Hace un par de días, Piñera intervino en el foro de APEC abogando por la zona de libre comercio en Asia Pacífico, bajo el lema “Optimización del potencial humano hacia un futuro de prosperidad”.
Domingo 22 de noviembre de 2020
En su palabra destacó la inversión fiscal en Chile (12 mil millones de dólares) y una supuesta “mejoría” en la situación de contagios y muertos, aseveración que pone una alfombra de hipocresía sobre los millones de despidos/suspensiones además del fraude respecto a las cifras de muertes y contagios.
La impunidad que goza Piñera en gran parte gracias al acuerdo por la paz, refuerza que pese a que es un gobierno debilitado, no deje de tomar iniciativas en el ámbito político y económico, como la colaboración internacional entre empresarios y buscar la aprobación de su fracasada estrategia para combatir la pandemia. Sin dudas, esto se sostiene también en el apoyo de sectores de oposición en leyes terribles como lo fue “Ley de Protección del Empleo” que blindó a los empresarios justificando el no pago de sueldos y la explotación informal.
La colaboración internacional a la que apunta Piñera es a través del fortalecimiento de tratados de libre comercio en Asia Pacífico, además de mostrar su completa disposición para hacer las “reformas necesarias” para una intervención óptima de la Organización Nacional de Comercio en la región.
El objetivo de las políticas seguidas tanto por Piñera como por el resto de países en Latinoamérica, es el de poder entregar mayores libertades para que las empresas privadas puedan explotar a sus trabajadores y enriquecerse, incluso si esto consiste en perpetuar condiciones laborales miserables o la misma contaminación ambiental en zonas de sacrificio.
Tal como refleja el total apoyo del gobierno al Tratado Transpacífico TPP11 , que fue impulsado a finales del gobierno de Bachelet y tomado por Piñera, lo que buscan los empresarios es reducir el rango de maniobra del estado en una gama de materias como lo es la económica y comercial, pero también los derechos sociales, limitando la autonomía nacional o cualquier estrategias alternativas de desarrollo.
En medio de la pandemia, los empresarios apoyados en los gobiernos y en el silencio de las organizaciones sindicales (como la CUT en Chile o la CGT en Perú país firmante en el TPP11), se han dedicado a despedir, suspender empleos, precarizar aún más a sus trabajadores y proteger únicamente sus ganancias.
Por más que Sebastián Piñera diga una y otra vez que su política protege al ciudadano común (pobladores, trabajadoras/es, jóvenes), la verdad invade los canales independientes de comunicación mostrando la brutal contaminación que traen estos tratados, la represión con la que se pretende imponer el gobierno y la mentira cuando se habla de mejorías en los empleos.
Finalmente, así como los empresarios organizan sus fuerzas a nivel internacional blindándose en eufemismos, discursos entre líneas y la legislación en los respectivos países, el pueblo trabajador debe verse así también, de manera internacional, enfrenta do los ataques de los empresarios y expresando el hastío contra quienes saquean los recursos, derechos y salarios. Porque sólo la fuerza de la clase trabajadora (pueblos originarios, jóvenes, mujeres, cesantes y poblaciones) puede darlo vuelta todo contra quienes hacen de nuestras vidas, su negocio.
Fer Morales
Antropóloga Social y poeta Slam