuales se suman las 22 enfermeras fallecidas por Covid-19, entre enero y febrero de este año, también son responsabilidad de la pésima gestión de la ministra Pilar Mazzetti y de los presidentes Martin Vizcarra y Francisco Sagasti, quienes, en lo que va de la pandemia no han querido implementar ninguna medida eficaz para repotenciar el sistema de salud.
Por esa razón han mantenido incólumes los privilegios de los empresarios que controlan las grandes clínicas privadas, las cadenas farmacéuticas y los centros de producción y de expendio de oxigeno medicinal. A ello se suma, como ya lo mencionamos, la reducción del presupuesto público a este sector y la preservación de la precariedad laboral y los despidos de trabajadores CAS y terceros de salud. Mazzetti no es entonces la excepción de la regla, sino todo lo contrario, ella expresa el comportamiento recurrente de los altos funcionarios del estado peruano, quienes, implementan políticas públicas que solo benefician a una minoría de empresarios y atentan contra la salud y la vida de las grandes mayorías.