Con una comitiva de empresarios, políticos y autoridades del régimen, Piñera visitó China para firmar acuerdos comerciales y como invitado a la reunión de la ruta de la seda. Se reunió con Xi Jinping y firmó acuerdos comerciales. Se reunió con grandes ejecutivos. Sin embargo, las presiones de Mike Pompeo, secretario de Estado de EEUU, estuvieron presentes. ¿Qué significado tiene el viaje?
Sábado 27 de abril de 2019
La advertencia de Pompeo
Hace 10 días, Mike Pompeo, secretario de Estado norteamericano, visitaba La Moneda. Su principal objetivo era orientar al infame Grupo de Lima –cuya agenda es digitada desde Washington- ante el fracaso actual de su política golpista en Venezuela.
Sin embargo, en su visita, Pompeo advirtió sobre “las trampas” de China. En particular, conminó a Piñera que no visitara la sede de Huawei en el sur de China. Pompeo acusó a Huawei de representar "riesgos a los ciudadanos", por “espionaje cibernético”. El canciller Ampuero dijo: "A Chile nadie lo pautea, eso es muy claro. Chile escucha, atiende, dialoga con los países y toma después sus decisiones y esa es la posición del Presidente". Sin embargo, Piñera no visitó la sede de Huawei en Shenzen, aunque sí se encontrará con sus ejecutivos en Beijing.
¿Por qué Pompeo señaló a Huawei? Veamos. Esta enorme multinacional, el 2015 tenía solo el 3% del mercado nacional de telecomunicaciones. En 3 años, el 2018, alcanzó el 15%. Es también uno de los jugadores centrales en la tecnología de 5G, y está en el centro del cable de fibra óptica transpacífico que quiere unir Chile a Shanghái (ni que decir de la presión de las grandes multinacionales de Sillicon Valley). Sin embargo, es la expresión de una disputa hegemónica mayor por el control de recursos estratégicos. Veamos el litio: si la multinacional norteamericana Albemarle quedó bien posicionada casi con 30% de las acciones, la china Tianqi se adjudicó un 24% por 4.000 millones de dólares, la mayor inversión extranjera durante el 2018. Y es una muestra en sectores estratégicos de minerales o servicios, porque hay más avances, como los 200 buses eléctricos del manufacturero chino Yutong en Santiago.
La presión de Pompeo es una expresión del giro de Trump para recomponer su pérdida relativa de poder en su “patio trasero”, y contener mediante presiones (en el caso venezolano mediante una agenda golpista de “cambio de régimen”) el creciente peso e influencia de China.
Piñera y la elite “nacional” burguesa, si por un lado es seguidor fiel de la agenda de Trump, y por su posición subordinada y dependiente obedece sus advertencias, no es menos notable que ha crecido la dependencia seductora frente a China de la propia clase capitalista. Chile no escapa al escenario más general de un aumento de las disputas hegemónicas.
La pérdida de peso relativo del imperialismo norteamericano en Chile
Estados Unidos es el principal inversionista extranjero en el país. Casi 35.000 millones de dólares es la inversión acumulada (junto a EE.UU, España, Canadá y Japón, concentran sobre los 100 mil millones, cercano al 35%). Sin mencionar los históricos lazos con las Fuerzas Armadas (y el peso fundamental en armamento, formación, relaciones) o la cercanía histórica de la elite nacional con EE.UU (en sus universidades, como la Escuela de Economía de Chicago, los forjadores del “modelo”), sus tradiciones y valores.
Junto a su hegemonía inversora y de influencia político-militar, es el segundo socio comercial de Chile, segundo destino para las exportaciones nacionales y el segundo proveedor en cuanto a importaciones. El intercambio comercial alcanzó los US$24.268 millones el 2018 (17% del comercio exterior). EEUU es el principal destino de exportaciones industriales y de salmón. El año pasado exportó sobre 13.000 millones de dólares al país, centralmente en tecnología y bienes intermedios. Por otra parte, controla 3 de las principales 5 AFP, que constituye enormes recursos para el control del mercado de capitales, y tiene un flujo importante de colocaciones bancarias con la deuda pública y de empresas.
Sin embargo, como muchos dicen, ahora es “segundo” en varios aspectos, y su influencia económica-comercial ha venido disminuyendo sobre todo tras la última década. Ya no es el primer socio comercial, por más que desde el 2015 el 100% del comercio bilateral sea con aranceles del 0% producto del TLC de 2004. Ahora es “el segundo” dicen algunos.
El avance de China y su creciente influencia
Este cambio, de pérdida de peso relativo de EE.UU en Chile ha ido de la mano de un cambio con respecto a China, que ha ido fortaleciendo su influencia. Se ha transformado en el principal socio comercial.
El intercambio comercial alcanzó los 42.000 millones de dólares el 2018: más del 30% del comercio exterior. 25.200 millones de ellos son exportaciones chilenas. De ellas, 20.000 millones, de cobre. China consume el 50% del cobre chileno (EEUU solo el 9%). Siendo de 17.504 millones las importaciones chinas a Chile, la balanza comercial es favorable.
No solo en el cobre se mira el salto de la enorme dependencia del consumo chino (la mitad), sino también en otros productos exportados: salmón, celulosa-madera, frutas. Si hacia Estados Unidos esas exportaciones pasaron de 4.150 millones el 2004 (año del TLC) a 6.700 millones el 2017, un crecimiento promedio 3,6% anual; con China, se pasó de 940 millones de dólares el 2006 (año TLC) a 4.500 millones el 2017: crecimiento de 15,3% anual. Sólo en el salmón, China pasó a ser segundo importador con un salto del 60% en un año (capturando el 24% de la cuota nacional). China además es la nación que más bienes importa el país: celulares, computadoras, ropa, calzado y complemento, automóviles, y en menor medida hierro y acero.
En inversiones extranjeras y sobretodo en el stock de inversión acumulado, China no se encuentra entre los 5 actores principales, y aquí Estados Unidos tiene un peso central. Sin embargo, sobre todo los últimos años tiene la intención de dar un salto, como lo mostró la operación Tianqi en SQM apoyada por la embajada china, que constituyó casi el 50% de la inversión extranjera el año pasado.
Los lazos de dependencia y saqueo/control de los recursos estratégicos nacionales y de las principales palancas de la economía son profundos con ambos países. Si casi el 70% de la economía nacional depende del comercio exterior, un 50% de este depende de la subordinación a ambos países.
La independencia nacional, la lucha anti-imperialista y la unidad internacional de las y los trabajadores
Casi 6 de cada 10 dólares de inversión extranjera van a minería y 3/4 partes de conjunto hacia producción para exportación de minerales, materias primas y fruta, con el cobre en el centro.
Estados Unidos sigue siendo una potencia dominante y con hegemonía inversora, además de influencia político-militar con historia (el propio Golpe de 1973). Sin embargo, está en retroceso en su influencia económica. En ese retroceso, China ha avanzado cualitativamente, transformándose en una potencia clave hoy en la economía nacional. Sus multinacionales entrelazan los sectores estratégicos de la economía junto a un grupo de monopolios nacionales.
La burguesía chilena, conectada por diversos lazos económicos a las multinacionales, busca usar estas disputas para ganar mayor “apertura económica”: ahí vienen los TPP-11, que profundizan la ya muy abierta economía chilena.
Chile, como nación subordinada, mediante su Estado se ofrece como mejor postor para el saqueo de los recursos naturales o los servicios estratégicos, completamente privatizados desde la dictadura y la transición, continuando un modelo primario-exportador dependiente de las inversiones extranjeras y las exportaciones, mientras las multinacionales se benefician con recursos estratégicos y con sus mercancías inundando el país. Las mayorías trabajadoras, con bajos salarios, precariedad, pensiones de miseria, endeudamiento, sufren los costos de este modelo. Los grandes monopolios nacionales y donde tienen amplia participación de familias Luksic, Matte, Angellini, Solari, etc., están ligados por mil lazos al gran capital extranjero, a las inversiones extranjeras y a la exportación a China, y en particular de la dependencia absoluta de unos pocos productos de exportación dependientes del consumo exterior, mientras sus recursos son “fugados” al extranjero.
La burguesía nacional es tan servil con Estados Unidos como lo empieza a ser con China, y busca usar su disputa para ofrecer más apertura. Mientras se mantenga la entrega de recursos y áreas estratégicas al imperialismo norteamericano (y a grandes multinacionales europeas, japonesas, británicas), así como ahora a capitales chinos, y a diversos apostadores globales con un mercado mundial cada vez más en disputa, no habrá ninguna soberanía ni independencia nacional que liquide la dependencia, el saqueo y subordinación para satisfacer las necesidades de las masas trabajadoras. Y esto no vendrá sin terminar con los tratados comerciales que atan al país al capital imperialista y las grandes multinacionales, sin dejar de pagar la deuda externa a los capitales buitres, sin revertir todas las privatizaciones de la dictadura, que se profundizaron en la transición democrática, por la ex Concertación y la derecha, y se entregaron al capital nacional y extranjero.
Sólo un programa anti-imperialista que termine con el saqueo de los recursos y servicios estratégicos, y que ponga fin a los grandes monopolios nacionales aliados de las transnacionales (en el cobre, tierra y puertos, así como en previsiones, salud o educación), puede iniciar un curso soberano e independiente. Para ello, deberá tocar los intereses de los capitalistas, revirtiendo todas las privatizaciones de la dictadura y con la gestión de la clase trabajadora poner esos recursos al servicio de todo el pueblo; nacionalizando la banca e imponiendo el monopolio del comercio exterior, hoy hegemonizado entre China, Estados Unidos y otras potencias. Una salida que sólo puede venir de un gobierno de los trabajadores en ruptura con el capitalismo, y en la unidad socialista de América Latina y la unidad internacional de las y los trabajadores.
En la izquierda, quien ve en la decadencia de hegemonía norteamericana y el ascenso Chino un desarrollo al “multilateralismo” pacífico, como prima en el Frente Amplio, serán utópicos al creer que la hegemonía mundial se resolverá sin grandes conflictos mundiales, que aumentarán la disputa por el saqueo, como ya está pasando en América Latina, y donde el capital imperialista de EE.UU como el capitalismo chino buscarán satisfacer sus intereses en detrimento de las masas trabajadoras y los pueblos oprimidos. En la APEC que en noviembre organiza el gobierno, EE.UU, China y más países liderados por las grandes potencias, estarán discutiendo cómo aumentar la explotación y el saqueo sobre los pueblos trabajadores del mundo en un mundo geopolítico cada vez más rivalizado.
Referencias: