La jornada del 30 de junio estuvo lejos de ser un “día normal”, como lo intentó pintar un sector de los medios dominantes. A pesar del boicot, abierto o velado, de las centrales sindicales mayoritarias, la jornada de lucha estuvo marcada por huelgas, paros, cortes de calle con actos, distintas formas de movilizaciones obreras y ciudades más “vacías” que lo habitual, de norte a sur del país.
Sábado 1ro de julio de 2017
Es cierto que los parámetros de los trabajadores cambiaron después de las jornadas del 28 de abril y 15 de mayo. A la luz de las dos huelgas generales, es natural que la expectativa para el 30J fuese mayor. ¿Por qué no lo fue?
Los volanteos realizados los días previos a la jornada expresaban un enorme deseo de la población en general y de los trabajadores en particular de saber los siguiente pasos de la huelga. La campaña de Esquerda Diário en solidaridad con los trabajadores del metro, que hicieron una asamblea en la noche del jueves recibía cientos de adhesiones, mensajes y solidaridad, con un alcance de muchos miles, rápidamente. Donde hubo movilización de los sindicatos, en las más diversas categorías, la respuesta de la base se hizo sentir de manera contundente. Estas señales son un termómetro significativo del estado de ánimo de los trabajadores hacia la huelga general.
En 18 estados hubo huelgas y paros, con sectores como los bancarios y los petroleros en las refinerías que pararon en todo el país, aun que con desigualdades ligada a la “falta de empeño” de las direcciones oficiales. El sector de los transportes, que fue decisivo en la anterior huelga general del 28 de abril no paró en San Pablo, pero estuvo fuertemente movilizado en otras capitales, especialmente en el Noreste como Recife, así como en Porto Alegre y sobre todo en el Distrito Federal, con paro total en colectivos y metro. Sin duda, el peso del transporte y el no paro en San Pablo y en Rio de Janeiro hizo la diferencia en la configuración general de la jornada. En las fábricas, las primeras impresiones es que no fue muy fuerte, pero en regiones importantes como el ABC paulistas hubo nueve fábricas que pararon, así como otros ejemplos en el interior del país.
La duda de sectores de trabajadores estuvo muy relacionada a la atenta observación que hacían de las direcciones, que vacilaron y no transmitieron la decisión necesaria para entrar en una huelga de esta magnitud.
Las centrales mayoritarias: freno a la movilización
No se puede comprender el 30J sin considerar la acción de las principales centrales sindicales como un gran freno a la movilización. Ese es el efecto general de la acción de las centrales, pero no todas representaban los mismos intereses.
Lo que indican algunos analistas y periodistas, las centrales oficialistas Força Sindical y UGT estarían ya articuladas directamente con sectores del gobierno –se habla de la figura del senador Romero Jucá (PMDB)- alrededor de un acuerdo que involucraría el sagrado interés de las centrales y en particular de Força Sindical: la negociación del impuesto sindical a cambio de abrir mano de cualquier movilización contra la reforma laboral. Las declaraciones de su dirigente Paulinho en busca de una “negociación” parecieran dar sustento a esta hipótesis. La expresión gráfica de la acción de esta central en la jornada del 30J es más que un freno: pusieron marcha atrás en la movilización siempre que pudieron.
También las centrales ligadas al PT, como la CUT y la CTB, parecen haber adherido a la estrategia de abierta concertación con los “poderes podridos”: en nombre de ampliar la campaña presidencial de Lula en el 2018, alimentan el frente amplio por las elecciones directas, amplían acuerdos por la figura de Lula con sectores de la casta política, que incluye de forma más o menos abierta al expresidente Fernando Henrique Cardoso, y ofrecen pisar el freno de las expectativas e intereses de los trabajadores contra las reformas y el gobierno de Temer. Este es el pacto implícito entre los “de arriba”, que utilizan las centrales sindicales como instrumento de su campaña electoral, y como consecuencia, afectan decisivamente las características de la lucha en el país.
¿Qué expresa el 30J sobre la crisis política nacional?
Irónicamente, aquí convergen la política de Força Sindical y las centrales petistas, porque los actores en escena en la crisis política vienen operando con el juego de pactos internos y momentos de conflicto con un objetivo superior: permitir que la casta política se sobreponga al “descontrol” provocado por el poder judicial, sus intereses ligados al agronegocio y a monopolios imperialistas; que reaccione frente al intento de cambiar el régimen por medio de la operación judicial Lava Jato, que investiga los entramados de corrupción en Petrobras, de la que la corporación mediática Globo es su infantería.
Salvando las enormes distancias, para el PT y el PSDB, junto con figuras emblemáticas como el presidente del Senado Renan Calheiros (PMDB), hay que trabajar para preservar el régimen. No van abrir mano de la ya carcomida república y degradada democracia, su obra política. En la guerra de las fracciones de la clase dominante se sintetizan los intereses de la casta política y de la Lava Jato, bajo la sombra de los intereses imperialistas exacerbados por esa operación judicial. De acá la importancia de las huelgas y una política independiente, que debe chocar abiertamente contra este régimen político.
Con todas las contradicciones, la convergencia de los distintos intereses de las centrales sindicales por frenar el movimiento obrero, favorecieron enormemente la casta política. Naturalmente, el gobierno de Michel Temer busca explotar las mejores ventajas y condiciones de eso. No fueron pequeñas victorias: en el mismo día que la huelga general no lograba imponerse, un juez de la Corte Suprema reinstalaba en su cargo de Senador a Aécio Neves, expresidente del PSDB involucrado en escándalos de corrupción. En otro caso emblemático, el exdiputado Rocha Loures (PMDB), agarrado in fraganti con una valija con 500.000 reales que es relacionada a la corrupción del propio presidente Temer, fue liberado por otro juez supremo, Edson Fachin, a pesar de las protesta del fiscal paladín de la operación Lava Jato, Rodrigo Janot.
¿Permanecerá el enorme vacío de poder? Según todo indica, en la jornada hubo elementos de fortalecimiento de la casta política en general y del gobierno en particular junto con la falta de avance del movimiento obrero. Pero es una estabilidad bastante relativa, un equilibrio más que inestable y momentáneo.
Sin dudas, no está planteada la posibilidad de un “pacto nacional”. La Rede Globo, el fiscal Janot y los soldados de la operación Lava Jato ya no pueden establecer cualquier tregua con el gobierno al que abandonaron. Cualquier paso en falso en la guerra puede tener consecuencias imprevistas, como la impugnación, la represión, el aniquilamiento político. Al mismo tiempo, el lado de la “casta” no es un mar de glorias de la estabilidad. Temer sigue cuestionado, el PSDB sigue en la indefinición y disputa interna y el PT es su gran bloque por las elecciones directas.
Conclusiones para la izquierda
Para la izquierda es decisivo seguir explorando las potencialidades en el movimiento obrero, sin ingenuidad con respecto a las centrales sindicales, forjando fracciones antiburocráticas, ayudando a sectores de vanguardia a sacar conclusiones e incitando y fortaleciendo todas sus iniciativas de autoorganización, donde sectores de los trabajadores puedan plantearse como sujetos. Cada sindicato ganado para esta perspectiva es una luz que se prende en el camino de una salida política proletaria y socialista para la actual crisis.
Comprender los acuerdos y pactos políticos al interior de la casta implica construir fracciones en el movimiento obrero que no se dejen llevar por las trampas de los partidos dominantes. Hay que cuestionar de frente las reglas del juego en la democracia degradada brasilera, aprovechar el momento histórico de las movilizaciones obreras y levantar las banderas de una asamblea constituyente para barrer la podredumbre de este régimen, plantear las grandes cuestiones estructurales del país (deuda pública, reforma agraria, soberanía nacional, etc.) sobre la mesa. Hay que impulsar campañas amplias con consignas que incentive el odio a los privilegios del a casta política y debilite las fuerzas del Estado, que simboliza la joda política de latifundistas, grandes empresarios de la construcción y otras ramas. Campañas como “que todo político gane como una maestra” deben resonar en amplios sectores del a sociedad.
Los trabajadores no han sido derrotados, porque no hubo nueva batalla sino direcciones sindicales entreguistas –pero sin cheque en blanco de los trabajadores para sus gobernantes o patrones. La coyuntura de Brasil depende de distintos factores y no sabemos hasta dónde los elementos más avanzados e izquierdizantes de la coyuntura se continuarán en el tiempo, pero nuestra tarea debe ser forjar las más fuertes fracciones en el movimiento obrero que puedan constituir una fuerza social que imponga el fin de la parálisis de las Centrales y ofrezcan una u otra perspectiva de futuro.
Por el contrario, al levantarse contra ataques históricos contra nuestras vidas, los trabajadores pueden y deben poner su propia perspectiva, una sociedad rehecha de arriba hacia abajo, y una nueva vida digna y plena de sentido para todos.