El lunes pasado hablamos con usuarios de la línea Sarmiento en la estación de Ciudadela para conocer sus opiniones por a las medidas del Gobierno, que contrastan con el hacinamiento del transporte público en el que viajan a diario.
Martes 17 de marzo de 2020 21:00
Fotografía: La Nación
El Gobierno anunció en los últimos días distintas medidas para intentar controlar la propagación del virus Covid-19, en medio de una crisis sanitaria en todo el país luego de décadas de ajuste, desinversión y precarización del personal de salud.
La pandemia que ha puesto en alarma al mundo entero, y Argentina no es la excepción. Sin embargo, las medidas decretadas por el Gobierno se quedan cortas ante la realidad de millones que aún siguen poniendo en riesgo sus vidas, como se puede notar en las calles y en el transporte público.
Los pasajeros que pudimos entrevistar ven con preocupación el cierre de escuelas y espacios educativos, dejando a la deriva a los padres que muchas veces deben recurrir a sus propios padres para el cuidado de sus hijos, la implementación del cierre de las fronteras y cómo se controlaría el acatamiento de las cuarentenas de quienes ingresan, como así también la situación del deficiente transporte público, que obliga a los pasajeros a correr altísimos riesgos de contagio al tener que viajar hacinados.
Voces de los pasajeros
Varios pasajeros proponían extremar las medidas de prevención: Juan, pasajero docente, afirmaba "si se tiene que hacer una cuarentena, tendría que ser total, solamente tendrían que estar abiertos los hospitales, servicios públicos y farmacias y supermercados para que la gente pueda abastecerse". Otro pasajero opinaba que "no se están tomando las medidas que se tienen que tomar, se tendría que parar el transporte por 15 días para que de esa manera la gente no salga a la calle y tenga un riesgo", quien agregó "si paran el colegio tienen que parar todo porque sino los padres no tienen dónde dejar a los chicos".
Otro pasajero mostró su preocupación ante la situación sanitaria del país, se refirió a los hospitales y aseveró que "están en estado deplorable [...], el otro día mi señora se sacó un diente porque más que eso no te pueden sacar, no tenían gasas, no hay nada [...] con este virus acá, no sé lo que va a pasar en los hospitales, va a ser un desastre, va a morir mucha gente si llega a agarrar fuerte el virus acá".
Mientras aguardaba que arribara el tren, un señor de 60 años dijo que estaba preocupado por su salud, ya que en su lugar de trabajo no sólo no habían entregado elementos de seguridad e higiene elementales, sino que a personal en riesgo como él, no le habían concedido la licencia y todavía lo obligaban a concurrir a trabajar, con el riesgo que ello implica, pero con la crisis que hay no podía arriesgar su fuente de trabajo.
Una situación similar planteó un jubilado de 65 años que, debido a que cobra sólo $16.000 de jubilación, debe salir día a día a trabajar para poder subsistir pese a encontrarse dentro del grupo de factor de riesgo.
Un pasajero médico que se encontraba aguardando en la estación manifestó que "se deben tomar medidas más drásticas teniendo en cuenta como afectó a otros países, que es importante disminuir la circulación de la gente y que, si bien parar a un país tiene un fuerte impacto económico, habría que priorizar la salud ya que si no se toman las medidas adecuadas hoy, después la economía va a estar mucho peor, por lo que pienso que debería haber un paro generalizado y que la sociedad actúe responsablemente porque todos somos vectores plausibles de contagio y de propagarlo a otros".
En consonancia, otro médico usuario del Sarmiento afirmó que "las medidas se están tomando parcialmente, ya que desde horas de la mañana el tren ha tenido un alto volumen de pasajeros, si no se toman medidas de precaución en cuanto a eso, va a ser un foco de propagación del virus debido al estrecho contacto entre pasajeros, las medidas de otro tipo de nada sirven y pierden efectividad si no se evitan los focos de transmisibilidad del virus. En la medida que se salga de las manos, el sistema de salud va a colapsar como también ha ocurrido en otros países. Los números que se ven en las noticias son los casos detectados pero, en el país, los servicios de salud no le practican análisis de laboratorio a todos los pacientes que presentan síntomas, sino a los que han ingresado con un nexo epidemiológico (si vienen de otro país, etc), pero estamos viendo pacientes que se están contagiando rápidamente de cuadros gripales, que pasan de manera silente, y da sospecha de que se trata del coronavirus".
Medidas con sabor a poco Vs. La realidad de los usuarios del transporte público
Esta mañana, el ministro de Transporte anunció una fuerte restricción a partir de las 0 del próximo jueves: sólo se podrán transportar pasajeros sentados en los colectivos metropolitanos y trenes. También se resolvió la suspensión "de manera total" del funcionamiento de trenes y colectivos de larga distancia, y aviones de cabotaje en todo el país desde el jueves 19 a las 00 horas hasta el miércoles 25 de marzo.
Si ponemos el foco en la realidad de los pasajeros que a diario utilizan el transporte público, esas medidas dejan sabor a poco. Pese a la delicada situación que conmociona al país, son miles de personas las que se ven obligadas a seguir circulando y empleando el transporte público, pese a que constituye un irrefutable foco de propagación del virus. No viajan hacinados como ganado porque quieren, lo hacen porque no les queda otra.
La crisis económica que azotó al país estos últimos años dejó a millones en la pobreza, proliferaron los trabajos de plataforma (Rappi, Pedidos ya) en la que gran cantidad de jóvenes precarizados acuden como medio de subsistencia. La gran mayoría de los jubilados percibe una mísera jubilación que no alcanza a cubrir la canasta básica estimada para ellos (que ronda los $60.000) y se ven obligados a seguir trabajando (muchos en la informalidad) para paliar la carestía de vida. Los trabajadores de salud son vistos a diario viajando en el Sarmiento porque, pese a la importancia de su rol en la sociedad frente a una pandemia, la gran mayoría están precarizados, bajo régimen del monotributo o percibiendo migajas por sus largas horas de trabajo, como ocurre con los residentes.
En el Sarmiento circula una enorme cantidad de gente del conurbano, muchas veces familias enteras que, por la precariedad de sus vidas, no tienen otra forma de transportarse. Muchas personas provenientes de barrios en los que no hay acceso al agua potable ni servicio de cloacas. Personas que viajan con sus cortadoras de pasto o herramientas al hombro porque viven el día a día a base de changas, ante la ausencia de trabajo formal para ellos. Asimismo, son pasajeros habituales aquellos inmigrantes que, escapando de las penurias y condiciones de vida hostiles en sus propios países, han venido al país a probar suerte y frecuentemente se los ve en trabajos precarios, venta ambulante o trabajos de plataforma.
También circulan por los vagones a diario personas en situación de calle que dependen de la limosna para poder subsistir, que ni siquiera tienen un techo seguro bajo el cual resguardarse y guardar reposo en caso de enfermarse.
Viajan miles y miles de trabajadores, públicos y privados, muchos mal pagos y que dependen de su trabajo para alimentar a sus familias, porque sus patronales no les conceden la licencia por el coronavirus y los hacen ir a trabajar igual, con nulas o escasas medidas de seguridad en sus lugares de trabajo.
Hay mucho descontento y preocupación entre los pasajeros y con razón: viajar sentados no implica que el tren deje de ser un foco de propagación y si no se resuelven los problemas estructurales que golpean a los trabajadores, van a seguir expuestos al riesgo de contagio. Frente a sus necesidades, el Estado es un gran ausente.
Si no se implementan medidas más profundas que atiendan de manera efectiva a las demandas estructurales más básicas que obligan a miles a salir a las calles pese a la cuarentena, si no se garantiza el cumplimiento en el goce de las licencias en cada lugar de trabajo, si no se produce un aumento inmediato en las jubilaciones y un subsidio mínimo de $20.000 para los trabajadores más precarizados y los más explotados, no va a haber freno posible frente a la pandemia.
Estas distintas realidades que se expresan día a día en el Tren Sarmiento tienen un nexo común: la irracionalidad del sistema capitalista que genera riesgo, hambre y miseria para las grandes mayorías. Mientras miles sienten miedo y se ven sin salida, obligados a exponerse para ganarse el pan del día, las empresas, los laboratorios y las farmacias piensan en sus negocios y especulan con la tragedia.
En el debate de la vida o la muerte, para que las grandes mayorías no paguen los costos de esta pandemia, hay que afectar las ganancias de las minorías privilegiadas. Se debe centralizar todo el sistema de salud, tanto público como privado, a disposición de esta emergencia, avanzar en la recontratación inmediata de todos los despedidos del Hospital Posadas y el pase a planta de todos los trabajadores de la salud, cuya mayoría se encuentra precarizada. Las fábricas que tengan capacidad para producir respiradores y equipamiento necesario, deben producirlos y ponerlos al servicio de la sociedad. Al igual que los laboratorios deberían ser nacionalizados y puestos a producir medicamentos y todos los insumos necesarios para que la población pueda proteger su salud de manera efectiva.
¿Cómo se podrían controlar mejor los efectos de la pandemia sobre la población?
La semana pasada, desde las bancas del Frente de Izquierda y de los Trabajadores se pidió informes al gobierno respecto a la existencia de reactivos para detectar el Covid-19, y la respuesta oficial fue que se compró entre 50.000 a 70.000 reactivos, lo que a todas luces resulta insuficiente para avanzar en el control de la propagación.
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Nuestras vidas están primero
Ante esta crisis sanitaria que se avecina, es esencial adoptar y profundizar todas las medidas necesarias, afectando las ganancias de los grandes grupos económicos, para evitar el colapso de un sistema sanitario (actualmente deficitario) y que miles de personas pierdan la vida.
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