El grupo Arcor tuvo que retroceder por acción de los trabajadores, desistió de implementar el cuarto turno que implicaba un ataque al convenio colectivo aunque la guardia sigue en alto. Lecciones de un conflicto testigo
Miércoles 13 de julio de 2022 22:21
Los tiempos legales del ministerio de trabajo dilataron algo que se sabía y se sentía entre los trabajadores de Bagley-Arcor: luego del primer paro con bloqueo de portones, asambleas por turno y acciones conjuntas con movimientos sociales la empresa había frenado el ataque.
En la audiencia del día de hoy se resolvió que si la empresa intenta aplicar el cuarto turno se aplica nuevamente una conciliación. Los delegados dejaron en claro que volverían a medidas y un plan de lucha.
Desarrollo de un conflicto testigo
La patronal, en un primer momento, buscó "convencer" a los trabajadores haciendo firmar individualmente su voluntad para ser parte de la modalidad "weekend". Quería avanzar operario por operario sobre un derecho colectivo, pero la respuesta no se hizo esperar y comenzaron las asambleas de base para discutir que este accionar de la empresa iba en contra del convenio, de que si la patronal avanzaba en implementar el cuarto turno estaba más fuerte para avanzar en otros derechos.
En un principio, como siempre sucede, algunos compañeros dudaron, argumentaban que era muy difícil pararle la mano a una empresa tan importante, pensaban que era una batalla perdida. Pero la confianza en las propias fuerzas que tenemos los trabajadores empezó a crecer en las asambleas de base, en las que todos fueron opinando y dándose ánimo para luchar, sabiendo que si se mantenía la unidad se podía dar una buena pelea.
Las acciones comenzaron con paros por turno y bloqueo de portones. Una respuesta contundente organizada desde las bases. Mientras sindicalistas y políticos que gobiernan nos dicen que no se puede hacer nada ante los poderosos, como si fuese natural que los trabajadores perdamos siempre, en la planta de Bagley se estaba dando un ejemplo contrario y la patronal no se esperaba esa respuesta por lo que recurrió a su manual: policía en la puerta (sí, la misma que siempre se lleva una bolsita de mercadería cuando van a prestar sus servicios a la empresa), escribanos y aprietes judiciales. Los delegados no se dejaron amedrentar y continuaron con el plan de lucha exigiendo a la conducción del STIA que apoyara las medidas.
El grupo Arcor parecía decidido a avanzar a pesar de la primer respuesta obrera. Hizo público el listado de trabajadores que debían presentarse a cumplir con el cuarto turno. Eran las vísperas del fin de semana largo del 17 de junio.
Así como la empresa cuenta con el apoyo del gobierno, la justicia, tiene grandes recursos para abogados, escribanos, los trabajadores también contamos con muchos apoyos cuando nos unimos para luchar. Y ese 17 de junio fue una pequeña pero importante muestra de ello cuando los trabajadores hacían asambleas por turno dentro de la fábrica y afuera se expresaba la solidaridad de organizacionescomo el FOL, la Asamblea por Trabajo y Vivienda, la Red de trabajadores precarizados y el PTS. La solidaridad sorprendió a muchos trabajadores, no se esperaban ese apoyo. Por supuesto entusiasmó, dio más energías y se terminó en un corte común entre los trabajadores de Bagley y las organizaciones solidarias. Las muestras de apoyo también se extendían por toda la provincia y el país con una campaña de la que participaron trabajadores de la alimentación de otras provincias pero también de autopartistas, jaboneros, del transporte, vitivinícolas, docentes, enfermeras, telefónicos.
La empresa fue consciente de que si persistía en el intento de avanzar con el convenio esa unidad podía crecer. Semanas previas al conflicto se había realizado un gran acampe en la puerta de Bagley denunciando a la empresa por ser responsable de encarecer los precios de los alimentos que son un factor para que millones de familias se hundan en la pobreza. En esa acción también se expresó la unidad cuando los delegados de la planta hicieron público el apoyo al acampe, demostrando que trabajadores ocupados, desocupados y precarizados somos parte de una misma clase y que nos tenemos que unir para defender nuestros derechos.
El martes 21 de junio era un día clave, muchos trabajadores no habían sido llamados a trabajar para hacer el cuarto turno el fin de semana siguiente. La pelea era para que todos entren a trabajar haciendo paro y asambleas de dos horas por turno como continuidad del plan de lucha. Nuevamente se expresó la unidad de la fábrica y la decisión de pelear contra el ataque con medidas de lucha hizo retroceder a la patronal, logrando que todos entren a trabajar.
Ese día la patronal tuvo que retroceder por acción de los trabajadores y el ministerio de trabajo intervino dictando la conciliación obligatoria. Una forma de llevar a las oficinas lo que se había conquistado con la lucha. La medida obligaba a la empresa a suspender el intento de aplicar el "weekend" pero también buscaba enfriar la lucha de los trabajadores sacando el conflicto de la fábrica para llevarlo a las oficinas.
Así, la lucha de los trabajadores de Bagley-Arcor empezó a convertirse en lucha testigo y referencia para muchos laburantes de todo el país, porque el intento de hacer una reforma laboral atacando los derechos conquistados no es patrimonio exclusivo de Arcor. Antes lo hizo Toyota, Renualt. Los empresarios buscan avanzar fábrica por fábrica si no lo logran mediante una ley. Por eso la unidad, la solidaridad entre laburantes, la coordinación y las medidas de lucha es la única respuesta que tenemos los trabajadores para enfrentar estos ataques.
La conciliación obligatoria buscaba que el conflicto se enfriara y diluir en el tiempo el triunfo de los trabajadores, pero en la fábrica se mantuvieron otros reclamos durante estas semanas, como la exigencia de pago completo del salario a los trabajadores que formaron parte de los grupos de riesgo durante lo más duro de la pandemia.
Finalmente, en las oficinas del ministerio se dejó liberada a las partes pero por el momento el "weekend" no se va a aplicar.
No bajar la guardia
Los trabajadores saben muy bien que este ataque fue sólo un intento más de la empresa para avanzar contra los derechos laborales, para que la crisis económica y social profunda que atraviesa el país la paguemos nosotros con más pobreza, desocupación, menos salarios. Haberse plantado y frenado la mano a la patronal es un paso muy importante pero lejos está de ser definitivo. Tiene que servir para seguir avanzando en la organización al interior de la fábrica pero también para fortalecer alianzas con otros sectores de trabajadores y movimientos sociales.
Muchas veces los medios de comunicación, las empresas y conducciones sindicales nos quieren dividir, sembrar prejuicios entre nosotros. Esa división entre ocupados y desocupados, efectivos y contratados, nativos e inmigrantes es la mejor arma que tiene los empresarios para derrotarnos, quitarnos conquistas y hacernos pagar las crisis que ellos generaron. Esta lucha no sólo es un freno al ataque de una gran empresa como Arcor, sino que tiene que ser un ejemplo de cómo pelear en esta situación. Un ejemplo que hay que multiplicar y que desde el Movimiento de Agrupaciones Clasistas y el Partido de Trabajadores Socialistas queremos profundizar con locales barriales que sean lugares de organización entre ocupados y desocupados, uniendo la fábrica con el barrio, ámbitos de debate de ideas y de acciones para dar una salida favorable a las grandes mayorías.