Parte de este ensayo fue presentado como ponencia en la 3ra. Fiesta de la Tradición Venezolana organizada por la Universidad Nacional Experimental “Francisco de Miranda” (UNEFM) el pasado 18 de julio en Coro, bajo el título: Itinerarios para una poética de Amaneceres: la apuesta porvenirista de José Pío Tamayo. Que hoy publicamos conmemorando su 84 aniversario luctuoso [05.10.1935].
I. Introducción
Habría que descartar de antemano toda pretensión de presentar desde el plano de la erudición pura, una lectura formal de la obra poética que José Pío Tamayo (1898-1935) forjara en su exilio de los años 20’; en la cual, la palabra arriesgada sea relegada al mero horizonte testimonial de una historia cerrada en sí misma, o acaso demasiado remota para nuestras circunstancias.
Por el contrario, es desde el ahora acuciante cuando se hace necesario explorarla partiendo de la conjunción de los motivos literarios, la conjetura de las representaciones creadas, la sonoridad de su poesía, lo que haya de congruente con su posición porvenirista frente a la vida, y cómo este devenir se relacionaría con su actividad revolucionaria, con los modelos revolucionarios que seguía en otros países en su época, o acaso con proyecciones que su sentido otorgara a las futuros modos de hacer, de ser y sentir, bajo el auge de transformaciones radicales del porvenir.
II. De las complicaciones para una recuperación de su huella
No tendría nada de atrevido afirmar que tanto la obra escrita como la trayectoria política del “indio Tocuyo” aún permanecen injustamente distantes de las prioridades reflexivas en nuestras discusiones académicas y políticas a nivel nacional, muy a pesar del papel desempeñado por este en su doble faceta de poeta y revolucionario para el devenir del siglo XX y XXI.
Si bien nunca se ha insistido lo suficiente acerca de la bruma que ciñe la figura de Pío Tamayo, habría que apuntar que por fuera de la carga de omisiones y olvidos intencionales que dificultan la aproximación a su pensamiento, se hallan además las intenciones de todo tipo de intérpretes, de donde se desprenden con menor o mayor grado algunos patrones de opacidad o directa manipulación que llegan hasta nuestros días, desde aquellos tiempos de cruentas dictaduras militares, pasando por las subsecuentes transiciones a la democracia liberal, llegando a los más recientes espejismos de revolución, incluyendo la erosión de dichos espejismos bajo la crisis.
Apoyarnos exclusivamente en su obra escrita apenas nos ayudaría a dibujarnos una parte (ciertamente importante pero) inconclusa de su pensamiento, atravesado por binomios como: literatura y revolución, tradición y renovación, lo nacional e internacional, lo personal y lo social, representación e imaginarios, figuración y sonoridad, entre otros tantos, que se complejizan cuando al tratamiento de los mismos se incorporan los más variados (y contrapuestos) testimonios y opiniones de quienes le conocieron en vida.
Sin embargo hay en los trazos del propio Pío y lo que deja en sus intérpretes reunidos en los tres tomos que hasta ahora conforman las Obras Rescatadas [1], pero especialmente en la acción cruzada por su actividad revolucionaria y literaria, las claves donde retomar el sentido de su palabra poética de aquellos años.
A continuación intentaré establecer no el origen de la intención ultraísta en los versos de Canciones de 30 Amaneceres y un balance de versos para un día 31 (1925-26) con el cual Pío Tamayo inaugura “las nuevas estructuras”, tan inusuales en el entorno cultural de la Venezuela gomecista, sino que su composición es producto de la agitación revolucionaria y literaria en el extranjero al calor de un período en que protagoniza grandes batallas de clase como la huelga de inquilinos en Panamá de 1925, pero antes de llegar ahí debemos repasar su itinerario de peregrinaciones.
III. Del “Tonel de Diógenes” a la lucha antiimperialista
Desde sus primeros años, Pío parecía resuelto a escapar del destino que su padre José Antonio le había reservado, por ser el primogénito en el seno de una familia propietaria de haciendas y tierras en los campos del Tocuyo, la literatura que se le revela de la voz de su madre, Sofía Rodríguez de Tamayo, le abre los ojos a un mundo más cautivante que el del campo y el comercio.
Recuerda su amigo Nordhoff que a la edad de 12 años publica su primer escrito que le merecerá una severa reprimenda por parte de su padre [1969: 106], y su biógrafo relata testimonios de las escapadas de clases para irse a la biblioteca de Don Bartolomé Losada, padre de los poetas Alcides y Hedilio.
Junto a estos últimos, crea bajo el pseudónimo de “Júpiter” (por las siglas de su nombre completo J.P.T.R.) unas pequeñas publicaciones periódicas que circularon por el estado Lara en 1914: Saltos y Brincos, Ayacucho, Renacimiento y El Juvenil, al año siguiente fundan un círculo literario con el nombre de “El Tonel de Diógenes” conformado por Alcides y Hedilio Losada, Ernesto Nordhoff, Rafael Elías Rodríguez, Agustín Gil Gil, Roberto Montesinos, Jesús García y otros [1984: 36].
Sobre las actividades del grupo cuenta Rafael Elías Rodríguez que el propósito del mismo era hacer lecturas y comentarios:
¿Qué leíamos? De todo…Historia, literatura, filosofía, versos. Anatole France y Maupassant, Baudelaire y Verlaine, Darwin y Le Bon, Barbusse y Gabriel Miró, Jean Jaurés y Ferrer Guardia. Y Tolstoi, el gran Tolstoi…En 1917, recuerdo, cayó en nuestras manos un programa de la revolución mexicana…Consumimos noches enteras discutiendo sus puntos…Y luego vinieron las noticias de la revolución rusa. Pocas y confusas. Pero suficientes para saber que habían derrocado la odiosa autocracia zarista. Exultamos de alegría y confieso que en los meses siguientes, Kerensky se constituyó para nosotros en héroe. Después el nombre de Lenin puso su terrible incógnita en nuestras discusiones. [1969:139-140]
Las reuniones del grupo despiertan sospechas por parte del gobierno gomecista, razón por la cual se ven obligados a cerrar sus puertas, Pío se escurre de la dictadura con su salida al exterior alegando ir para estudiar “técnicas del cultivo” y zarpa en 1922 hacia Puerto Rico, donde dirige la revista Gráficas y edita la revista Bohemia que circula hasta mediados de 1923.
Viaja a Nueva York el 8 de mayo de 1923, donde el atentado contra el hermano de Juan Vicente Gómez [1.07.1923] sorprende a los exiliados venezolanos, se reúnen en casa de su amigo Juan Montes para hacer planes, a finales de ese mismo año se embarca hacia La Habana, desde allí colabora con el periódico Venezuela Libre, se liga al grupo de exiliados latinoamericanos donde se hace amigo y compañero de lucha del marxista cubano Julio Antonio Mella, colabora con la revista Universitaria (donde publicaba sus artículos Alejo Carpentier) y se hace miembro de la Liga Antiimperialista de las Américas (LADLA) auspiciada por la III Internacional.
En mayo de 1924 zarpa a Barranquilla con el objetivo de encontrarse con el General Emilio Arévalo Cedeño que planeaba una expedición a Venezuela por los llanos para desarrollar la guerra de guerrillas desde allí, al llegar a Colombia ya se había iniciado la intentona que fracasa rápidamente, durante su estancia en el vecino país realiza labores de propaganda y funda la Unión Obrera Venezolana (UOV) “con 16 miembros, entre los cuales la mayoría no quiere ni puede considerarse obrera” a decir de Pío [1984: 50].
Es enviado como delegado de la UOV a un Congreso próximo a celebrarse en Panamá en 1925, estando allí conoce a un grupo de delegados de la Federación de Estudiantes del Perú: Nicolás Terreros, Víctor Recoba, Esteban Pavlevich y Luis F. Bustamante, los últimos dos habían pertenecido al APRA pero bajo la influencia de José Carlos Mariátegui radicalizaron sus posiciones hacia el marxismo, con ellos Pío establece una estrecha amistad, teorizan, discuten, organizan, se la juegan en la refriega de mítines, clandestinaje, cárcel y destierro.
En Panamá, donde Pío había conquistado una estabilidad económica en el comercio, se vuelca resueltamente a la organización de la legendaria Huelga General de Inquilinos, Pío confiesa a su madre en una carta con fecha de 18.10.1925: “los que estábamos figurando en el grupo directivo fuimos perseguidos y apresados. Yo fui uno… Pierdo mi posición comercial, pero he cumplido con mis ideas y mis sentimientos” [T1, 1986: 319]
Es expulsado de Panamá, sufre cárceles y deportaciones en Guatemala, y El Salvador debido a sus antecedentes, arriba en un puerto nicaragüense antes de llegar en diciembre de 1925 a Costa Rica, hacia febrero del ‘26 aparecen sus artículos en la Revista Avispas, meses más tarde escribirá para una columna en el diario El Mundo y a su familia le escribe de un retorno próximo a Venezuela.
IV. De la poética de “Amaneceres” a “Homenaje y demanda del Indio”
Entre 1925 y febrero de 1926 aparece un compendio de versos dedicados entre otros a los poetas y viejos amigos suyos Alcides Losada y Roberto Montesinos, a Isabel Jiménez Arráiz y al poeta Andrés Eloy Blanco, se trata de Canciones de 30 Amaneceres: y un balance de versos para un día 31, marcan el inicio de la serie Amaneceres que será continuada en años siguientes, allí escribe a modo de presentación:
Este libro de un proscrito que no quiere llorar, para vivir al día. Un infinito en cada fecha. Una ética en cada piedra. Una ciudad protéica en la pupila. Un continente andado: el ritmo, las cargas de frutas, las grúas de los puertos. Una canción de espuma en baile de resacas. Y sobre todo la inquietud que de la soledad avanza sin perjuicio de volver a ella. [1984: 335]
En ellos se leen versos como estos: “En la cripta roja / de tu boca adúltera / humean / los suspiros / cual cuerpos quemados / de penitenciados” [1984: 339] caracterizados por la supresión de “nexos y frases medianeras” (Borges dixit), así como por un estridentismo palmario en las imágenes y el empleo de una tipografía con espacios.
En otros versos hace gala de motivos de urbanidad, una actitud revulsiva ante el mundo, el empleo de topónimos que cosifican una “cosmovisión internacionalista” prometida en su carta de presentación: “Las casa comienzan a fumar / sus cigarrillos / con apresuramiento de colegiales […] Los tranvías blasfemando / de su artritismo / comienzan su faena / de Carontes ciudadanos / y los proletarios / con caras de suicidados por el gas / embarcan en los barcos / su resignación […] y los pantalones / ─recién cortados por las turcas─ / que esperan colgando / con una resignación de tripa / el embutido de unas piernas” [1984: 341-343]
En esta primera entrega de la serie Amaneceres no encontraremos alusiones directas a los procesos de lucha en los que estaba involucrado entonces, tampoco a procesos revolucionarios que seguía y respaldaba hacía muchos años, como el de la Rusia Soviética o la Revolución Mexicana, pero sí la influencia de movimientos vanguardistas surgidos en Europa y la URSS.
Raúl Agudo Freites se pregunta de dónde tomó esta influencia ya verificable en su estancia por Panamá, se la atribuye a Andrés Eloy Blanco quien venía de España, cuna del ultraísmo (1984: 145-146) pero tampoco es descartable que tal influencia estética pudiera provenir de lecturas comunes con compañeros de lucha de la Liga Antiimperialista y la III Internacional con los que confluía.
A la serie Amaneceres incluye uno dedicado a los estudiantes, fechada en enero de 1928, justo cuando a su vuelta a Venezuela estaba imbuido por la faena de organizar la “Semana del estudiante”, allí leemos:
Ser estudiante que es ser
renovadora urgencia de romper derroteros,
ansiedad juvenil de los pueblos que nacen,
grito rojo de Méjico y Moscú;
guitarra bordoneando las protestas del pobre
presentimiento bello de triunfo y de catástrofe.
[…]
himno raudal de canciones
torbellino arrebatado
para la revolución;
ardor eléctrico, chispa,
sed de hoguera y de infinito.
[…]
Lee a Platón y a Esquilo
y a los autores rusos,
al santo de Romain
en la pensión, descanse tu pan
sobre Quijano.
Lee a Marx y a Lenin
y en verso a Nazariantz
a Esenin y a Hidalgo.
Duda un poco de Spengler
y de todo filósofo. [1984: 387-388]
Aquí es mucho más clara su tentativa de trascender el plano estético y un mayor acercamiento a un tipo de poesía como la que se experimentaba desde principios de los años 20 en las denominadas “vanguardias soviéticas”, involucra valoraciones filosóficas, sociales y políticas en favor de dos de las revoluciones internacionales más importantes de su tiempo.
Incluso haciendo mención a “Marx y a Lenin”, a Sergei Esenin, no se desvía un ápice de su tentativa de crear “nuevas estructuras” en poesía, que no era ni simple imitación ni mucho menos algo que se asemejara al exabrupto mal llamado “realismo socialista” de la dupla Stalin-Zdhanov, que era extraña para Lenin y que será a finales de los años 30 combatida resueltamente por Trotsky y Breton en favor de la independencia del arte.
Trotsky en 1923 sabía distinguir el arte revolucionario del arte sobre la revolución, reconociendo entre ambos algunos puntos de contacto, además los diferenciaba a ambos del arte socialista: “El arte de la revolución, que refleja abiertamente todas las contradicciones de un período de transición, no debe ser confundido con el arte socialista, cuya base falta aún” [2006: 143]
Para él “pretender que nosotros exigimos de los poetas que describan exclusivamente chimeneas de fábrica o una insurrección contra el capital, es absurdo” [2006: 106], de modo similar Pío Tamayo se aproxima en estos años a una genuina poética revolucionaria, sabiendo distinguir la parte que daba para la revolución y la parte que daba para la poesía.
Sobre el poema Homenaje y demanda del Indio (1928) que le valiera la cárcel por parte del gomecismo, Miguel Acosta Saignes recrea el cuadro de la siguiente manera:
Pío Tamayo, menudo, delgado, con un color oliváceo… comenzó de una manera sumamente extraña, con un verso que decía: “Cacique Totonó, soy indio Tocuyo yo”…Cuando dijo esa letanía tan extraña, fue como si algo se removiera en las entrañas del público. Algo extraño. El tenía una voz muy fina, alisada. Contó una historia: y dijo que era a él a quien le habían robado su novia. Aquello parecía no tener enlace con el comienzo del poema hasta el momento en que se dirigió a la Reina Beatriz y le dijo que aquella novia, que él identificaba con ella, y que le habían robado, se llamaba ¡Libertad! Entonces estalló aquella emoción que había sembrado con las primeras palabras. Como si vinieran de lo hondo de la gente… Y aquello fue una ovación incendiaria, una cosa tremenda. [1984: 78]
Se desprende de este relato de Acosta Saignes que Pío Tamayo acierta también en este singular poema-manifiesto lo que las vanguardias en general y las vanguardias soviéticas en particular se plantearon como proyecto: introducir los medios del arte en la vida, dotar al lenguaje de la capacidad liberadora de producir asombro frente a las marginalidades de lo cotidiano, asomar al presente un pequeño haz de luz sobre el porvenir.
V. Idealidad de avanzada en la “Carpa Roja”
Al cumplir Pío Tamayo su primer año secuestrado por la dictadura en el Castillo de Puerto Cabello escribía a su madre:
Tengo varios poemillas sencillos y si me es posible los pondré en limpio y se los enviaré… Son simplemente literatura o emoción, pero son también índice espiritual del prisionero. Y quizás un paréntesis musical en la eternidad de estas horas inacabables en que a veces los minutos tienen lentitud desesperante [T.I: 1986: 345-346]
El ritmo de vida entonces era incomparablemente más lento que los días de revuelta y traslados forzados de una geografía a otra, pero tres elementos de lo citado pueden atravesar de manera fidedigna el contenido que para él cobraba su propia poesía: constituida por “literatura o emoción”, ejercida como “paréntesis musical” e “índice espiritual” del poeta. El significado estético de “las nuevas estructuras” y su propuesta poética porvenirista, no pueden carecer de este sentido.
El término porvenirista es uno de los neologismos acuñados por Guillermo de la Torre en relación con el vanguardismo europeo [1969: 37], más en lo que respecta a Pío Tamayo es terreno de disputas e incluso de actualidad política.
Pío Tamayo es recluido por el gomecismo en enero de 1928, prácticamente aislado de las novedades acerca de la Liga Antiimperialista, así como de la Tercera Internacional, año en que celebraría su VI Congreso, por vez primera con una nutrida participación de delegados provenientes de las secciones latinoamericanas y donde la Internacional Comunista –bajo la égida de Stalin– adopta la desastrosa línea del “Tercer Período” [2] abandonando así las orientaciones sobre el “Frente Único Obrero” de la Internacional Comunista dirigida por Lenin y Trotsky.
Desde la cárcel, prosigue su actividad revolucionaria con el stock de experiencias y saberes que dispone de su peregrinaje por América con Mella y los fundadores del Partido Comunista Cubano, los marxistas peruanos Pavlevich y Bustamante, los sandinistas nicaragüenses, etc., que comparte con los estudiantes en lo que se dio a llamar “Tienda Roja”, entre otros: Rodolfo Quintero, Juan Bautista Fuenmayor, Kotepa Delgado y Ángel Márquez (“la Bruja”), futuros fundadores del Partido Comunista de Venezuela (PCV).
De allí surge como matriz de interpretación el Pío Tamayo precursor de un “marxismo-leninismo” en el país, como tentativa de apropiárselo desde el PCV, donde se le otorga el título post mortem de miembro número uno del Partido en 1978, así como también ha intentado apropiárselo la (llamada) “Revolución Bolivariana”, cuando –por ejemplo en el año 2010– se le propone a la Asamblea Nacional presidida por Fernando Soto Rojas, exhumar sus restos en El Tocuyo para trasladarlos al Panteón Nacional.
Ciertamente la concepción de la revolución en Pío Tamayo fue madurando bruscamente en sus años de exilio por el contacto directo con importantes referentes marxistas internacionales, como descubre Agudo Freites, Pío “enfatiza su nueva actitud” revolucionaria ante los antiguos compañeros de lucha después de la confluencia con dos discípulos de Mariátegui en Panamá: “la insurrección armada por sí misma no tiene sentido sino dentro de un programa que incluya la participación del proletariado. Es esta y no otra clase la que debe dirigir la revolución” dice en 1926. [3] [1969: 129].
Lo problemático con esta matriz es la relación verdadera de Pío Tamayo con el marxismo en general, puesto que entre el poeta y el marxismo nunca hubo un signo de identidad, como reconocen en los testimonios recogidos Rodolfo Quintero [1984: 63-64], Acosta Saignes [Ibid: 111], Jóvito Villalba [Ibid: 127], y pese a lo que han asegurado Agudo Freites [Ibid: 141], Fernando Key [Ibid: 152] Freddy Castillo [Ibid: 185-189], e incluso la dictadura gomecista [1969: 119].
Esta diferenciación con el comunismo y el marxismo (que se complejizaría mucho más con relación a los comunistas venezolanos de los años 30 en adelante), no tiene márgenes claramente definidos, apenas ha sido admitida por el propio Pío Tamayo en una de sus últimas cartas a la madre desde las mazmorras, a pesar de sus numerosos puntos de coincidencia verificables:
Muero asesinado por los verdugos que asesinan también a Venezuela… supe que mi condena obedece a que el gobierno ha tenido noticias de que mantengo una escuela de comunismo en el Castillo. No de comunismo, pero sí de idealidad avanzada. Cada día de la cárcel me preparo mejor, y mis amigos… le dirán si yo podría responder al llamamiento del futuro [T1, 380-381]
La cita anterior y su alusión al porvenir ha dado lugar a una matriz de inverso orden, precisamente surgida entre quienes por más de 30 años han estado al frente de la tarea de recuperar la memoria de Pío Tamayo desde la Cátedra que lleva su nombre, coordinada por profesores investigadores como Agustín Blanco Muñoz, Danielita Berrolleta y Mery Sananes, entre otros, a contracorriente de la propia UCV [4].
La “idealidad avanzada” de Pío Tamayo, entendida como su cosmovisión para el porvenir, es interpretada por Sananes (2018) como una doctrina o postura ético-política frente a la vida que iría “más allá de las concepciones aún vigentes” añadiendo: “la intención es ir más allá del romanticismo, liberalismo y del marxismo que ya se asoma con una inmensa carga de dogmatismo y frustración, de persecución y muerte”. [5]
La Cátedra Pío Tamayo sustenta este rechazo particular al marxismo y al socialismo científico movidos por la necesidad de desligarse de las atrocidades cometidas por los regímenes estalinistas en los mal llamados Socialismos Reales, y más específicamente para demarcarse desde un principio de los consecutivos gobiernos que presididos por Hugo Chávez y Nicolás Maduro han hecho uso de un discurso (demagógicamente) socialista, pero conservando rasgos de bonapartismo, corrupción y militarismo, acentuados recientemente en los años de recesión económica.
Al menos dos consideraciones “de peso” nos invitan a mantener bajo una actitud de cuidadosa sospecha a esta interpretación de Pío Tamayo como presunto precursor de la crítica a la deriva autoritaria de los socialismos reales (bajo el estalinismo): el primero es que si acaso Pío Tamayo llegó a conocer las mutaciones del modelo soviético bajo Stalin en sus años de presidio [1928-1934] nunca llegó a sistematizar una crítica a fondo de este hecho, como sí pudo dar cuenta en sus Cuadernos de la Cárcel el italiano Antonio Gramsci.
Al contrario, los hechos parecieran constatar que allí dentro no estaban muy enterados de la fuerte campaña de “bolchevización” desarrollada a partir del Congreso de 1924 de la IC en función de establecer el monolitismo en torno a la dirección burocratizada de la URSS, hecho que marca el inicio de las persecuciones antitrotskistas a nivel internacional, allanando el terreno para las futuras purgas de 1936.
A juzgar por el testimonio de Juan Bautista Fuenmayor, futuro regente de la orientación frentepopulista (y más tarde browderista) del PCV, Pío le escribe unos versos que él memoriza muchos años después, plenamente consciente que versos como estos en aquellos años, en países más penetrados por la política exterior de la URSS le habrían valido cuando menos la proscripción del partido, tanto a Pío como al homenajeado: (Juan Bautista Fuenmayor) “Es amigo de Trotsky / Bela Kun y Lenin / y cree que sus doctrinas / llegarán a buen fin” [1984: 97]
El segundo es que en la identificación del comunismo o socialismo marxista con los regímenes bonapartistas y burocráticamente deformados inspirados en el estalinismo, desaparecen repentinamente los mejores alcances teóricos logrados por Pío Tamayo en relación con su concepción de la revolución en Latinoamérica y Venezuela, apartando así incluso la actualidad de su crítica frente a la impostura de regímenes que desacreditan en los hechos la palabra revolución y socialismo, como el que adversan en su nombre.
Hago referencia justamente a la proximidad de Pío Tamayo con el planteamiento del Frente Único Obrero, que su amigo Luis F. Bustamante reivindica en el poeta tocuyano desde una carta dirigida al mismo, fechada en enero de 1926, donde refiere: “hemos estado de acuerdo contigo al pensar en la necesidad de organizar un movimiento de la juventud y elementos revolucionarios sociales venezolanos o americanos, independiente de los caudillos políticos” y remata con “pensábamos que más convenía al porvenir de Venezuela retrasar aún en muchos años la revolución, que colaborar en un movimiento hecho para provecho personal de algún generalote o presidenciable” [1969: 125-126]
Lo que se pretende con suprimir esta parte del pensamiento de Pío Tamayo, es la negación de las conquistas teóricas del marxismo revolucionario, desconociendo su resistencia teórica y política al estalinismo y populismo en todas sus variantes incluyendo la actual. Ya hemos visto antes ser llenado con cualquier interpretación o contenido que de igual modo resultaría extraño para el sentido otorgado por Pío Tamayo a sus palabras, pero que ante todo implicaría en lo estratégico un retroceso frente a la materialidad de la crisis capitalista mundial, la ofensiva del imperialismo, la militarización del estado burgués, las relaciones concretas entre el movimiento de masas y los partidos de oposición, las burocracias sindicales, etc.
VI. Primeras aproximaciones
Sumergirnos en estos versos que se presentan en clave de Amaneceres realmente nos hace suscribir las palabras de Mery Sananes (1984):
Dividir a Pío Tamayo es tarea imposible. Cada uno de sus rasgos está de tal modo cohesionado a su idea central de la vida, a su convicción en el hombre, que cuando le salen los versos es tan solo porque la poesía ha hecho allí un alto en su camino [...] De allí que cualquier selección es totalmente arbitraria y cualquier afirmación crítica debe pasar primero por esa particular dimensión de la poesía que hizo suya Pío y que queda tan bien definida en su propia frase [309]
> De ahí que en cuanto a la relación “tradición-renovación” aun en nuestros días resulte tan difícil rotular su obra poética en las coordenadas de la literatura venezolana del siglo XX, donde no parece encajar con los parámetros teóricos aplicados habitualmente al análisis de los diferentes grupos y movimientos literarios nacionales.
> Lo mismo sucede con su concepción de la revolución para Venezuela y América Latina, no siendo un marxista ortodoxo persiguió en los hechos (a contramano de las tradiciones de izquierda nacionales sucedáneas del PCV hasta nuestros días) una revolución no de carácter nacional sino internacional, centralizada en el proletariado, independiente de burócratas y caudillos, que rematara en la abolición de los privilegios capitalistas a nivel mundial, asemejando en esto a muchos revolucionarios marxistas que resistieron al encanto populista y estalinista en Latinoamérica: como Trotsky, Mella o Mariátegui.
> Pío Tamayo pertenece a una generación de intelectuales latinoamericanos radicalizados por la ola expansiva de la revolución rusa bajo un contexto de avanzada imperialista sobre el continente, que vieron en el marxismo en tanto guía para la acción del proletariado de todos los países, y en la experiencia soviética como su forma concreta en una enorme extensión continental, una vía para los pueblos oprimidos de América Latina y el Caribe.
> A diferencia de otros literatos venezolanos que apoyaron la revolución bolchevique desde el extranjero, como el caso de Jesús María Semprum con sus Crónicas del Norte (Parra Contreras, 2009: 230), vemos que como producto de la confluencia de circunstancias especiales y su propio temperamento, Pío sí se implicó en actividades revolucionarias asumiendo tareas de militancia.
> La “idealidad avanzada” como fundamento del porvenirismo en Pío Tamayo deja abiertas más incógnitas que respuestas concluyentes, a juzgar por el lugar que ocupa en la historia, el sujeto de la revolución y el de la praxis cultural, posee fuertes bases materiales más por experiencias personales compartidas con revolucionarios marxistas que por lecturas directas y sistemáticas de los clásicos marxistas, por tanto no consideramos el porvenirismo ni un retorno al idealismo de los reformadores utopistas, ni una superación dialéctica del marxismo.
> De modo que quienes luchamos por un mundo sin explotación ni opresión y dotamos este norte con el programa marxista revolucionario no estamos reñidos con una postura porvenirista sobre la vida, ni en la política ni en el arte. Nos quedan así, por el momento, las palabras dejadas por Pío en su poema Digo aquí mi Testamento:
Tengo contra los tiranos
cheques de persecuciones.
No les cobro el odio, madre,
eso lo harán los demás.
Lego a la justicia en marcha
mi apellido.
Y para la revolución
que dio música a mis gustos
endoso mis “stock” de acciones.
Agradecimientos: a Mery Sananes y Agustín Blanco Muñoz
Referencias bibliográficas y electrónicas consultadas
Agudo Freites, Raúl (1969): PÍO TAMAYO Y LA VANGUARDIA. Ediciones de la Biblioteca de la UCV, 1ra. Ed. Caracas, Venezuela
Sananes, Mery (1986, Comp.): DIARIO DEL FLORICULTOR: Obras Rescatadas de Pío Tamayo, T.1. Expediente Editorial José Martí, 1ra. Ed. Caracas, Venezuela
Sananes, Mery (1986, Comp.): DIARIO DEL FLORICULTOR: Obras Rescatadas de Pío Tamayo, T.1. Expediente Editorial José Martí, 1ra. Ed. Caracas, Venezuela
Sananes, Mery (4.03.2018). PÍO TAMAYO: 120 AÑOS DESPUÉS
Sananes, Mery (14.12.2008). SOBRE LA IDEALIDAD QUE ES, AUN SIN HABER SIDO
Sananes, Mery (3.10.2008). PÍO TAMAYO Y LA HISTORIA ACTUAL
Trotsky, León (2006). LITERATURA Y REVOLUCIÓN. Ediciones digitales Izquierda Revolucionaria
VV.AA. (1984): PÍO TAMAYO, UN COMBATE POR LA VIDA. Expediente Editorial José Martí, 1ra. Ed. Caracas, Venezuela
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