Exigieron pronunciamiento y paro el 8 de agosto. La injerencia de la Iglesia, las conducciones sindicales y la construcción de una movilización masiva para que sea ley.
Sol Bajar @Sol_Bajar
Miércoles 11 de julio de 2018
Para el movimiento de mujeres, este martes comenzó con la atención puesta en la Confederación General del Trabajo (CGT). Hasta allí fueron integrantes de la Campaña Nacional por el Derecho al aborto legal, seguro y gratuito y referentes sindicales de diversos sectores, para pedir explicaciones por la noticia de su oposición a garantizar el aborto en las obras sociales, que se administran con los fondos que aportan mensualmente las trabajadoras y trabajadores de todo el país. Para la amplia mayoría, esa fue la primera vez en el edificio de Azopardo al 800.
Las recibió Noe Ruiz, la secretaria de Igualdad de Oportunidades y Género de la CGT, como parte de su Consejo Directivo. Tras manifestar que las declaraciones de algunos de sus miembros habrían sido "tergiversadas por los medios", Ruiz apoyó la legalización y ratificó la "neutralidad" de la CGT ante este tema. Varias, sin embargo, no estaban dispuestas a aceptar la indeterminación como respuesta.
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Desde la Campaña nacional por el derecho al aborto insistieron en la legalización de la práctica y la cobertura gratuita en el sistema de salud. Las trabajadoras, entre las que se encontraban ferroviarias, telefónicas, estatales, docentes, no docentes y aeronáuticas, describieron la realidad que atraviesa a sus vidas y las de sus compañeras y compañeros. Los tarifazos y el pago de la fraudulenta deuda externa, los planes del FMI, el ajuste, el techo que se garantiza desde las centrales a las postergadas paritarias, la precarización del empleo, fueron temas que pusieron sobre la mesa. “A nosotras todo esto no golpea doblemente, como mujeres y como obreras”, afirmaron.
Fue Lorena Itabel, del Ministerio de Hacienda, la que tomó la palabra para recordar que el 25 de junio, contra esa política de ajuste y contra la tregua que se le garantiza al gobierno, "fuimos al paro activo con nuestros compañeros y exigimos plan de lucha". "Cortamos el Puente Pueyrredón con los pañuelos verdes porque también es nuestro reclamo", dijo, y subrayó que "hacia el 8 de agosto necesitamos un paro nacional, para que seamos millones, porque es la única forma de conquistar el aborto y porque nuestra fuerza da para mucho más", manifestó.
Luego de una extensa alocución, la dirigente de la CGT y del Sindicato de modelos se comprometía verbalmente a garantizar que las obras sociales sindicales no pongan en riesgo el acceso al aborto, a promover un pronunciamiento favorable de la Confederación y "a trabajar" para que ésta llame al paro el 8A, cuando se trate en el Senado. Sus palabras, sin embargo, no convencieron a todas. La diputada Nathalia González Seligra (PTS/FIT), integrante junto a Romina Del Pla de la Comisión Directiva del Suteba La Matanza, le pidió por ello que la reunión culmine con un compromiso público. "Sería lo más lógico después de las noticias que circularon en los medios", le dijo.
Como ella, muchas de las allí presentes saben que en boca de las direcciones burocráticas, los compromisos de palabra se separan con un abismo de los hechos. Por eso también tomaron nota de las ausencias, ya que no estuvieron presentes las referentes y dirigentes de sindicatos y centrales de las que son parte activa, como la CTA de los Trabajadores y la CTA Autónoma, o la Corriente Federal o la CTEP, que tampoco se pronunciaron sobre el tema, pese a integrar además y hace mucho tiempo la Campaña por el derecho al aborto.
Que la Iglesia no se meta
Poco después que culminara el pañuelazo en Azopardo, replicado durante el día en las diversas provincias, comenzó en el Senado la primera jornada de audiencias informativas. En el lujoso salón Illia de la Cámara alta, volvieron a escucharse voces a favor y en contra de la legalización.
Cobraron relevancia en este marco las declaraciones de varios funcionarios de Cambiemos, que se mostraron como activos militantes junto a la jerarquía de la Iglesia. Para profundizar la presión sobre los gobernadores y el Senado, María Eugenia Vidal acompañó el Tedeum en La Plata, el jefe de gobierno porteño Rodríguez Larreta estuvo en la Catedral y la vicepresidenta Michetti encabezó con el gobernador tucumano Juan Manzur el Tedeum de la provincia. Con grupos de jóvenes fundamentalistas, se fotografiaron con pañuelos, vírgenes y carteles celestes. Todo un mensaje que da cuenta de los poderes y alianzas a las que debe enfrentarse la legalización de la interrupción voluntaria del embarazo no deseado.
Pero no es la única estrategia que se desarrolla desde el clero. Con bendición del Vaticano, incrementó también su arremetida sobre las instituciones educativas. Así se vio este fin de semana en el desfile por el 9 de Julio, en Dantiago del Estero. Allí, los directivos del Colegio San Miguel de Arcángel hicieron circular a cientos de niñas y niños, a paso militar, con pañuelos celestes atados al cuello. Los ejemplos se multiplican en otras localidades, donde también se intenta contener la simpatía que genera este reclamo en cada vez más jóvenes.
El grado de injerencia de la jerarquía de la Iglesia en el posicionamiento de las centrales sindicales, así como del parlamento, tiene una explicación de fondo. Con leyes que provienen de la dictadura, y que ningún gobierno constitucional quiso derogar, no sólo obtiene un financiamiento millonario por parte del Estado, sino también un poder de veto sobre derechos elementales, como los que establecen las leyes de educación sexual integral, de salud sexual y procreación responsable, o de adhesión a los protocolos de abortos no punibles. Ni hablar de las instituciones de salud a cargo de la curia, que tienen financiamiento estatal, cargos en directorios, potestad para orientar la prevención y la atención de las personas.
Para que sea ley, un 8 de agosto con millones en las calles
El camino hacia la legalización está lleno de maniobras. Para impedir que sigan muriendo mujeres por la clandestinidad y avanzar en la separación de la Iglesia del Estado, la respuesta hay que darla con la movilización de millones en las calles: el único lenguaje que entiende el Congreso Nacional y los gobiernos de turno, como mostró el pasado 13J, cuando la marea verde arrancó la media sanción a la Cámara de Diputados.
Entre otras cosas, este martes mostró que la preparación del 8A y el paro nacional, para que haya una movilización masiva, no puede quedar en otras manos que en la de las protagonistas de esta lucha, y no puede construirse de otra forma que con la organización de miles desde abajo, con asambleas y comisiones de mujeres, con pronunciamientos y compromisos públicos de las centrales y sindicatos, con medidas como el cese de actividades, para que el paro sea efectivo, para que todas y todos puedan participar, para que la tierra tiemble.
Sin dudas, si esa fuerza de lucha se multiplica con esta perspectiva, su potencialidad será imparable, no sólo para arrancar el aborto legal sino también para enfrentar el plan de ajuste que quieren imponer Macri, los gobernadores, los empresarios y el FMI. A esa fuerza poderosa es a la que temen.